MARIA ANDREJCZYK: EL GESTO GENEROSO DE UNA ATLETA PARA SALVAR UNA VIDA
El valor de una medalla olímpica puede ser más grande aún que el logro que simboliza. En el caso que trataremos aquí pudo servir, además, para salvar una vida y, por descontando, para mostrarnos una prueba más de esos valores olímpicos y que ellos no son una entelequia, sino algo real. La plata de la jabalina femenina de Tokio 2020 es el ejemplo de todo ello.
Esa plata la ganó la polaca Maria Andrejczyk. Conviene conocer el pasado de esta atleta para entender mejor el gesto generosísimo que tuvo al subastar su medalla olímpica para sufragar la operación de un niño con problemas en el corazón. Desde niña el deporte jugó un importante papel en su vida; aunque eligió en primer lugar el voleibol, pronto se pasó al atletismo, posiblemente influida -y sin duda animada- por su madre, que había sido lanzadora de peso. La flexibilidad y el brazo rápido que se requieren en el voleibol la ayudarían sin lugar a dudas más adelante en el lanzamiento de jabalina, donde esas cualidades son fundamentales. Sin abandonar sus estudios (en su caso, de filología y traducción de inglés y ruso), Maria fue despuntando en el panorama nacional primero e internacional después.
Sus primeros Juegos Olímpicos los disputó en Río y allí casi pisa cajón del podio. Tras batir el récord nacional polaco en la calificatoria, obtuvo el cuarto puesto en la final. El bronce se le escapó por apenas 2 centímetros ante una grandísima rival: la bicampeona olímpica checa Barbora Špotáková. Llegó a ocupar el tercer puesto, que le habría dado un medalla. Fue en su quinto intento realizando una de sus mejores marcas en toda su carrera, pero la checa lo superaría, sacándola del podio. Nada más acabar los Juegos empezaron sus males de salud. Lo primero fue una fractura en el hombro que la hizo pasar por el quirófano a finales de ese mismo año de 2016. En el proceso de rehabilitación sufrió complicaciones, de tal manera que la obligaron a perderse toda la temporada de 2017.
En 2018 regresa a las pistas sin abandonar el dolor en el hombro, pero Maria sentía que “necesitaba” volver a la competición. Sin embargo, las marcas no la acompañaron. En esas que la atleta sufría asimismo de persistentes dolores de cabeza unidos a problemas nasales que le causaban dificultades para dormir. Una radiografía descubrió que todo ello se debía a un osteosarcoma, una forma de cáncer de huesos. Afortunadamente se trataba de la forma más suave de cáncer, uno que no necesitaba de tratamiento de quimioterapia. Sí que tuvo que operarse pero superó la enfermedad y apenas tres semanas después de pasar por el quirófano ya estaba entrenando. Los dolores de cabeza y los problemas de respiración habían sido superados, así que la atleta polaca se centró en el hombro realizando ejercicios de reforzamiento y de mejora en la flexibilidad del mismo.
El panorama se abría de nuevo para Maria, con los Juegos de Tokio 2020 a la vista, pero una nueva lesión aparece en enero de ese año, concretamente en el tendón de Aquiles. Siendo honestos, el aplazamiento de los Juegos le vino de perlas a Andrejczyk, pues ya en 2021 pudo llegar libre de lesiones a la cita olímpica. Y allí es cuando la atleta polaca alcanza su mayor logro deportivo -hasta el momento-: la plata olímpica. Pero si hablamos de ella aquí no es tanto por sus logros, su superación, su sacrificio, sino por el generoso gesto que tuvo tras obtener la plata. Maria decidió subastar esa medalla que tanto le había costado para dedicar el dinero que se obtuviera en la misma en el viaje a Estados Unidos y la costosísima operación allí a un niño (Miłosz) con graves problemas en el corazón. “El valor real de una medalla siempre permanece en el corazón. La medalla es sólo un objeto, pero puede ser de gran valor para otros. Esta medalla puede salvar vidas en lugar de acumular polvo en un armario. Por eso decidí subastarla para ayudar a los niños enfermos”, declaró a la televisión de su país.
La familia de Miłosz necesitaba de un total de 385.000 dólares. Se consiguieron gracias a tres factores que aunaron la generosidad de muchas personas: los 51.000 con los que se ganó la subasta, que ganó la cadena de supermercados polaca Żabka. Esa cifra fue ampliamente superada por donaciones particulares que llegaron a totalizar 128.000 dólares ante el llamamiento de la atleta. El dinero que faltaba lo donó una familia que a su vez había recaudado dinero en donaciones para su hijo enfermo quien, desgraciadamente, falleció. Los gestos de generosidad, una cadena ellos que propició el “milagro” de salvar a Miłosz, no quedan ahí, pues la cadena de supermercados que ganó la subasta decidió que Maria se quedara con su medalla. “Vosotros habéis hecho el milagro juntos”, anunció Maria en agradecimiento a todos los donantes. “Creo que mis problemas de salud me han hecho querer ayudar a otros porque teniendo lo duro que es. Lo que sabía era que quería ayudar a un pequeño con dolores”.
Si Maria Andrejczyk apasionó y alegró a los aficionados polacos al verle ganar una medalla olímpica en Tokio 2020 hizo más que eso más tarde, conmoviendo y llegando al corazón a todo aquel que supiera de su generoso gesto y del magnífico resultado que causaría. Hay cosas más importantes que el deporte pero los valores de éste pueden llegar a mejorar la vida de las personas, literalmente.
Un comentario
Virginia
Grandiosa!