VOLUNTARIOS OLÍMPICOS DE RÍO 2016: “TE SIENTES PARTE DE UN MOMENTO ÚNICO”
Fred Marillaud es uno de esos miles, decenas de miles, de voluntarios que hacen posible unos Juegos Olímpicos. Así, literalmente, se les denominó en Londres 2012: los Gamemakers. Activo voluntario en otros grandes campeonatos deportivos por todo el mundo, Fred nos contó su experiencia en la última cita olímpica, la de Río. En ellos participó en varios cometidos: en los servicios de la delegación de su país, Francia; en la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos y ayudando en los servicios de Prensa para el Comité Paralímpico Internacional pues Fred participó tanto en los Juegos Olímpicos como en los Paralímpicos, algo que querría destacar: “Los Paralímpicos me parecen más interesantes por los valores del personal, auténticamente dedicado, y el heroísmo de los atletas que conocí. Los Juegos Olímpicos ya son suficientemente cubiertos por los medios de comunicación, que a veces tienen un comportamiento muy exigente. En los Paralímpicos te topas con gente realmente increíble, que tienen siempre una enorme y sincera sonrisa”.
La preparación de los voluntarios de cara a Río –al menos en el caso de los que vivían fuera de Brasil, como el caso de Fred- se limitó a intercambio de correos electrónicos y una entrevista con el equipo con el que iba a trabajar para ver si la cosa funcionaba. En el caso de los servicios de Comunicación el 90% de los voluntarios eran extranjeros, como nos contó nuestro entrevistado, revirtiéndose el porcentaje en el caso de las ceremonias. Ayudando a la delegación francesa había un 60% de franceses y el restante de locales. Como siempre pasa, a Marillaud le tocó hacer muchas y muy diversas tareas (entre ellas, llevar a un fornido equipo de judo en una minúscula furgoneta). Él quiere destacar la de la ceremonia de apertura, pues fue una experiencia increíble y única: “Tuve que ir en bici por el estadio de Maracaná en la inauguración de los Paralímpicos, así como bailar con todo el mundo tras el encendido de la llama olímpica. Poder pedalear en tan legendario estadio fue un momento tremendo. En los entrenamientos (sobre 15) nos centramos en los voluntarios con discapacidades, que son increíbles. Había bailarines profesionales, mientras que otros resultaron ser una auténtica inspiración. Fue estupendo conocerles. Te sientes parte de un momento único en el cual transmites mensajes positivos que unen nuestras culturas. Yo era el único europeo de un equipo de 30. Sientes que formas parte del mayor espectáculo del mundo. La expectativa que tienes es la de compartir un espectáculo emotivo. No es algo fácil, pues éramos miles allí. Aunque no fuéramos profesionales teníamos que parecerlo y ser responsables. Todos estábamos contentos y emocionados cuando llegó el momento. Podías sentir la energía del público que esperaba el momento y cuando escuchabas al estadio gritando la cuenta atrás podías sentir una intensa emoción que te llenaba”. Su relato nos transmite fácilmente lo que se puede sentir siendo parte de algo tan grande como la ceremonia de inauguración de unos Juegos.
Fred Marillaud es el ejemplo más claro de voluntario desinteresado: “Fui de voluntario por el placer de servir al interés público, sin ninguna otra expectativa por mi parte. La compensación que tuve fue el trabajo que hice y las personas que conocí”. Ni siquiera le atrajo poder compartir momentos con atletas olímpicos, como ocurrió al ayudar a la delegación francesa, principalmente en Casa Francia: “Conocer a famosos deportistas estaba lejos de mi propósito al ir a trabajar a los Juegos. El propósito era compartir la amistad entre las naciones y disfrutar los valores del olimpismo”. Reconoce que se decidió a ir a Río 2016 para “descubrir la naturaleza y cultura brasileñas, visitar algo de Sudamérica –incluyendo las mágicas cataratas de Iguazú-, sentir de nuevo el espíritu de los Juegos Olímpicos y conocer a gente de todo el mundo dedicada a la fraternidad”.
Sobre la polémica insólita que se dio en esta edición, con el abandono de numerosos voluntarios, el francés tiene su opinión: “Como siempre pasa, hay voluntarios que se van nada más recoger el uniforme. Otros esta vez lo hicieron por su insatisfacción con la comida y el transporte o por las largas horas de trabajo. Hay que tener en cuenta la crisis económica de la zona, así que resultó ser un auténtico reto para Recursos Humanos poder adaptarse a las necesidades de todos. En mi caso, dentro de un equipo pequeño, tienes que asegurarte que las personalidades de todos casen. A veces no estaba totalmente satisfecho, había mucho trabajo, en ocasiones 15 horas al día. En cualquier caso fue una gran experiencia”.
Este experimentado voluntario en otros eventos nos hizo referencia a la “peculiar” forma de organización brasileña, tan criticada en Río 2016: “Cada edición olímpica es diferente por sus aspectos culturales. Es genial conocer una cultura nueva con una mente abierta y sin juzgar. En este sentido es obvio que el carácter latino y brasileño en la forma de trabajar era algo “interesante” para tratar con él. Si Londres fue mucho más organizado y perfecto en muchos aspectos, Río ha sido mejor organizado de lo que la gente y la Prensa dice. A los brasileños les gusta hacer las cosas en el último minuto. Los Juegos son siempre un espectáculo enorme lleno de retos”. Sea como sea Fred siempre recordará las fiestas en la playa con el equipo de los Paralímpicos, las caipirinhas compartidas y, por supuesto, ese pedaleo único por el estadio de Maracaná que nadie podrá repetir.