SAMMIE MAXWELL: GANÓ SU LUCHA ANTE LAS AUTORIDADES PARA PODER SER OLÍMPICA EN PARÍS 2024
Samara (más conocida como Sammie) Maxwell es una joven neozelandesa que empezó en el deporte de la mountain bike cuando contaba ocho años, algo que hacía junto a su padre y su hermano. Ya compitió en los Juegos Olímpicos de la Juventud celebrados en Buenos Aires en 2018 hasta que en 2023 llegó su gran logro: proclamarse campeona del mundo sub 23. A un año vista de los Juegos Olímpicos de París parecía clara su participación y, quién sabe, aspiraciones de podio. Pero pocos meses antes del inicio de los Juegos el Tribunal Deportivo de Nueva Zelanda decretó que no podía ir, defendiendo su salud.
Y es que Sammie no padecía ninguna lesión, sino un desorden alimenticio que, según el reglamento de su país, le impedía participar en unos Juegos Olímpicos ya que, según los criterios de las autoridades deportivas neozelandesas que determinan la elegibilidad para ir a unos Juegos, “los deportistas deben demostrar que no sufren ningún impedimento mental o físico que les pudieran impedir competir en los Juegos Olímpicos de París en los estándares más altos posibles”. Eso ocurrió apenas cuatro meses antes de los Juegos pero ya adelantamos que Sammie luchó por ser olímpica…y lo logró.
Sammie Maxwell lucha contra esos desórdenes alimenticios desde que era una adolescente, concretamente desde 2018. Bajó mucho de peso y los niveles de densidad de sus huesos indicaron que tenía RED-S (=deficiencia energética relativa en el deporte). Se trata de un síndrome que envuelve causas físicas y psicológicas. Y, así, a principios de 2021 tuvo que reducir su programa de entrenamientos para mejorar su condición. También tuvo que acudir a terapia para tratar de superar sus problemas con la alimentación.
Aconsejada por especialistas médicos Sammie paró sus entrenamientos pocos meses antes del inicio de los Juegos de París. Dejó de participar en las pruebas de la Copa del Mundo para tomarse en serio sus problemas mentales. Se dedicó durante meses a una vida tranquila: apuntarse a clases de francés, hacer repostería, dar paseos con su madre, ir tranquilamente en bici bajo el sol y sobre todo acudir a una clínica para seguir un tratamiento.
Tras este periodo Sammie se replanteó acudir a los Juegos. Volvió a coger la bicicleta más en serio y se puso a entrenar. Eso sí, llegando a un acuerdo serio con su entrenador: si bajaba de cierto umbral de peso cesaría en su plan de acudir a los Juegos de París. En estas, Sammie volvió a competir en la Copa del Mundo consiguiendo buenas plazas que la colocaban entre las diez mejores. Pero seguía su “sanción” oficial. Las autoridades no se fiaban de que estuviera plenamente en forma y sana y no la seleccionaron para ir a los Juegos. Según ellos el riesgo para su salud en caso de acudir a París era demasiado grande.
A continuación de ello Sammie no se quedó quieta: apeló y acabó ganando. La sentencia dejó claro que su caso había sido expuesto de forma incompleta o incorrecta ya que se realizaron varias irregularidades: se tomaron frases sueltas dichas por médicos sin todo su contexto, se usó información obsoleta e incompleta en su caso, no se la informó durante el proceso y, por tanto, no pudo corregir la información proporcionada. Además, el tribunal que dictaminó que podía acudir a los Juegos recalcó que “había habido una actitud discriminatoria hacia los deportistas con desórdenes alimentarios”.
Sammie Maxwell ganó, de esta manera, su posibilidad de acudir a sus primeros Juegos Olímpicos, pero lo hizo cuando apenas quedaban días para los mismos (el 15 de julio, cuando la competición fue el 28 de julio) y en medio de un proceso estresante. Aun así acabó en la pista Élancourt Hill donde se celebraba la competición de mountain bike (o ciclismo de montaña, también denominado ciclismo cross-country) en un más que honroso octavo puesto, es decir, diploma olímpico. Si Sammie compitió bajo presión no lo mostró desde luego, pues apararentemente lo hizo como si nada hubiera ocurrido antes; de hecho, consiguió el mejor resultado de su carrera como senior. Pero quién sabe si su puesto final no habría sido aún más alto de haber acudido con toda la tranquilidad previa necesaria para acudir con garantías a la máxima cita deportiva. Nos quedamos con que Sammie ganó la batalla para ser olímpica, aun teniendo que realizarla contra las autoridades de su propio país que, por cierto, tuvieron que pagar el equivalente a 8.600 euros a la ciclista por haber realizado en su caso «serias infracciones a las justicia», según determinó meses más tarde un tribunal deportivo.

Un comentario
Virginia
Difícil equilibrio entre salud y competición.