ZAKIA KHUDADADI: DE HUIR DE AFGANISTÁN A GANAR LA PRIMERA MEDALLA DEL EQUIPO DE REFUGIADOS PARALÍMPICOS
Zakia Khudadadi ya ha hecho historia. Y lo ha conseguido gracias a su fortaleza para superar las múltiples penalidades que le ha ofrecido la vida. Primero, por nacer sin parte de un brazo. Nacida en Afganistán -y este dato será fundamental para el resto del relato- tuvo que sufrir en su infancia el rechazo por este hecho. Pero cuando vio las hazañas de su compatriota Rohullah Nikpai, primer (y hasta el momento único) medallista olímpico de su país, ganar medallas en taekwondo en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012, Zakia se sintió inspirada y decidió ponerse a practicar su mismo deporte. Lo hizo introducida por una persona que también tenía una discapacidad, pero que al ver fuerza en ella la animó para dedicarse al taekwondo. Pese a su juventud (25 años) Zakia llegó a disfrutar del periodo previo a la vuelta de los talibán al poder. Fue entonces cuando se dedicó al deporte en el que ahora ha hecho historia. Recibió una wild card para poder participar en sus primeros Juegos Paralímpicos, los de Tokio 2020. Para su desgracia y la de millones de compatriotas los talibán accedieron al poder y la vida le cambió por completo.
Zakia ya no podría practicar ningún deporte, pues esa actividad se encontraba entre las muchas prohibiciones hacia las mujeres de los nuevos gobernantes, aunque ella la llegó a practicar en un gimnasio secreto a escondidas. Se imponía huir del país, así que Zakia lanzó un vídeo mensaje -que era en realidad una llamada desesperada- al mundo exterior. Todo esto ocurrió antes de la celebración de los Juegos de Tokio, donde estaba previsto que participara. El Comité Paralímpico Internacional tomó cartas en el asunto y programó su evacuación fuera del país y, de esta manera, Zakia pudo participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Desde el momento de su huida su vida consistió en un sinvivir, huyendo gracias a la ayuda internacional con destino final en París, la ciudad que la ha acogido y que pocos años más tarde la vería conseguir la primera medalla no ya para Afganistán, sino para el Equipo de Refugiados Paralímpicos, haciendo de esta manera historia (aunque también la habría hecho de haber conseguido la medalla para su país, tan escaso de éstas).
Con el público del Grand Palais parisino totalmente a su favor la joven afgana consiguió el bronce en la categoría K44 -47 kg. Las palabras que pronunció en la rueda de prensa posterior son dignas de verse reflejadas: “Quiero dar esta medalla a todo el mundo. Espero que algún día haya libertad en mi país, para todo el mundo, para todas las chicas, para todas las mujeres, para todos los refugiados del mundo y que todos nosotros trabajemos por la libertad y la igualdad”. Zakia está convencida de que haberse convertido en una refugiada no ha hecho más que reforzarla y que estos años de huida le han convencido de que, a pesar de las dificultades, se puede conseguir todo. Khudadadi ha dedicado la medalla a las mujeres de su país, esas que tanto sufren en su día a día y de las que con demasiada facilidad nos olvidamos. La parataekwondista quiere además que el eco que pueda tener su medalla, al tratarse de la primera del Equipo de Refugiados Paralímpicos, haga comprender al resto del mundo que “los refugiados tenemos derecho al asilo, que tenemos que huir de nuestros países por la situación que hay en ellos”.
Zakia ya no tiene que competir con velo, como tuvo que hacer en Tokio 2020. Tampoco hay miedo ya en ella, sino valentía y superación de los años pasados vividos en las peores circunstancias.
Un comentario
Virginia
En estos casos el deporte es un altavoz,espero que consiga el oro y que pueda algún día celebrarlo en su país a grito pelado por la calle con quien quiera y como quiera.