MOMENTOS OLÍMPICO MÁGICOS 95: EL GESTO DEPORTIVO DEL ENTRENADOR NORUEGO QUE HIZO QUE CANADÁ GANARA UNA MEDALLA EN TURÍN 2006
A veces ganar una medalla olímpica depende más que nunca del factor suerte y, en contadas ocasiones, como la que vamos a contar a continuación, de la solidaridad del contrario. Nos encontramos en los Juegos Olímpicos de invierno de Turín 2006. Es el 14 de febrero de ese año y en el circuito de nieve de la localidad de Pragelato va a tener lugar el debut olímpico de la prueba de relevos sprint femeninos de esquí de fondo, consistente en seis vueltas a un circuito de 1145 metros. Dos son las participantes de cada país. Pueden distribuirse el número de vueltas que consideren, pero en la práctica todos las dividen en tres por cada miembro del equipo. Sólo el año anterior había debutado esta prueba a nivel internacional. Lo hizo en el Mundial celebrado en Oberstdorf. En esa ocasión se realizó con el estilo libre de esquí quedando el podio de esta manera: Noruega, Finlandia y Rusia. En los Juegos de Turín habría un cambio, ya que se esquiaría en estilo clásico.
Dieciséis países participaban en la final, tras la eliminación de las semifinales. Las favoritas eran las de siempre, aunque destacaban las noruegas, no en vano contaban entre sus filas con la leyenda del esquí de fondo Marit Bjøergen, además de haber ganado el oro en el Mundial disputado el año anterior. Destacar también entre las contendientes a nombres que iban a brillar en años posteriores, como la estadounidense Kikkan Randall o la finlandesa Aino-Kaisa Saarinen.
Lo insólito que ocurrió en esta carrera tuvo lugar hacia la mitad de la penúltima vuelta de la misma, cuando la canadiense Sara Renner rompió uno de sus palos. Ni que decir tiene de la dificultad no solo de poder seguir el ritmo de sus rivales con un único bastón, sino de incluso continuar su carrera a un cierto ritmo. Y entonces tuvo lugar el gesto solidario del que hablábamos. Uno de los entrenadores noruegos, Bjørnar Håkensmoen para ser exactos, le entregó un bastón de repuesto. Gracias a este gesto deportivo pudo mantener el contacto con sus rivales y darle el relevo a su compañera, Beckie Scott, en una buena posición. Tanto, que definitivamente las canadienses se encontraban en el trío de cabeza, que no abandonaron hasta el final. Finalmente el dúo norteamericano sería superado por las suecas (Dahlberg y Andersson), pero Canadá se llevaría la plata, seguidas de las finlandesas, bronces. Es decir, lo han adivinado: Noruega se quedó sin medalla alguna.
Es verdad que ambas esquiadoras canadienses tenían un bagaje previo a destacar -Scott se había proclamado campeona olímpica en la prueba de persecución de 5+5 kilómetros en la cita olímpica anterior, sin ir más lejos-, pero definitivamente la entrega del bastón por parte del entrenador noruego, rival directo, fue determinante para no perder comba en la carrera y optar por una medalla.
Como se pueden imaginar, el gesto sumamente deportivo del entrenador noruego tuvo consecuencias: la Embajada Noruega en Canadá se llenó de una enorme cantidad de cartas de agradecimiento a su ciudadano. Sara Renner, la esquiadora medallistas “beneficiada” directamente, le envió a Håkensmoen una botella de vino en gesto de agradecimiento y no queda ahí la cosa, pues el empresario canadiense Michael Page donó alrededor de 8.000 latas de sirope de arce al Comité Olímpico Noruego para agradecer el gesto solidario tenido hacia la esquiadora de su país. Pocos meses más tarde el entrenador noruego recibiría en Budapest un premio honorífico al juego limpio olímpico. No sabemos cómo fue recibido el gesto de Håkensmoen en su país, pero sí conocemos sus declaraciones: “Fue algo natural para mí hacer ese gesto y creo que cualquiera lo habría hecho”. Lo que sí sabemos es que fue un gesto solidario prueba de los valores del deporte y el olimpismo, un gesto por desgracia no habitual, lo que le convierte en único.
Un comentario
Virginia
No todo el mundo lo hubiese hecho,es un gran gesto. Los noruegos seguro que estarían orgullosos ya que ganar por méritos propios y no por desgracias ajenas tiene mucho más mérito.