DESMOND KINGSFORD: EL REMERO OLÍMPICO MUERTO EN COMBATE EN LA II GUERRA MUNDIAL
Desmond Glover Kingsford nació en Dublín en 1914 hijo de padres canadienses, cuando Canadá aún pertenecía al Imperio Británico (este dato es relevante). Junto a su hermano Annesley estudió en la prestigiosa universidad de Cambridge, donde ambos conocieron el deporte del remo, al que se dedicaron. No sólo eso, sino que ambos ganaron la tradicional regata Oxford-Cambridge que históricamente enfrenta a las dos principales universidades británicas. Como se sabe, pertenecer a una de cualquiera de esas embarcaciones prácticamente asegura un puesto en el equipo olímpico de Gran Bretaña y, así, Desmond acudió representando a su “madre patria” y de acogida en los Juegos Olímpicos que se celebraron en Berlín en 1936, en la embarcación equivalente a la que se usa en la regata citada: la de 8 con timonel. Allí el podio olímpico se le escapó por poco, pues el equipaje británico acabó en cuarto lugar. Los siguientes años auguraban una brillante carrera deportiva a Desmond Kingsford: en 1937 quedó segundo en la también prestigiosísima regata Real Henley. Por entonces Desmond Kingsford militaba en el club de remo de Londres. Un año más tarde ganaría el oro en Sidney representando a su país en los Juegos del Imperio Británico, competición que se disputaba por entonces y que sería la antesala de los actuales Juegos de la Commonwealth.
Pero la carrera deportiva, incluyendo su periplo olímpico, de Desmond Kingsford no justificaría de por sí que estuviéramos hablando de él aquí, por muy prometedora que fuera. Fueron los acontecimientos a escala mundial los que dieron un vuelco a su vida y en los que una participación personal del remero haría influir en el devenir de toda una guerra, por muy pequeña que pueda parecer su intervención.
El joven deportista se unió al cuerpo de los Guardias Irlandeses para servir en la II Guerra Mundial. Participó ni más ni menos que en el Desembarco de Normandía. Su quehacer allí le hizo merecedor de una medalla muy distinta a las que estaba acostumbrado a ganar en los canales de remo. Fue la Cruz Militar la que recibió, en concreto por la acción que llevó a cabo el 3 de agosto de 1944 cuando comandaba un grupo de combate. Kingsford ordenó tomar un cruce de caminos un kilómetro al este de la población de Saint-Charles-de-Percy. No fue una acción fácil de realizar. El grupo comandado por el atleta olímpico tuvo que soportar ráfagas de ametralladoras y de antitanques, pero finalmente pudieron alcanzar su objetivo en su tercer intento, tras varios días. La cita inscrita en su medalla dice: “Manejó a su grupo con gran capacidad y cuidado. De no haber persistido el Capitán Kingsford en sus esfuerzos de superar la oposición creada se habría producido un gran retraso en la realización de la ejecución del plan de la División”. A pesar del serio peligro que conllevaba la acción, Kingsford se las apañó para mantener la moral de sus hombres. Por desgracia, tras el éxito en esta misión, Desmond Kingsford moriría poco después, en concreto una semana más tarde en otra acción de guerra, en la localidad de Tilly-sur-Seulles, donde sería enterrado.
La II Guerra Mundial, pues, no sólo impidió la celebración de varias ediciones -previstas- de Juegos Olímpicos y, por ende, redujo las posibilidades de medallas y participaciones olímpicas de tantos y tantos deportistas, cuyas carreras se vieron cortadas de raíz por el gran conflicto armado. En el peor de los casos, como el de este remero, incluso su vida se vio cercenada por la guerra. Y, desgraciadamente, Desmond Kingsford es solo uno más de los muchos que hubo.
Un comentario
Virginia
Que lastima, lo que pudo ser y no fue por culpa de la guerra.