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ALBERTO TOMBA: «YA PARTICIPAR EN UNOS JUEGOS OLÍMPICOS ES BONITO, VENCER EN ELLOS ES GRANDIOSO»

Alberto Tomba es un nombre conocido incluso para los no aficionados al esquí. Su explosiva carrera, su carácter, su manera de salir en tromba en cada competición, aun arriesgando salirse de pista en las segundas mangas teniendo el mejor tiempo en la primera, hizo que más gente se aficionara al esquí. Por poner un ejemlo, él solo hizo aumentar la audiencia del ya popularísimo en Italia Festival de Sanremo cuando se interrumpió éste para mostrar una de sus carreras de los Juegos Olímpicos de Calgary. No defraudó en esa ocasión a los espectadores del festival de la canción y les “regaló” un oro. Ni él sabía que tenía tal poder como para parar el Festival: “Sinceramente no me informaron de que el Festival de Sanremo iba a conectarse cuando yo hiciera mi bajada en Calgary. Cuando me enteré me encantó. En esa época el Festival aún era Sanremo, hoy en día me gusta un poco menos”.

Foto de Toronto Star

No ha de extrañarnos, pues, que nos cite esa ocasión cuando al preguntarle cuál fue el momento vivido en unos Juegos Olímpicos que recuerda con más cariño, aunque los recuerdos empiezan a acumularse en su cabeza: “El que recuerdo con mas cariño fueron los Juegos de Calgary 88, cuando el Festival de Sanremo se interrumpió para dar mi carrera y tuvieron una audiencia 20 millones de espectadores. Tuve la suerte de que era la noche italiana cuando en Canadá aún era de día. Pero no puedo dejar de nombrar cuando gané mi tercer oro olímpico en Albertville en el 92. Pero es que también está la plata que gané en Lillehammer. Fue una pena que no lograra medalla en Nagano en el 98. Quizás es que ya había ganado bastante”.

Le preguntamos a Tomba si se esperaba llegar a ser lo que fue en el esquí alpino no siendo un hombre de montaña: “Yo siendo una persona de ciudad es que no me esperaba que pudiera llegar a ganar pruebas de esquí alpino. Fue una sorpresa para todos. En los años 70 había destacados esquiadores italianos, como Gustavo Thöni y Piero Gross. Yo hice algo solo, algo que ninguno llegó a alcanzar. Bueno, también estaba conmigo Deborah Compagnoni, que ganó mucho en esos años cuando yo también competía; llegó a ganar tres oros olímpicos. Debo decir que hicimos una pareja estupenda en el esquí italiano”.

Las victorias y los oros olímpicos le llegaron cuando aún era muy joven. Y después fue capaz de ganar un más que meritorio Globo de Cristal general siendo especialista en las carreras técnicas, es decir, dejando de sumar puntos en las de velocidad, en las que no competía. Un logro, pues, más que meritorio y casi imposible de igualar: “Los Juegos Olímpicos me han dado a conocer en todo el mundo en el 88 en Calgary, con 20 años. Después no fue fácil ganar el Globo de Cristal general disputando sólo las pruebas de Gigante y Eslalon, pero lo logré en el 95. También fue inolvidable el Mundial del 96 de Sierra Nevada, que festejé junto a mi Club de Fans que me acompaña siempre, lo cual me conmovía”. En efecto, se hizo famoso un grupo de aficionados que le seguían a todas partes y él, lejos del posible divismo que pudiera haber tenido, solía ir a tomarse unas pizzas con ellos tras las carreras, después de ser los primeros a los que abrazaba al llegar a meta.

Para los que no vivieron su época en activo hay que contar que Alberto Tomba se convirtió en un ídolo de masas. Su carácter cercano le hizo ser seguido hasta la extenuación por la prensa, quién sabe si al menos en parte fueron los culpables de su temprana retirada: “Cuando ganas pronto, siendo muy joven, te creas mucha responsabilidad. Según pasaron los años la prensa italiana me hizo difícil la vida, dejé de tener privacidad y eso para mí fue difícil de llevar. Estaba tranquilo ganando carreras, nada más. Me retiré muy joven, con 31 años”.

Foto del COI

Hablamos de asuntos más técnicos, como que tuvo la fortuna de ser entrenado por su ídolo: “Del 89 al 96 me entrenó Thöni. Era un hombre de pocas palabras, pero nos entendíamos con la mirada. En el esquí no hacen falta decir tantas palabras”. No dejaron de surgirle rivales potentes cada temporada: “Cada año durante mi carrera había entre cinco y diez esquiadores fuertes. Mi carrera comprende desde Ingemar Stenmark (mi ídolo junto a Gustavo Thöni) al primer Aamodt. En medio Zurbriggen, Girardelli, Sykora, Stangassinger, Accola etc. Cada uno de ellos era muy fuerte. Surgían muchos y de diferentes países”. También hay que tener en cuenta un aspecto nada baladí: “En mis tiempos los esquíes eran más largos: 2.10 metros. Ahora miden medio metro menos. Con lo largo que eran era difícil esquiar con ellos en las pruebas técnicas. Hoy en día la tecnología lo ha cambiado todo. No sé qué podría haber hecho yo con los esquíes actuales, habría que preguntar a los seguidores; igual seguía ganando de la misma forma. Alguno ha llegado a decir que habría ganado más, yo eso no puedo decirlo”.

Tomba nos confiesa que nunca quiso convertirse en entrenador: “Yo simplemente doy consejos en privado. Ya veremos en un futuro…” y finalizamos con una frase definitoria sobre la inmensa importancia que tuvieron para él los Juegos Olímpicos, aun habiendo ganado todo también fuera de ellos: “Ya participar en unos Juegos es bonito, vencer en ellos es grandioso”.

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