ANDREA HEWITT Y LAURENT VIDAL: LA PAREJA ROTA DEL TRIATLÓN
La neozelandesa Andrea Hewitt y el francés Laurent Vidal componían una de esas muchas parejas de deportistas que han coincidido en tantas y tantas competiciones, en su caso, de triatlón. Los inicios de ambos son similares: ella iba fuerte en natación, incluso llegó a competir en un campeonato para socorristas. Él destacó desde la categoría junior. Muchas fueron las pruebas de las Series Mundiales de la Federación Internacional de Triatlón en las que compitieron, coincidiendo también en dos ediciones de los Juegos Olímpicos: las de Pekín y Londres. Se convirtieron en pareja y dividieron su vida de entrenamientos -cuando sus participaciones en múltiples campeonatos internacionales se lo permitían-, entre la localidad natal de Andrea (Christchurch, Nueva Zelanda) y en la mediterránea francesa de Séte.
Vamos a adelantarnos unos cuantos años hasta principios de la temporada de 2017: Andrea Hewitt está arrasando y cada vez que llega primera a la meta, antes de cruzarla, llora. No es por la victoria en sí, sino porque Laurent Vidal, su pareja y con el que iba a casarse en octubre de 2016 falleció hace unos meses. Andrea tenía muchas ganas de dedicarle una victoria a Laurent. En el apurado sprint en la primera prueba de la Series Mundiales, en Abu Dhabi, parecía como si un impulso extra le hubiera permitido adelantar en el último momento a la británica Jodie Stimpson. Todo lo que hace Hewitt ahora en su mundo, el del triatlón, está dedicado a Laurent Vidal.
Volvamos al pasado. Vidal logra un prestigioso quinto puesto en los Juegos de Londres. En lontananza observa la siguiente cita olímpica de Río para desquitarse y alcanzar el podio. Se encuentra sin problemas entre los diez mejores del mundo en los distintos campeonatos en los que participa, ¿por qué no soñar con una medalla olímpica? Paralelamente la carrera de su compañera Hewitt va subiendo como la espuma, hasta llegar a su mejor posición, la de subcampeona del mundo en 2011, tercera en las Series Mundiales en 2012 y un puesto olímpico en Londres casi idéntico al de su novio: el sexto. Habiendo ganado varias pruebas seguidas de gran prestigio se preparaba también para Río. Los Juegos de la ciudad brasileña se iban acercando y entonces ocurrió lo imprevisible.
En abril de 2014 Laurent Vidal estaba entrenando en la piscina de Séte cuando sufrió una parada cardiorrespiratoria. Asistido de urgencia, fue llevado en helicóptero a un hospital de Montpellier. Laurent salvó la vida, pero hubo de retirarse de la actividad física –pese a que su idea inicial era la de seguir hasta Río-, que no del triatlón, porque pasó a entrenar a Andrea. Se les hacía raro el cambio a la pareja, que otrora corría, nadaba y pedaleaba junta. Durante unos meses Laurent se tuvo que conformar con prestar apoyo técnico a Andrea, que seguía compitiendo. Fue Vidal el que, en palabras de la neozelandesa, perfeccionó su entrenamiento los meses que estuvo a su lado, así como que construyó un plan previo de cara a los Juegos de Río. Hewitt en ese momento dudaba sobre si acudir o no a sus terceros Juegos Olímpicos, pero Vidal la animó y apoyó.
Pero en noviembre de 2015, solo unos meses más tarde, el francés sufrió un paro cardíaco del que no se recuperó. Andrea siguió con el plan de cara a Río. Aplicó allí lo entrenado con Laurent. Acabó séptima, un puesto prestigioso pero insuficiente para ella, en su deseo de dedicarle victorias al malogrado Laurent. En la temporada subsiguiente Hewitt se está desquitando y no ha de extrañarnos si vemos a una corredora neozelandesa con más emoción de la habitual cruzando primera la cinta de meta. ¿Llegará al podio de Tokio 2020 para dedicarle una medalla a Vidal?