SAYA SAKAKIBARA: LA CAMPEONA OLÍMPICA QUE CORRIÓ Y GANÓ EN HONOR A SU HERMANO
A continuación, otro ejemplo de superación de un deportista de élite. En el caso que contaremos se trata de superación de numerosas lesiones y de la inseguridad que acarrean una vez superadas a nivel mental. Y hablamos de toda una campeona olímpica: la australiana Saya Sakakibara, quien se colgó el oro en París 2024 en la prueba de BMX Racing.
Saya llegó a tener barreras mentales, aumentadas por el tremendo peso de responsabilidad que suponía no solo competir por ella, sino también por su hermano Kai. Él había sido su introductor en el deporte, el hermano mayor al que ella siguió. Saya ganó la medalla de oro olímpica por él, el ciclista frustrado que no pudo continuar una carrera que prometía debido a un grave accidente que le tuvo en coma dos meses. Saya portó el número 77 de Kai en los Juegos de París. Corrió por él, tras pasar periodos en los que se planteó seriamente la retirada.
Saya nació en Australia hija de padre británico y madre japonesa. Precisamente en Japón pasó los primeros años de su vida e incluso llegó a representar al país del Sol naciente a nivel junior, pero finalmente decidió competir por Australia por los vínculos que sentía hacia el país-continente. Se inició en este espectacular a la par que peligroso deporte con apenas cuatro años, siguiendo siempre el ejemplo de Kai, que llegó a estar entre los diez mejores del mundo hasta su accidente.
La relación de Sakakibara con el deporte que la encumbraría ha pasado por momentos nada dulces. En sus comienzos ni siquiera le gustaba. Se había caído demasiadas veces, lo que la llevó a abandonar su bici durante meses, pero pasado ese tiempo le dio una segunda oportunidad al BMX, aunque las dudas volverían a llegar según llegaban las lesiones, una constante en su carrera. Saya, en sus comienzos, entrenaba y competía gracias a un pacto con sus padres: le permitirían hacerlo a cambio de buenas notas, combinando de esta manera estudios y práctica deportiva.
Llegamos a los Juegos de Tokio. Para clasificarse ganó en el preolímpico a la campeona del mundo Alise Post, pero desde su clasificación hasta la celebración de los Juegos, retrasados como es sabido, ocurrió el grave accidente de Kai, que conllevó una grave lesión en la cabeza que afectó a su capacidad de habla y al movimiento, teniendo que reaprender las habilidades más básicas durante 16 meses. A ello se unió la serie de lesiones que la propia Saya sufría, lo que le hicieron cuestionar si merecía la pena seguir. Se inclinaba por la retirada, pero fue el accidente de su hermano, que dio al traste con todas sus aspiraciones, el que la empujó a seguir, para pelear más por su hermano que por ella misma. A partir de entonces correría por dos.
En Tokio 2020 era favorita para una medalla pero se chocó en semifinales y, aunque el puesto en el que había acabado le daba el pase para la final, su estado físico se lo impidió. Esa caída le afectaría posteriormente a nivel mental. Empezó a tener miedo de tan siquiera subirse a la bicicleta. Ese momento olímpico de Tokio acabaría definiendo su futuro. Finalmente decidió continuar, pero las idas y venidas de su deporte no acabarían ahí. Sufrió varios parones pues se juntaron más caídas y lesiones con el poso mental que éstas le provocaban. Justo se estaba iniciando la temporada de 2023, recuperada Saya de un grave choque ocurrido el año anterior cuando la australiana perdió su primera carrera de la temporada. Entonces escribió a su entrenador diciéndole que incluso se alegraba de no llegar a las finales. Fue un momento de reflexión: ¿merecía la pena seguir? ¿No eran demasiadas las desilusiones que le proporcionaba su carrera, plagada de lesiones y dudas? Saya no veía sentido a sufrir tanto; por la cabeza tenía pensamientos de que el BMX sólo le producía disgustos. Simplemente no quería arriesgarse a sufrir más lesiones.
Si pensábamos que ese marcaría el punto y final en la carrera de Saya Sakakibara nos equivocamos. A los pocos meses volvió a ganar una carrera. Saya acabó ganando la Copa del Mundo ese año. Y la del año siguiente. En los Juegos de París, ciudad a la que se trasladó desde medio año antes, dominó de principio a fin. Cuando acabó la final que la proclamaría vencedora fue recibida por su pareja, el francés Romain Mahieu, que poquísimos minutos antes había ganado la medalla de bronce.
Saya ha sufrido, como consecuencia de sus caídas y lesiones, dolores de cabeza prolongados, alteraciones del humor, fatiga y otros daños físicos. Todo ello, como vimos, le provocó debilidad mental con una cabeza repleta de dudas y desilusiones. El grave accidente de su hermano fue lo que más le afectó. El choque en los Juegos de Tokio no ayudó precisamente. Pese a todo ello o gracias presimente a ello Saya se levantó, decidió no parar, no rendirse y fue compensada ganando el oro olímpico en París. Su vida nos demuestra que no todo es oropel detrás de un oro olímpico. No se consigue con facilidad ni falta de sacrificios. Pero ganarlo de esta manera es como mejor sabe. Ahora Saya Sakakibara puede afirmar que gracias a todos los infortunios de su vida y sus consiguientes superaciones “he crecido mucho tanto como deportista como como persona”.
Un comentario
Virginia
Me repito mucho pero es que es cierto, hay gente hecha de otra pasta y suelen ser deportistas. Tremenda historia de amor por la familia.