MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 114: UNA ADOLESCENTE JENNIFER CAPRIATI VENCE A LA FAVORITA STEFFI GRAF EN BARCELONA 92
La final individual femenina de tenis en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 iba a enfrentar a dos jugadoras en situaciones bien diferentes: De un lado Steffi Graf, la campeonísima que para entonces ya atesoraba un palmarés de once títulos del Grand Slam y era la vigente campeona olímpica en la vuelta del tenis a los Juegos Olímpicos acaecida en Seúl 88 (incluso había ganado en Los Ángeles 84 cuando aún no era un deporte oficial). La alemana se mantenía invicta en todos los partidos -diez- que había disputado en ediciones de Juegos Olímpicos. Del otro, Jennifer Capriati, una adolescente de 16 años que formaba parte del circuito mundial desde los 13 gracias a una exención especial. Prometía mucho, pero hasta ese momento aún no había ganado nada importante y había perdido en los cuatro enfrentamientos que había tenido contra su rival de la final olímpica.
Eso sí, la jovencísima Capriati había acabado con las esperanzas del público local al “cargarse” en semifinales a la española Arantxa Sánchez Vicario. Capriati era demasiado joven y ya se había visto que la presión había podido con ella en el pasado, pero fue llegar a Barcelona y cambiar el chip. Muchos consideran que el ambiente que vivió allí, rodeada de estrellas del deporte en la villa olímpica hizo que sintiera que la presión no estaba sólo sobre sus hombros, sino que se veía diluida entre tantos campeones. En la villa olímpica se relajó, pudo no solo conocer, sino charlar directamente con sus ídolos, como el nadador Matt Biondi, algunos remeros o incluso con Carl Lewis. Simplemente se divirtió y se relajó. También recibió consejos de un amigo de su familia: ni más ni menos que Manolo Santana. Todos estos factores influyeron en que Capriati afrontara el torneo olímpico sin presión. ¿Tal vez tenía más la campeonísima alemana, de la que cualquier cosa que no fuera oro supondría una decepción para sus seguidores?
La cuestión es que en la final Graf siguió su racha victoriosa en el primer set, ganándolo por 6-3. Steffi no había perdido ni un solo set en todo el torneo. Pero enfrente se fue encontrando a una Capriati cada vez más sólida que le lanzaba potentes golpes contra su revés. “Jennifer es una de las pocas jugadoras capaz de golpear lo suficientemente fuerte como para lograr eso”, confesaría más tarde el entrenador del equipo olímpico americano. Por su parte, la alemana declararía que “Jennifer fue muy consistente desde el fondo y no cometió los errores que solía cometer ante mí en otros partidos. Jugó con paciencia, algo que yo no hice”. Por todo ello la estadounidense se hizo con el segundo set con el mismo parcial, pero a la inversa, que el anterior: 6-3 para ella. También acabaría llevándose el tercero y definitivo por 6-4. Jennifer no se lo creía, definitivamente no pasaba por su mente. Llevaba dos semanas disfrutando como espectadora de los Juegos Olímpicos, viendo las victorias de sus compatriotas en distintas especialidades y pensando que sería “muy guay” (palabras textuales) ganar un oro olímpico. Acababa de realizar la primera gran victoria de su carrera y no lo había hecho precisamente ante una cualquiera. Probablemente el resultado en esa final sea un reflejo de hasta qué punto es importante la mente para alcanzar una victoria y el papel tan grande que juega a igualdad de físico o incluso de técnica. Ir relajada y sin presión, salir a disfrutar, le había servido a Capriati, quien -y esto no hay que olvidarlo- tampoco era una “don nadie” en el circuito, pues llegó a Barcelona como nº6 del mundo. Más tarde llegó a alcanzar el nº1 y se hizo con tres títulos del Grand Slam, aunque su carrera tuvo altibajos, lesiones, retiradas parciales largas y otros inconvenientes que ahora trataremos.
Porque mientras Graf después de la plata de Barcelona siguió haciendo historia, venciendo en numerosos Grand Slam (once más en total tras esa cita olímpica), Capriati entró en una espiral que combinó algunos éxitos deportivos y una cierta bajada a los infiernos a nivel personal. Que se sepa: detenida por robar unos anillos en una tienda; hospitalizada por sobredosis de droga; cayendo en el alcohol y las drogas; denunciada por su exnovio por acoso y por maltrato; detenida por posesión de drogas; declaraciones de intento de suicidio; depresión…En fin, algo muy lejos de una idílica vida de campeona y millonaria. Un ejemplo más de los peligros de presionar en la alta competición a deportistas con una edad demasiado temprana.
Un comentario
Virginia Bernardi Garrido
Una lástima, demasiada presión.