WANG KI-CHUN: DE ÍDOLO DEL JUDO A SER DETENIDO EN TRES OCASIONES
Wang Ki-chun lo tenía todo para ser un ídolo en su país, Corea del Sur. Ya en 2007 se había convertido en alguien célebre por batir al entonces campeón olímpico de judo Lee Won-Hee en los enfrentamientos de clasificación para el Mundial de ese año. Triunfó en ese campeonato y se proclamó campeón mundial con 19 años de edad. Tan solo un año más tarde iba a llegarle la gloria olímpica, aunque esta vez no en forma de medalla de oro, pero sí de plata.
Eran los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Ya se encontraba en la posición de máximo favorito, pero en medio del torneo sufrió una fractura en su caja torácica provocada por el codazo del brasileño Leandro Guilheiro. Wang no abandonó, pese a los dolores que le producía la lesión. Llegaría a la final, que perdería, pero se iría de la capital china con una valiosa medalla de plata.
Casi repite subida al podio olímpico en la cita de Londres de 2012, pero finalmente se tuvo que conformar con el quinto puesto. Pero por desgracia Wang saltó a las páginas de la prensa mundial no precisamente por su -indudable- estilo físico de lucha, ni por su magnífico y letal dominio de los movimientos denominados seoi nage y tai otoshi. Wang es tristemente más conocido por haber sido detenido tres veces y sentenciado a la cárcel. Veamos las causas de sus problemas con la justicia.
En la primera ocasión en que su vida se cruzó con asuntos bien ajenos al deporte fue en 2009. En aquella oportunidad abofeteó a una mujer en un club nocturno, pero el asunto no llegó a los tribunales porque se llegó a un acuerdo. Su siguiente problema, esta vez de índole disciplinaria, tuvo lugar mientras realizaba el (exigente) servicio militar en su país. Estamos ya en el año 2014. Wang Ki-chun fue detenido durante ocho días por la policía militar de Corea del Sur por usar su teléfono móvil estando de servicio. Como fue pillado usando de nuevo su móvil una semana más tarde acabó en una cárcel militar. Y llegamos a 2020. Esta vez los cargos en su contra son mayores y decididamente más graves, pues se le acusó de “asaltar sexualmente a una menor” que acudía al gimnasio que él dirigía. Por desgracia no fue ése el único caso, pues fue acusado igualmente de haber asaltado a otra menor pocos meses antes. Debido a ello fue condenado a seis años de cárcel. Además se le prohibió trabajar con menores durante ocho años y tuvo que realizar 40 horas de un programa terapéutico sobre mala conducta sexual. La Federación Surcoreana de Judo le sancionó de por vida por “dañar en gran medida la integridad y el prestigio social del judo”. Hay que tener en cuenta que, una vez retirado, el medallista olímpico abrió una sala dedicada al judo en la localidad de Daegu.
Es triste que lo que debería ser una crónica sobre un respetable campeón que sirve de inspiración y espejo para los jóvenes sea una crónica de sus hechos delictivos.
Un comentario
Virginia
Que lastima, hay que ver que fina es la línea del éxito y el fracaso!