LAS DERIUGINAS: CREANDO LA ESCUELA UCRANIANA DE RÍTMICA
La gimnasia rítmica no podría existir sin gente como Albina Deriugina y su hija Irina, que lucharon en su momento para convertirlo en deporte olímpico y en que éste creciera hasta el punto en el que se encuentra ahora.
Albina, una octogenaria ucraniana, empezó a practicar gimnasia artística, esquí, baloncesto y acrobacias en la escuela en los años posteriores a la II Guerra Mundial. Entonces aún no estaba desarrollado el deporte que ella contribuiría a evolucionar. Tras una lesión realizando un salto se casó y se mudó a Spartak, la ciudad de los deportes de la antigua URSS, donde trabajaría más de 20 años como entrenadora del equipo soviético. Su meta era embellecer un deporte grácil, que se basara más en el ballet que en el aspecto físico.
Su hija, Irina, llegaría a ser por dos veces campeona del mundo de gimnasia rítmica –en los años 70-. Una vez retirada Irina, madre e hija han trabajado codo con codo en la Escuela Deriugina de Kiev, desde la que han salido campeonas de primer orden, como Aleksandra Timoshenko, Ekaterina Serebrianskaya, Elena Vitrichenko, Anna Bessonova o la actual plurimedallista en el más reciente Mundial Ganna Rizatdinova, por mencionar sólo a las más célebres. Su escuela se ha convertido en tan prestigiosa –y en el faro de este deporte en su país- que desde 1992 se celebra la Copa Deriugina, la mayor competición de gimnasia rítmica en Ucrania.
Albina tiene la convicción de que el trabajo conjunto de las distintas escuelas de las diferentes ex repúblicas soviéticas es lo que ha enriquecido a este deporte. Cada una con sus características, unas se beneficiaron de las otras y mejoraron en sus punto débiles. Según Albina la escuela ucraniana destaca en la coreografía, mientras que la rusa lo hace en acrobacias.
La prestigiosa escuela que levantaron no ha estado exenta de polémica o, mejor dicho, la propia Irina, más que la escuela. Irina fue sancionada (la sanción prevista de ocho años acabó en sólo uno) por inflar los votos de Vitrichenko durante el Europeo de 2000 en Zaragoza siendo ella juez. La subjetividad de los jueces es una característica que lastra este deporte. No cesan los escándalos y, lo que es peor, no parece que puedan cesar nunca al estar basadas las puntuaciones en apreciaciones más o menos subjetivas de un jurado.
Irina Deriugina, que alcanzó aún mayor protagonismo en su momento al casarse con el famoso futbolista Oleg Blokhin, destaca por ser una entrenadora muy exigente. Defiende su deporte como movimiento cultural. “Las gimnastas muestran de qué escuela son y de qué cultura provienen”, afirma. No le duelen prendas en mostrar su desagrado por el hecho de que lleguen a ser finalistas en grandes competiciones gimnastas que no llegan a la excelencia que ella exige en sus pupilas.
La Escuela Deriugina está pasando por serias dificultades estos días tan duros para su país. Sus instalaciones, que siempre fueron obsoletas y que recuerdan tiempos pretéritos, han empeorado al sufrir ocupaciones durante estos tormentosos días. Incluso han sufrido robos de material. Irina llegó a hacer un llamamiento al mismísimo Vladimir Putin alegando que rusos y ucranianos son hermanos, han crecido juntos y comparten la misma sangre. “Intente preservar la belleza y la riqueza de nuestro pueblo y del suyo. No permita que se derrame sangre”, le decía Irina Deriugina en un vídeo al presidente ruso.
Malos tiempos para un país que pueden involucrar a una de las mejores escuelas del deporte mundial
Actualización: La hija de Irina, Ireesha, ha seguido la escuela de sus antecesoras. Entrevista con ella en: https://www.historiasdelosjuegos.com/2018/04/30/irina-blokhina-me-enorgullece-ser-la-tercera-generacion-de-la-escuela-deriugina-de-ritmica/