LA FAMILIA WENZEL-WEIRATHER, ACAPARADORES DE LAS MEDALLAS OLÍMPICAS DE LIECHTENSTEIN
El sexto país más pequeño del mundo, que cuenta con una población de 38.00 habitantes, tiene a los miembros de una familia como dominadores de su medallero olímpico. Diferentes componentes de la familia Wenzel-Weirather acumula el 70% de las medallas del pequeño país alpino de Liechtenstein. En concreto, han conseguido siete de sus diez medallas. Desgranemos esta peculiar familia, dedicada por entero al esquí alpino, como no podía ser de otra forma en su montañoso país.
Los hermanos Andreas y Hanni consiguieron medallas en los Juegos de Lake Placid 80. Ese año Andreas había ganado la clasificación general de la Copa del Mundo, exactamente lo mismo que hizo su hermana Hanni. En los Juegos de la localidad neoyorquina este esquiador nacido en Planken, Liechtenstein, se hizo con la plata en el eslalon gigante. Su hermana Hanni, dos años mayor, había nacido en la localidad bávara de Straubing, pero cuando apenas contaba un año de edad se mudó con su familia al pequeño principado alpino. En 1974 se convirtió, con poco más de 17 años, en la esquiadora más joven en ganar la especialidad de eslalon en un mundial. En los Juegos Olímpicos de Innsbruck de 1976 ganó la primera medalla olímpica para su país de acogida, un bronce en la prueba de eslalon. Volvemos a Lake Placid, donde se le une su hermano. Pero fue Hanni la que se llevó el gato al agua, siendo indiscutiblemente una de las “reinas” de esa edición olímpica al ganar dos oros (los del gigante y el eslalon) y una plata (en el descenso). Había igualado la mejor actuación de una esquiadora en unos Juegos Olímpicos. Los logros de los dos Wenzel colocaron ya de por sí en un puesto alto del medallero a su país.
Hanni, cuyos títulos en mundiales y Copa del Mundo -que le han supuesto ser considerada entre las mejores esquiadoras de todos los tiempos, la mejor junto a Vreni Scheider y Katja Seizinger en Juegos Olímpicos-serían demasiado arduos de detallar aquí, tendría que haber seguido aumentando su exitoso palmarés en los Juegos de Sarajevo 84, pero le impidió su participación un hecho que ahora nos parece ridículo: haber firmado un contrato comercial. En esa época los participantes tenían que ser totalmente amateurs. Hanni se retiró ese mismo año.
Andreas dio más alegrías a la familia haciéndose con la medalla de bronce en esos Juegos de Sarajevo a los que no pudo acompañar su hermana. Lo hizo de nuevo en la prueba del Gigante. Inútil también aquí detallar las 14 victorias en Copa del Mundo, sus 48 podios en la misma y sus cuatro medallas en Mundiales. La verdad es que en esto también le superó su hermana, pues ésta consiguió nueve medallas mundiales, dos generales de la Copa del Mundo, 33 victorias en la misma y un largo etcétera.
No paramos con los hermanos Wenzel, pues Hanni se casó con Harti Weirather, un esquiador austriaco especialista en la modalidad del descenso. Harti no pudo sumar medallas olímpicas a su familia política, aunque sí fue olímpico en Lake Placid 80. Sin embargo, sí que se proclamó campeón del mundo de descenso en 1982 y tuvo victorias en la Copa del Mundo, incluyendo un título en su disciplina favorita correspondiente a la temporada 81. Quizá su mayor logro fue ser la primera persona en bajar de los dos minutos en el famosísimo y exigente descenso de Kitzbühel (logrando un récord que duró toda una década).
Y, años más tarde, una nueva componente de la exitosa familia, de una nueva generación ya, vino para seguir engordando el palmarés de la familia y del país, un palmarés curiosamente que casi igual el de la familia con el del país entero. Se trata de Tina Weirather, hija de Hanni y de Harti. Tina nació en Vaduz en 1989 y prometió mucho desde bien pronto, pues debutó en la Copa del Mundo con 16 años. Viniendo de la familia de la que venía, ya con tres años afirmaba segura que de mayor quería ser esquiadora profesional. Pocos años más tarde, sus aspiraciones eran mayores, pues con 17 años escribió en un papel que sus objetivos eran ganar una medalla olímpica, un Globo de Cristal, un medalla en un Mundial y vencer en tres disciplinas distintas de la Copa del Mundo. Tina logró todo ello. Pese a lo abultado de su palmarés podría haber sido mucho más completo de no haber vivido un calvario de lesiones, que especialmente se “cebaron” con ella en las citas olímpicas. A saber: tras conseguir el Mundial de descenso en categoría junior se rompió los ligamentos cruzados de ambas rodillas. Tan solo un año más tarde volvió a romperse un ligamento en un entrenamiento. Años más tarde, en 2010, se rompió el cruzado durante una prueba de descenso. Eso le hizo perderse los Juegos de Vancouver 2010, a los que se había clasificado para cuatro eventos. Antes había tenido su debut olímpico en los de Turín 2006, pero con resultados algo pobres. Su mala suerte con los Juegos siguió, pues tampoco pudo estar en los de Sochi 2014 al caerse durante el cuarto entrenamiento para la prueba de descenso, ya en la pista olímpica de Rosa Khutor. Todas estas lesiones, además de hacerle perder importantísimas citas, la han alejado de las pistas de esquí durante temporadas enteras.
Para los que fueron su segundos Juegos, los de Pyeongchang 2018, logró por fin la ansiada medalla (bronce en el Super-G). Un bronce olímpico que, aunque va acompañado de otras relevantes medallas, puede que se quede en un bagaje escaso para lo que las cualidades innegables de Tina prometían. No obstante, huelga decir que Tina fue aclamada en un multitudinario recibimiento a la vuelta de los Juegos, donde prácticamente toda la población del país estaba presente. “El secreto de los éxitos de nuestra familia es la pasión por el deporte”, ha declarado la menor de todos ellos.
¿Creen que no hay más componentes del clan en ser olímpicos? Es cierto que no hay más en haber conseguido una medalla, pero Petra Wenzel, hermana de Hanni y Andreas, fue olímpica en 1980 y 1984 y Jessica Walter, eslalomista nacida en Vaduz y sobrina de los Wenzel y prima de Tina, participó en los Juegos de Turín, donde incluso fue la abanderada de Liechtenstein.