LA FACETA OLÍMPICA DE MIGUEL DE LA QUADRA-SALCEDO
Hoy nos hemos despertado con una noticia triste para todos los españoles de esos que llaman “la generación de EGB” (y, en este caso, también de las anteriores): el fallecimiento del incalificable Miguel de la Quadra-Salcedo. La mayoría lo conocimos como aventurero, otros como reportero de guerra pero pocos recuerdan que fue atleta de élite y olímpico.
Y es que las inquietudes del madrileño (aunque desde los cuatro años viviera en Navarra) se canalizaron en su juventud en el deporte, en concreto en el atletismo. De la Quadra eligió los lanzamientos; dominaba todos, aunque a los Juegos Olímpicos de Roma 60 se decantara por el de disco y fuera la jabalina la que le dio fama en su momento.
Miguel, como buen aventurero que era, vivió el olimpismo imbuido por ese espíritu que a veces se pierde en la comercialización actual. Recordemos que en los años 50 y 60, cuando él aún se dedicaba al atletismo, los deportistas era meramente amateurs –de hecho, los de Roma 60 fueron los últimos Juegos que se podrían denominar como enteramente amateurs-. Miguel, que por 1960 contaba con 28 años, fue a Roma aparte de la expedición española. Cogió su Vespa desde Pamplona y se plantó en la capital italiana, 1.645 kms más tarde.
A De la Quadra le iba el espíritu olímpico. Tanto le gustaba que llegaría a visitar Olimpia con un solo propósito que cumplió: correr en su antiguo estadio y realizar lanzamientos. Lo hizo de noche, así que nos imaginamos que se colaría en los recintos sagrados.
En Roma hizo nulo en sus tres lanzamientos, en una prueba que ganaría el mítico Al Oerter, cuatro veces campeón en lanzamiento de disco, pero eso no pareció importar al joven Miguel, pues vivió la experiencia olímpica al máximo, en la convivencia con sus compañeros de expedición (en su vida nunca dejó de realizar expediciones, de una índole u otra, como de todos es bien sabido) y en el disfrute con los éxitos de astros de la talla de Bikila o Cassius Clay. No faltó la “confraternización” con deportistas de todo el orbe. Es lo que tienen los Juegos Olímpicos…
Hay que destacar, dejando al margen su participación olímpica, sus avances en el lanzamiento de jabalina. Miguel desarrolló una técnica propia muy eficaz pero a la vez peligrosa. Denominado por algunos como “técnica a la española” consistía en un lanzamiento giratorio, como se realizan con otros elementos (el disco y el martillo). Con él, el español consiguió marcas relevantes, tanto como lograr el récord del mundo en 1956. Pero la IAAF consideró que era peligroso ir con una jabalina en la mano de cara la público, aunque fuera un segundo, y prohibió esta técnica, teniendo que realizarse el lanzamiento siempre de espaldas a la grada. Lo que es más: con carácter retroactivo –lo cual era insólito- anuló el récord del español, con lo cual no consta en los escritos. A pesar de ello De la Quadra se hizo popular con su revolucionaria forma de lanzar la jabalina y por ello realizó lanzamientos con su estilo tan propio en Roma, cuando participó en los Juegos, a petición de los mismos atletas. Asimismo, siguió asombrando con esa peculiar técnica a los indígenas del Amazonas, a los cuales sobrepasaba, con mucho, en sus lanzamientos.
Esta es la faceta deportista de una persona poliédrica en la que, sospechamos, nunca dejó de estar presente el espíritu olímpico.