LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA MEDALLA OLÍMPICA AL ASCENSO AL EVEREST
Pocos, poquísimos, saben que el alpinismo ha tenido medallas olímpicas y la historia de la primera de las medallas entregadas resulta fascinante. Ocurrió en la primera edición de unos Juegos Olímpicos de invierno, celebrada en Chamonix en 1924. Pierre de Coubertin quiso premiar a la expedición que en 1922 había intentado subir hasta en tres ocasiones al Everest, como es sabido la cumbre más alta del planeta. Se trataba de una expedición formada por trece escaladores (doce británicos y un australiano). En dicha expedición, liderada por el general Charles Granville Bruce, perdieron la vida siete sherpas debido a una avalancha. La medalla de oro olímpica les fue entregada por “su heroísmo en nombre de todas las naciones del mundo con peligro calculado científicamente”. Más tarde se entregaron siete medallas a los sherpas indios fallecidos y una octava medalla a un soldado nepalí que también pereció en el intento.
Lo más curioso fue que el teniente Edward Strutt, el segundo al mando de la expedición -de la que formaba parte, lo avanzamos ya, el famoso alpinista George Mallory, del que hablaremos más tarde- prometió llevar al menos una de esas medallas de oro olímpicas a la cumbre del Everest en la siguiente expedición dirigida al llamado “techo del mundo”. La cuestión es que desconocemos si finalmente pudo cumplir la promesa.
La nueva expedición tuvo lugar seis meses después de entregadas las medallas olímpicas. George Mallory (es ahora cuando retomamos a este célebre escalador) llegó a participar en tres ascensos (infructuosos) al Everest, los cuales tuvieron lugar en 1921, 1922 y 1924, el que tendría que subir la medalla olímpica a la cima. Anotemos que Mallory se aficionó al alpinismo en sus años de universitario en Cambridge, cuando un profesor le llevó a él y a otros amigos de vacaciones a los Alpes. Fue allí cuando Mallory destacó de entre el resto y le ofrecieron entrar en un club alpino. Sirvió como soldado en la I Guerra Mundial pero, una vez acabada, volvió a su ya nueva pasión: el alpinismo.
Centrémonos en el ascenso al Everest de 1924, en el que Mallory desgraciadamente perdió la vida. Junto a su compañero de escalada Andrew Irvine, fueron vistos por última vez a 244 metros de la cima. Había muchas, demasiadas nubes rodeando la cumbre. Es por ello que, aunque los observadores más cercanos de la expedición vieron a dos pequeñas figuras de negro subiendo no tienen la seguridad de que alcanzaran la cima. Lo que es peor, no se encontraron sus cuerpos. En el caso de George Mallory hubo que esperar hasta 75 años para recuperar su cadáver gracias a una expedición que partió ex profeso con esa misión. En su cuerpo, preservado gracias al frío, no encontraron una fotografía de su mujer que Mallory había prometido depositar el cumbre. ¿Es eso prueba de que finalmente consiguieron alcanzarla y dejar allí la medalla olímpica? Como el cuerpo de Andrew Irvine no ha llegado a encontrarse y era él que portaba la cámara no se han podido ver posibles fotografías de ambos coronando la cima. Igualmente no sabemos si era Irvine el que llevaba la medalla y logró depositarla o, por el contrario, sigue en alguno de sus bolsillos.
Podríamos seguir contando cosas de la fascinante vida de George Mallory que, como aventurero, gozó de una historia vital digna de ser contada, pero nos interesa el paso del alpinismo en los Juegos Olímpicos. Porque esa medalla entregada en los Juegos de Chamonix de 1924 no fue la única entregada al alpinismo en unos Juegos, pese a que nunca realmente se han celebrado pruebas de esta modalidad deportiva dentro del calendario olímpico. Veamos en qué contadas ocasiones se han llegado a entregar:
En la cita olímpica de Los Ángeles de 1932 se entregó a los integrantes de la primera expedición que ascendió a la cara norte del Matterhorn (entre ellos estaban los hermanos Franz y Tony Schmidt). En los siguientes Juegos Olímpicos, los de Berlín 36, se entregó otra medalla al matrimonio compuesto por Gunter y Hettie Dyhrenfurth, ciudadanos suizos pero de origen judío alemán, que habían realizado una expedición al Himalaya en 1934 donde Hettie batió el récord mundial de altitud para una mujer. Si se entregaron esta medallas fuer para “animar a la juventud para que emprendieran exploraciones peligrosas”.
Décadas más tarde, concretamente en 1987, el entonces presidente del COI Juan Antonio Samaranch otorgó la Orden Olímpica al alpinista italiano Reinhold Messner, la primera persona que ascendió al Everest en solitario sin botellas de oxígenos, así como la primera persona es ascender los 14 “ochomiles”. Messner rechazó el galardón.
La historia de la la primera medalla olímpica al alpinismo no acabó donde la dejamos, pues en 2012 el escalador Kenton Cool llevó una medalla de oro olímpica a la cima del Everest en honor de Strutt. La medalla que portaba pertenecía a Arthur Wakefield, uno de los componentes de la expedición “ganadora” del oro olímpico.
Un comentario
Virginia
No sabía que fue Olimpico, cuantas dificultades. Tiene mucho mérito lo que hicieron entonces. imagino que pasaron muy malos momentos solos, con frio y materiales muy primitivos para los estandares actuales, gran mérito.