Camino a París

UNA VISITA A LA VILLA OLÍMPICA DE PARÍS 2024

Visitar la villa olímpica durante la celebración de los Juegos Olímpicos (y Paralímpicos) es más fácil y habitual de lo que muchos puedan pensarse. Es posible hacerlo cualquier día mientras duren los Juegos, excepto el día de la ceremonia de inauguración, cerrada para todo aquel que no sea miembro de una delegación. El resto de días es posible, pero no está abierta para ‘cualquiera’. De hecho, traspasar su entrada en muchos casos recuerda el paso de una frontera, enseñando pasaportes incluso en unas colas que asemejan las de los aeropuertos. Para la Prensa, en cambio, el proceso es más simple, consistente en entregar la acreditación y portar una de visitante durante la visita, que puede extenderse hasta la noche. Hay una salvedad: excepto en las visitas guiadas que se celebran en las vísperas de los Juegos concertadas para periodistas y fotógrafos, fuera de ellas sólo se puede acceder a parte de la villa, aunque la que más vida tiene.

La villa olímpica de los Juegos de París ha tenido una novedad respecto a otras del pasado: una guardería. Porque cada vez son más las deportistas que han sido madres y reclamaban algo así. No nos extraña su decoración, fuertemente ligada al mundo del deporte. Por lo demás, la villa ofrece los mismos servicios que en otras que la precedieron: lavandería, peluquería, banco (fundamental para ofrecer el servicio de cambio de divisas), gimnasio -que en el caso de la villa de París es gigantesco- y, por descontado, comedores. Todos estos servicios son gratuitos y mucho se ha hablado del último, con quejas de los deportistas tanto sobre la cantidad como la calidad de los alimentos ofrecidos.

En un intento de salvaguardar la salud de los deportistas, así como el origen ecológico de los productos, la opinión ha sido unánime: se han pasado. Quizás más de uno echara de menos el restaurante McDonald´s, que por primera vez en mucho tiempo no ha tenido cabida en la villa. Eso sí: por doquier había neveras que contenían helados -siempre gratuitos-, expendedores de bebidas refrescantes (no muy sanas que se diga) y un chill–out patrocinado por otra patrocinadora olímpica, la marca de cervezas Corona, que ofrecía botellas personalizadas con cerveza…siempre sin alcohol. Volviendo al gigantesco comedor, abierto las 24 horas del día, no ha faltado la zona de comida halal para los deportistas musulmanes pero sí se han echado en falta las prometidas comidas “de todo el mundo”. Sí, cada comida tiene una etiqueta con el número de calorías que contiene, pero no han faltado los dulces. El muffin se hizo especialmente popular.

No sabemos si es novedad, pero sí ha llamado mucho la atención la zona situada por encima del enorme gimnasio destinada para el relax de los olímpicos. No solo estaba acondicionada para este fin (ya se sabe, oscuridad, música suave), sino que además los deportistas pudieron contar con el asesoramiento de profesionales para su preparación mental, para que estén relajados pero centrados en su objetivo deportivo. Es un servicio que han valorado mucho los deportistas.

Hasta ahora todo era gratis, pero también la villa olímpica cuenta con un pequeño supermercado por si alguien se ha quedado con hambre…o insatisfecho con la comida del comedor. También encontramos la tienda con los productos oficiales de los Juegos, donde encontramos a infinidad de deportistas comprando lo que suponemos son regalos para familiares y amigos, pues a ellos a su llegada les han regalado diversos productos exclusivos y otros que irán teniendo durante su estancias, tales como cuatro sellos con su cara que les hacen ex profeso en la oficina postal, la funda de sus camas, que podrán llevarse a la salida, etc.

El transporte dentro de la villa no incluye vehículos a motor. Abundan las bicicletas, que pueden usar los deportistas para desplazarse por la villa, pues sus dimensiones son grandes y hay también vehículos eléctricos. Hasta el aparcamiento exterior, justo a la entrada, llegan autobuses desde la ciudad que transportan a personas acreditadas que quieran visitar la villa.

También hay tiempo para el ocio y el relax dentro de la villa: una gran pantalla domina la Village Plaza, con cómodos asientos a su alrededor. Nunca falta algún deportista o miembro de una delegación para seguir la competición a través de ella. Hay una zona de juegos, una cafetería con terraza, enormes pufs con vistas al canal, donde relajarse, en fin, se quiere facilitar el desestrés de los participantes.

En cualquier visita, por corta que sea, es fácil toparse con deportistas olímpicos, distinguibles por sus uniformes con los colores de su país. Nosotros nos topamos nada más entrar con la haltera mexicana Janeth Gómez Valdivia, en la víspera de su estreno en la competición -donde, adelantamos, acabaría quinta-, que nos contó que tenía como aspiraciones “mejorar mi propia marca, disfrutar de la competición, hacer seis levantamientos de seis si es posible y cuatro buenos”. Janeth llevaba cuatro días en la villa. No pudo estar en la ceremonia de apertura porque su deporte es uno de los últimos. “Esta experiencia es muy bonita, algo que se queda para toda la vida; es algo que le vas a contar a tus hijos y va a ir de generación en generación. Esto va a quedar marcado en nuestra familia”, nos contó entusiasmada.

Poco después “avistamos” a los jugadores de hockey argentinos Santiago Tarazona y Maico Casela, ya eliminados pero que iban a apoyar ese día a sus compañeras de hockey, aún en juego: “Nos gustó mucho la villa, es muy linda”. Sobre la polémica de las comidas, comentan: “Sí, obviamente lo que algunos dicen, del tema de la comida. Por mi parte algunos exageran un poquito, tampoco fue tan grave. Sí que cuando estuvo llena, llena la villa durante dos o tres días, hacia la mitad de los Juegos, sí que faltaban pronto algunas comidas, pero la verdad es que está bien”. Nos dicen que todo está bien organizado, pero “alguna vez un conductor se perdió, pero nada grave. Todas las instalaciones de hockey son espectaculares”. Son sus segundos Juegos y, naturalmente, en Tokio se encontraron con otras condiciones bien diferentes: “desde la villa, de las actividades que puedes hacer, de manejarse dentro de la villa, de jugar ante estadios llenos…La de París ha sido una experiencia nueva”.

Al poco nos encontramos con las medallistas españolas de Basket 3×3 Vega Gimeno y Sandra Ygeravide que, al sacar de sus mochilas sus medallas olímpicas para mostrárnolas, se vieron rodeadas por voluntarios entusiasmados al ver a medallistas olímpicos y quisieron hacerse fotos con ellas. 

Finalmente queda hablar de los dormitorios. Se distribuyen ocho deportistas con un saloncito común y dos por cada habitación (no hay habitaciones individuales). También se ha hablado del calor por la falta de aire acondicionado para reducir al máximo la huella de carbono, aunque finalmente varios países decidieron alquilar aparatos para sus deportistas. En cada habitación los deportistas encuentran unas etiquetas donde, además de su nombre, se informa sobre sus Juegos previos disputados y medallas, en caso de haberlas. Todo un detalle.

En definitiva, satisfacción generalizada por la villa salvo el asunto del calor y la comida, no baladíes por cierto, aunque bien es cierto que alguno se ha quejado de la escasa periodicidad en la limpieza de las habitaciones, incluso en la falta de papel higiénico.

Un comentario

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *