Camino a París,  Paralímpicos

DOS HUÉRFANOS UCRANIANOS UNIDOS EN PARÍS 2024 POR EL PARABÁDMINTON

Los Juegos Paralímpicos siempre nos traen historias humanas que no pueden pasarnos desapercibidas. Una de ellas, ocurrida durante los de París, la protagoniza un trío unidos por el deporte del parabádminton. Se trata de los jugadores Oleksandr Chyrkov y Oksana Kozyna y de su antigua profesora Svitlana Shabalina, todos ellos ucranianos.

Oleksandr y Oksana coincidieron en el mismo orfanato de niños. Ella había nacido sin el hueso del peroné y fue abandonada por sus padres porque no tenían recursos para tratar su discapacidad. Por su parte, Oleksandr fue atropellado por un coche cuando contaba ocho años y pasó dos en un hospital; durante todo ese tiempo su madre fue a visitarlo únicamente en dos ocasiones. En el orfanato aparece la figura de Svitlana, una profesora que se convertiría pronto en su segunda madre. Ella reconoce que tenía “preferidos” entre los niños que cuidaba y Oksana y Oleksandr se encontraban entre ellos. La profesora les ofrecía más comida y, un buen día, tuvo la genial idea de proponerles que practicaran el parabádminton. Oleksandr aceptó con una curiosa condición: que pudieran ir a un McDonald’s. Shabalina encaminó sus carreras hacia ese deporte con la ayuda del Comité Paralímpico Ucraniano y las competiciones, incluso en el extranjero, empezaron a llegar.

Oksana Kozyna. Foto de BWF

Cuando empezó la invasión rusa de Ucrania Oksana estaba a punto de acudir a España para una competición, pero todo eso se paró debido a la guerra. Ellos no pueden negar que pasaron miedo, que hubo épocas de carencia de cosas básicas como la comida o la gasolina, que ni siquiera tenían refugios seguros donde protegerse de las bombas. Se imponía salir al extranjero. Los tres se dispersaron por el mundo. Zozulia, el entrenador nacional ucraniano de deporte paralímpico, intentó “colocar” a todos sus pupilos -no solo a Oksana y Oleksandr- en casas de amigos en países como Letonia, Gran Bretaña, Canadá, Estonia o Estados Unidos. Consiguió hacerlo, pero le costó más con el caso de sus alumnos con alguna discapacidad. Finalmente un club de bádminton del norte de Francia les ayudó a huir y a asentarse y entrenar en un pueblo cercano a Lille. Incluso el altruista presidente del club (Christophe Guillerme, merece ser mencionado) les compró billetes para Canadá para que participaran en su primer torneo desde que comenzara la guerra. Tenían que ganar puntos para la clasificación de cara a los Juegos.

Mientras tanto Svitlana también salió del país, concretamente a Suecia, sobre todo porque tenía que continuar su tratamiento de quimioterapia debido a un cáncer que le había sido diagnosticado. Fue en Suecia cuando descubrió de repente, a través de amigos comunes, que Oleksandr vivía cerca de ella y, desde que tuvieron conocimiento de este hecho, a menudo quedaban para cenar juntos.

La carrera hacia los Juegos Paralímpicos seguía, con grandes impedimentos. Un documental sobre su historia en el orfanato de Dnipro les empujó para que pudieran competir a nivel internacional. Y, en efecto, ambos lo han hecho en los Juegos Paralímpicos de París. En la mayor cita deportiva Oksana consiguió llegar a disputar la medalla de bronce en su categoría, aunque fue batida por su rival. Oleksandr no superó la fase inicial, pero lo mejor de su estancia en París estaba por llegar: el reencuentro con su antigua profesora, que resultó ser una auténtica sorpresa. La emoción les embargó a todos, así como el orgullo de Shabalina al verles competir, ella que les conocía desde niños. Los jugadores, por su parte, compitieron conscientes de la responsabilidad extra que tenían de ganar por sus compatriotas, por representar a un país víctima de una invasión.

Ni Oleksandr ni Oksana pudieron colgarse ninguna medalla en París 2024, pero el reencuentro con su antigua profesora no tuvo precio, así como su mera presencia y participación en algo por lo que tanto habían peleado.

El reencuentro. Foto de BWF

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