MIRIAM BLASCO: LA PIONERA DE LAS CAMPEONAS OLÍMPICAS ESPAÑOLAS
Estos días – en concreto el 31 de julio- se celebra otro aniversario histórico, al menos para el deporte español. En medio de la vorágine de celebraciones y aniversarios que se están realizando con motivo de los 25 años de los Juegos de Barcelona 92 destaca un hito, el de una pionera del deporte: la judoca Miriam Blasco. Ella ostenta el honor de haber sido la primera mujer deportista española en ganar un oro olímpico. Bien es cierto que el calendario la favoreció, porque en cuestión de días, incluso horas, otras compañeras suyas pudieron haber tenido ese honor. Pero fue la vallisoletana en producir la primera presea dorada del deporte femenino olímpico español. Y, muy probablemente, la primera en haber dado el pistoletazo de salida a un fenómeno que es ya imparable: el auge del deporte femenino de alta competición, que en España supera ya en éxitos al masculino. Una carrera que costó, que fue lenta, de largo recorrido, pero que ahora está esprintando y cogiendo ventaja a sus compañeros masculinos.
Miriam Blasco, por lo demás, ha tenido una vida apasionante, aunque la discreción haya sido su modus operandi. A punto estuvo de perderse los que iban a ser los Juegos Olímpicos que le proporcionaran su mayor éxito deportivo. Su primera medalla de prestigio la ganaría en 1988 en el Europeo de Pamplona, consiguiendo una plata en aquella ocasión, pero sería el oro del Mundial de Barcelona el año anterior a los Juegos el que aumentaría su valor y méritos deportivos. Paradójicamente, ese oro casi le impide ir a Barcelona 92, aunque no por deméritos deportivos.
El oro del Mundial consintió a Blasco permitirse el dispendio de comprar una moto a su entonces marido. Pero un día, un maldito día, el entrenador de la judoca, Sergio Cardell, tomó prestada la moto, sufriendo un accidente que acabó con su vida. El mazazo fue tal que la atleta se planteó muy seriamente no acudir a la cita olímpica, tan destrozada emocionalmente se sentía. Un peso caía sobre ella, que aún pende: el sentirse “culpable” indirectamente y muy entrecomillado porque su oro mundial fue el que permitió la compra de la moto. Afortunadamente, Miriam se lo pensó bien y acudió a los Juegos.
A su entrenador Sergio pudo dedicar la victoria más grande que podía realizar. En él estuvo pensando todo el día de la competición olímpica. Quién sabe si, psicológicamente, ese pensamiento la ayudó para conseguir el oro. Podría haberse hundido, pero antes al contrario, su mente la relanzó hacia lo más alto. El llanto tras el oro llevaba una carga muy importante detrás. Su primera palabra tras lograrlo fue “Sergio” y esa misma palabra, ese nombre del hombre que había llevado en gran medido a Blasco hasta la gloria olímpica, fue la que coreó todo el pabellón. Momento de esos emotivos que ponen los pelos de punta.
El oro de Barcelona cambió la vida de Miriam Blasco. Fue seleccionadora nacional y, asimismo, se convirtió en entrenadora de grandes campeonas, como otro oro olímpico como fue Isabel Fernández o la medallista de bronce en Atlanta 96 Yolanda Soler. Como Isabel Fernández, Blasco también se dedicó a la política, siendo senadora por Alicante –ciudad en la que vive y regenta un gimnasio- por el PP.
Pese a sus méritos y éxitos deportivos, Miriam Blasco ha llevado todos estos años, desde que se retirara a mediados de los 90, una vida discreta…hasta que ahora, estos días en que se celebra el 25º aniversario de su histórica medalla, haya saltado a todas las páginas de prensa, deportiva o no, por dar a conocer un aspecto de su vida personal. La periodista María Escario dio el dato en un reportaje para Televisión Española: Blasco fue la protagonista de un hecho insólito y muy difícilmente repetible: haberse casado con su rival de la final olímpica. Es difícil que se vuelvan a dar tales circunstancias. En efecto, la británica Nicola Fairbrother y Miriam Blasco se casaron, intercambiando los metales en su ceremonia nupcial: Miriam portaría un anillo de plata y Nicola uno de oro. Los detalles de su conocimiento –más allá del tatami- y noviazgo los desconocemos y, la verdad, poco nos interesan. Lo que queríamos destacar es el mérito de Miriam Blasco con su oro, que, por sus circunstancias históricas (favorecido por la casualidad del calendario olímpico, si se quiere) fue algo más que un oro. Blasco se convirtió, desde ese momento de 1992, en la pionera de una lista que sigue abierta: la de los éxitos olímpicos femeninos españoles.