MIKI ANDO: “NUNCA TUVE EL SUEÑO DE SER MEDALLISTA OLÍMPICA”
El patinaje japonés es tradicionalmente potente en su categoría femenina. Ha dado al mundo grandes campeonas, entre las que se encuentra Miki Ando, dos veces campeona mundial (en 2007 y 2011), entre otras múltiples medallas. Su recorrido olímpico, que se ciñe a los Juegos de Turín 2006 y Vancouver 2011, no fue tan fructífero para la nacida en Nagoya, habiendo obtenido un decimoquinto puesto en los primeros y el quinto (cuarta tras el programa corto) en los Juegos disputados en la ciudad canadiense. Miki Ando, en una charla exclusiva con Historias de los Juegos, diferenció claramente ambas experiencias olímpicas:
“Mis primeros Juegos Olímpicos fueron realmente duros para mí porque yo llevaba poco tiempo dedicada al patinaje. Con nueve años me puse mis primeros patines, sin saber bien ni siquiera en qué consistía el patinaje artístico; simplemente disfrutaba de lo que hacía. Así que no me planteaba realmente llegar a ser un patinador en el top o representar a mi país. Por ello fue un poco difícil para mí llegar a tener confianza y hacer un buen papel [en Turín 2006], también porque me lesioné de gravedad, así que no estaba realmente en la mejor de las formas en mis primeros Juegos, pero intenté el cuádruple salto y, en conjunto, fue verdaderamente una gran experiencia para mí.
En cuanto a mis segundos Juegos, los de Vancouver, fueron mucho más fáciles para mí porque ya sabía cómo trabajar, sabía lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. No fallé en ninguno de los saltos, lo que creo que fue muy importante para mí. No fallar en ningún elemento es realmente algo fundamental, así que mi participación me satisfizo y estuve muy feliz de estar allí. Creo que hice un buen papel”.
A diferencia de otros atletas, Ando no sintió presión durante el evento olímpico, ni a pesar de ser muy joven en los primeros ni por ser una de las favoritas en los segundos: “He sido una patinadora que no ha sentido presión en los Juegos Olímpicos, en la primera ocasión porque realmente no era consciente de estar allí y en la segunda los disfruté; tuve mi “tiempo privado”, yendo al centro de la ciudad a visitarla, etc. Cada día, además, me sentía muy entusiasmada cuando estaba sobre el hielo, así que no sentí ninguna presión”.
La patinadora, recientemente retirada de la práctica competitiva, nos confesó que obtener una medalla olímpica no era el sueño de su vida, sino otro, relacionado con el deporte: “Mi sueño, el de siempre y el que todavía tengo, es convertirme en entrenadora, tanto de adultos como de niños, sin tener que ser necesariamente entrenadora de un patinador de primera línea internacional porque yo amo el patinaje artístico y quiero enseñar e inculcar a todo el mundo que este deporte es maravilloso. Ése es mi objetivo”.
“Por el contrario, nunca soñé con ser medallista olímpica. Por supuesto es estupendo ganar una medalla olímpica, pero considero que nuestra vida es más importante aparte del patinaje, así que yo he pensado más en el futuro. Desde que tengo nueve años he tenido ese sueño de convertirme en entrenadora y ese sueño nunca ha cambiado”.
La patinadora nipona reconoce no haber vivido a tope la experiencia de la villa olímpica por dos razones básicas: “Durante los Juegos básicamente estaba trabajando con mi entrenador, concentrados en nuestra labor, así que no nos fijamos en otros aspectos externos. Desde luego que la organización nos cuidaba y ayudaba, de lo cual les estoy agradecida, pero no me comunicaba realmente con nadie aparte de mi equipo”. La otra razón, durante los de Turín 2006, no es otra que el no saber hablar inglés: “No recuerdo bien haber llevado una vida en la villa olímpica en mis primeros JJ.OO. ya que no hablaba inglés, pero eso cambió en Vancouver, en donde conocí a muchos otros deportistas de muchos países y sentí un ambiente muy cálido, agradable y fuerte a la vez y sentí la gran energía que tenían todos, lo que contribuyó a que para mí fueran unos grandes Juegos Olímpicos”.
Miki pudo ver de cerca el espíritu olímpico, en este caso en un jugador de hockey hielo, cuya dedicación dejó una huella en la patinadora japonesa: “En Vancouver conocí a un tipo, un jugador de hockey que creo que es eslovaco, el cual se había roto un hueso, pero se quedó para seguir con el equipo, acompañándoles y apoyándoles. La cuestión es que el país le apoyó como muestra de respeto por seguir allí como componente del equipo, aunque estuviera lesionado. Ese hecho demuestra la pasta de la que están hechos muchos deportistas y me motivó”.
Ando, que fue la primera patinadora en realizar un cuádruple salto –durante el Grand Prix junio de la temporada 2002-2003-, ha recibido también la mención especial del Comité Olímpico Japonés en 2007. Quién sabe si en un futuro próximo se lleve su mayor satisfacción: entrenar a un campeón olímpico.