DOROTHY MANLEY: LA ATLETA QUE CASI NO ENTRENÓ Y FUE MEDALLA OLÍMPICA
Cuando la londinense Dorothy Manley practicaba atletismo, llegando a ser medallista olímpica en su propio país – en los Juegos de Londres 48- la vida de un/a deportista era muy distinta a la de los deportistas de élite actuales. El atletismo era para Dorothy una “actividad secundaria”. Ella tenía un trabajo de mecanógrafa para la Compañía del Canal de Suez y simplemente usaba sus vacaciones sin paga para poder participar en campeonatos. Durante los Juegos Olímpicos celebrados en su capital se trasladaba a las instalaciones olímpicas en Metro e incluso la ropa que usó en los mismos fue cosida por su madre siguiendo unas rigurosas reglas que impedían que los pantalones estuvieran más altos de diez centímetros respecto a la rodilla.
Dorothy Manley también se inició en el atletismo -que no consideraba de forma demasiado seria- de forma casual. Uno de sus profesores de colegio le recomendó el atletismo y ella simplemente entrenaba de camino al colegio, sin pisar un gimnasio. Todo esto ocurrió antes del inicio de la II Guerra Mundial. Lo curioso es que la cita olímpica de Londres 48 -donde, adelantemos, consiguió la medalla de plata en la carrera de 100 metros por detrás de la icónica Fanny Blankers-Koen – resultó ser la primera vez que Dorothy competía a nivel internacional. Y otra curiosidad: ella era en realidad saltadora de altura, pero su entrenador le dijo que como tal tenía pocas esperanzas de conseguir triunfos y que se pasara a las carreras de velocidad. Más rarezas: Manley se entrenó para las pruebas de velocidad apenas cinco meses antes de los Juegos Olímpicos, aunque reconocería tras su plata detrás de la grandísima “Mamá voladora” que ni entrenando en años podría haber superado a la ganadora, la neerlandesa Fanny Blankers–Koen.
Y así, tenemos a una Dorothy Manley que se convirtió en la primera británica en ganar una medalla olímpica en pruebas de velocidad. Un año antes de los Juegos de Londres su nombre apareció en la lista de posibles olímpicas pero para el salto de altura. Nunca llegó a saber por qué apareció en esa lista, pues no tenía apenas experiencia en competiciones. El caso es que Dorothy triunfó (porque una medalla de plata es siempre un triunfo y más si la que te gana es la mejor atleta del siglo) justamente en el estadio en el que su equipo de fútbol favorito -el West Ham United- había ganado la Football League War Cup en 1940 siendo ella testigo directo.
En la final olímpica que le reportó la plata Dorothy realizó la mejor salida de su vida, ya que precisamente las salidas no habían sido su fuerte nunca. Años más tarde participaría en los Juegos del Imperio Británico, encontrándose con la sorpresa de que la habían inscrito en el salto de altura. Sin apenas tiempo para entrenar esta especialidad, acabaría en cuarta posición. También tiene en su haber un récord mundial en relevos 4×200, realizado en 1951. Sólo un año más tarde se retiraría al sufrir de tiroides. Exactamente 60 años más tarde volvió a los Juegos Olímpicos, pero esta vez como simple espectadora de la final femenina de los 100 metros en los Juegos de Londres 2012.
Manley asombró en su día al mundo por sus capacidades pese al escaso entrenamiento, tanto de tiempo como de calidad, ya que, según declaró, su entrenamiento se limitó a correr un poco dando alguna vuelta a la pista de atletismo apenas semanas antes de los Juegos Olímpicos, ya que su trabajo le impedía entrenar más.
Un comentario
Virginia Bernardi Garrido
Si hubiese entrenado en serio se hubiese salido, menudo portento¡¡