JOSEPH SCHOOLING: EL NADADOR DE SINGAPUR QUE VENCIÓ A SU ÍDOLO PHELPS EN RÍO 2016
Es posible que Joseph Schooling estuviera destinado a vencer al ídolo de su niñez en la que es quizá su prueba preferida e impedirle, de paso, conseguir el récord de cuatro victorias seguidas en Juegos Olímpicos. No solo por eso hizo historia y se dio a conocer a nivel estratosférico, sino que, por ende, logró la primera medalla de oro olímpica para su país, Singapur –que sólo contaba hasta entonces con un pobre bagaje compuesto por dos medallas de plata y dos de bronce, tres de ella en tenis de mesa y una en halterofilia-.
Decimos que el joven Schooling estaba quizá destinado por dos razones: por una parte los antecedentes de su familia, ya que un tío abuelo suyo resultó ser el primer representante singapurense en unos Juegos Olímpicos. Asimismo sus padres no sólo practicaban deporte, sino que representaron respectivamente a Singapur y a Malasia en tenis y softball a nivel internacional. La segunda razón que pudo haber predestinado a Joseph a unir su destino con el de su ídolo Michael Phelps tuvo lugar cuando Joseph era aún un niño de 13 años y su padre, siempre relacionado con el deporte, fue anfitrión en un club de campo de Singapur del equipo olímpico de Estados Unidos, camino de los Juegos de Pekín 2008. En ese momento el entonces niño Schooling estaba haciendo sus deberes de chino, pero su madre le hizo levantar para saludar al llamado Tiburón de Baltimore. Se hicieron una foto que ocho años y dos ediciones olímpicas más tarde daría la vuelta al mundo. Por entonces Phelps le sacaba aún la cabeza a Schooling, quien portaba gafas y aparato dental. Ni remotamente el americano podía esperar que ese niño le impediría proseguir con su récord de oros en la prueba de los 100m mariposa.
Lo más curioso del caso es que a Joseph Schooling no le apasionaba la natación precisamente. Sus padres le obligaron a aprender nadar porque su padre casi se ahogó en dos ocasiones. Sus cualidades en la piscina, no obstante, se hicieron obvias, hasta el punto de mandarle sus padres a Estados Unidos con solo 14 años para perfeccionar su técnica y convertirse en campeón. Su primer año fue durísimo, no quiere ni recordarlo, pero se le metió entre ceja y ceja ser campeón en un futuro y para ello no quedaba más remedio que trabajar y trabajar.
Acudió ya en Londres 2012 a sus primeros Juegos, con 17 años, pero resultó tal desastre que se planteó seriamente dejar la natación. Varios factores se sumaron: la intimidación que le supuso correr una serie junto a su ídolo Phelps, su inexperiencia y, para más inri, la eliminación por parte de los oficiales al no cumplir ni su gorro ni sus gafas con los estándares exigidos. Tras Londres Joseph abandonó el deporte durante seis meses. Lo ocurrido en la capital británica le dejó hundido. Por el Día de Acción de Gracias discutió gravemente con el que entonces era su entrenador, Sergio López, hasta el punto de no hablarse durante dos semanas. Ese momento, el más bajo de su carrera, le obligó a madurar de una vez y algo hizo click en su cabeza.
El siguiente cuatrienio olímpico se lo tomó a lo gran campeón. Empezó a ganar oros y más oros en las competiciones internacionales de su zona geográfica (Juegos Asiáticos, Juegos del Sureste asiático, Juegos de la Commonwealth), participando en muchas pruebas, tanto de mariposa como de estilo libre y mixto. Pero su prueba son los 100 mariposa, indiscutiblemente. Para ella se preparó concienzudamente con la mirada puesta en los Juegos de Río. Tal era su confianza en sí mismo y sus posibilidades que les dijo a sus padres, los cuales sn un principio iban a seguir su carrera desde casa por televisión, que si no querían ver a su hijo subir al podio.
Y, con 21 años recién cumplidos, llegó su momento. Superó no sólo al ídolo Phelps, sino a un plantel de tal nivel que cualquiera hubiera podido haber ganado el oro. De hecho tres grandes figuras de la natación empataron en segundo lugar, tras el de Singapur: el propio Phelps, Chad le Clos y Lázsló Cseh. Pero todos por detrás de Joseph Schooling que, de paso, marcó un nuevo récord olímpico. El propio Joseph declara no recordar la carrera, tan trascendental suponía para él. “Tengo ese par de minutos en blanco en mi cabeza”, confiesa. No es para menos, porque en ese en realidad ni minuto (50.39, para ser exactos) Schooling hizo historia. Se encargaron de hacérselo ver sus compatriotas con el tremendo recibimiento que le tributaron. En realidad el país se había paralizado completamente durante su carrera: lo hicieron las escuelas, las fábricas…Y a cambio Singapur también le ha dotado del mayor premio económico a un medallista olímpico de la historia: el equivalente a 626.250 euros. El 20% de esta cifra se entregó a la Federación de natación de Singapur para el entrenamiento y desarrollo de ese deporte en el país.
Tras el shock mundial que produjo su victoria en Río ante Phelps puede que aún nos quede por ver lo mejor de Joseph Schooling en Tokio 2020 y posibles Juegos Olímpicos futuros, dada la juventud (nacido en 1995) del citado ya campeón olímpico.