DANIEL JANSEN: EL TRIUNFO DE LA PERSEVERANCIA
Daniel Jansen estaba destinado a ganar múltiples medallas olímpicas, más teniendo en cuenta que ya acudió a unos Juegos -los de Sarajevo- con 18 años siendo el más joven de la competición y allí ya conseguiría un nada despreciable cuarto puesto en la prueba de los 500 metros en patinaje de velocidad. Pero el destino le tenía deparado otras cosas.
Creciendo en una familia entusiasta del patinaje, deporte (en su modalidad de patinaje de velocidad) que practicó desde los cuatro años, consiguió numerosos éxitos y medallas fuera de los Juegos Olímpicos, lo que hacía prever que corroboraría esos resultados en la cita deportiva más importante, siendo el eterno favorito para las medallas en cada cita olímpica que disputaba. En los Juegos de Calgary del 88 en efecto era el máximo favorito, pero meses antes a su hermana Jane le fue diagnosticada leucemia y Daniel pensó en realizar una pausa en sus entrenamientos para ayudar a su hermana en todo lo que necesitara. Sin embargo, Jane le animó para que continuara en la persecución de sus sueños en unos Juegos.
Ya en la ciudad canadiense, siendo favorito para las distancias de 500 y de 1000 metros, quiso hablar por teléfono con su hermana, pero no recibió respuesta. El día 14 de febrero, cuando se iba a disputar la competición de los 500 m, le notifican que su hermana ha fallecido. Daniel llegó a presentarse a la competición, pero se cayó durante la carrera en la primera curva, tras haber realizado antes una salida no válida. También se propuso competir en la carrera de los 1000 metros, seguramente con el propósito de dedicarle un triunfo a su hermana, pero se cayó de nuevo a los 800 metros cuando estaba en tiempos de récord del mundo. Pese al “fracaso” de sus resultados, Daniel Jansen no solo recibió el apoyo y el cariño de los seguidores, en forma de miles de cartas de condolencia y ánimos, sino que el propio Comité Olímpico de Estados Unidos le entregó el “Spirit Award” en reconocimiento de sus “esfuerzos valientes a pesar de la tragedia”.
Llegamos a la siguiente cita olímpica, en esta ocasión en el continente europeo, pues los Juegos del 92 se disputaron en Albertville. Daniel quería redimirse en ellos, pero sólo pudo conseguir un cuarto puesto en los 500 m y un lejanísimo 26º en los 1000 m. De nuevo se le escapaban las medallas. Pero no por ello Jansen dejaría de ser un patinador de la máxima élite, puesto que poco tiempo después batiría el récord mundial de los 500 metros y, de nuevo, se ponía en la terna de favoritos para conseguir de una vez medalla olímpica en la siguiente cita, la de Lillehammer 94. En ese ciclo olímpico entre Albertville y Lillehammer fue el único patinador en romper la barrera de los 36 segundos en la distancias de 500 metros y es que además lo hizo en cuatro ocasiones. Pero llegados a Lillehammer sólo pudo ser octavo en esa distancia.

Sólo le quedaba por realizar una carrera en la que iba a ser su última oportunidad de ganar una medalla olímpica, que tanto había perseguido y, sin duda, merecido. Se trataba de los 1000 metros. En esta distancia seis de sus oponentes tenían mejores marcas por lo que él ya no era tan favorito. Parecía que iba a repetirse lo que ya le ocurrió en el pasado: yendo en tiempos de récord del mundo tuvo un resbalón en la penúltima curva, pero en esta ocasión afortunadamente se recompuso, tomó fuerzas y no solo ganó el tan ansiado oro, sino que además estableció un nuevo récord mundial. Daniel dio la vuelta de honor con su pequeña hija a sus hombros. Se llama Jane, en honor a su hermana.
Después de esa carrera se retiró y creó una fundación dedicada a la investigación de la leucemia y de otros tipos de cáncer. Esta fundación ha contribuido con más de 1.2 millones de dólares y ha asistido a más de 1.200 personas y sus familiares para intentar amortiguar el impacto de esta enfermedad, ayudándoles también en sus necesidades económicas. Ayuda también en la mejora de la calidad de vida de los enfermos, todo, naturalmente, inspirado por la tragedia que vivió con la muerte de su hermana.
Un comentario
Virginia
Menos mal que al final lo consiguió. Cuanto infortunio y que fuerza tuvo!