HIDILYN DIAZ: EL HISTÓRICO PRIMER ORO OLÍMPICO PARA FILIPINAS Y SU HISTORIA DE SUPERACIÓN
La empresa lograda por Hidilyn Díaz puede calificarse de épica. La haltera filipina ganó la medalla de plata en los Juegos de Río 2016, lo que supuso poner fin a 20 años sin medallas olímpicas para su país. En Tokio 2020 se superó haciéndose con el oro, logro aún mayor en todos los sentidos, pues conllevaba la primera medalla del metal más preciado para su país -de 108 millones de habitantes, recordémoslo- en su historia de participaciones en Juegos Olímpicos. ¿Más logros?: estableció el récord olímpico en la categoría de 55 kilos; en los Juegos de Pekín 2008 fue la participantes más joven en la categoría femenina de 58 kilos y, sobre todo, el logro fue haber salido adelante de la manera más brillante posible después de haber superado numerosos obstáculos.
El primero fue venir de una familia pobre, que contaba con otros cinco hermanos. Su padre era agricultor y pescador. Un primo suyo la introdujo en el deporte de la halterofilia pero sus recursos eran tan limitados que practicaba con pesas improvisadas hechas de neumáticos…e incluso de cemento. Además, tenía que financiarse trabajando en empleos a tiempo parcial vendiendo verduras y pescados o lavando yipnis, los tradicionales taxis filipinos, simplemente para poder pagarse el transporte a su gimnasio local.
Tanto esfuerzo pagó sus frutos, acudiendo a los Juegos Olímpicos de Pekín convirtiéndose de esta manera en la primera mujer filipina en competir en unos Juegos en el deporte de la halterofilia. No obtuvo un buen puesto, pero los especialistas ya vieron entonces que apuntaba maneras, teniendo en cuenta su joven edad. También estuvo en la siguiente cita olímpica de Londres, donde por lo demás fue abanderada. Acabó en 12º lugar, pero lo mejor estaba por llegar. En el ciclo olímpico que siguió a Londres 2012 decidió cambiar de categoría pasando de –58 kg a -53. Sabia decisión, pues los buenos puestos en distintas competiciones empezaron a llegar. Tanto es así, que de los Juegos de Río se fue con la medalla de plata al cuello, la primera medalla que no fuera de boxeo para Filipinas desde 1936.
A su exitosa participación en los Juegos de Río siguió un periodo particularmente difícil para Hidilyn. Mientras proseguían sus éxitos deportivos pasó por un mal momento particular cuando en 2019 fue acusada de complotar en un supuesto intento de derrocamiento del presidente de su país, Rodrigo Duterte. El entorno del presidente anunció una supuesta red contraria al mismo en la que participarían no ya tan solo políticos de la oposición, sino otras personas conocidas, como periodistas e incluso la ganadora del Premio Nobel de la Paz la también periodista María Ressa. Entre el supuesto grupo de sospechosos estaría la haltera por el simple hecho de que uno de los acusados la seguía en redes sociales. Al implicarla indirectamente en el complot (siempre supuesto) Díaz empezó a recibir mensajes insultantes por parte de los partidarios del presidente. Hidilyn pasó por un mal momento que afectó a su salud mental, pero no acabó ahí su calvario. A Hidilyn le pilló la pandemia (como a tantos otros) preparándose para los Juegos de Tokio. Las restricciones -por no hablar directamente de prohibiciones- de viajes la pillaron en Malasia, donde se encontraba en febrero de 2020. Le tocó quedarse en ese país hasta julio de 2021 debido a las severas restricciones de viajes. Aun con todo, eso no fue lo peor, ya que Malasia cerró los gimnasios, lo que provocó que Hidilyn, como en sus inicios, tuviera que improvisar la forma de entrenar. En esta ocasión levantaba “pesas” consistentes en palos de bambú con pesadas garrafas de agua en los extremos. Entre medias recibió de forma remota apoyo psicológico profesional y se dedicó a estudiar. No olvidemos que se licenció en informática y además es piloto militar con el grado de sargento. Fueron demasiados meses pasados con ansiedad por el confinamiento en una tierra extraña en la que no conocía a nadie.
Lo curioso es que cuando por fin el calvario acabó, acudió a los Juegos de Tokio y se llevó el oro, fue felicitada por el presidente contra el que llegó a ser acusada de una posible conspiración. Ya sabemos lo atrayente que es “hacerse una foto” con un campeón olímpico o presumir de haberle apoyado para llegar a lo más alto del podio. Al menos recibió casi 650.000 euros como premio por haber ganado un oro olímpico a lo que hay que sumar una casa en Manila y otra en Quezón. Huelga decir que se ha convertido en toda una heroína nacional, siendo la imagen de multitud de campañas publicitarias, además de que la oficina de correos nacional de Filipinas la dedicó un sello. Ahora, gracias a la popularidad y visibilidad alcanzada, quiere inspirar a jóvenes filipinas a perseguir sus sueños tirando abajo los (erróneos) estereotipos de que la halterofilia no es un deporte para mujeres. Seguro que más de una niña filipina se ha apuntado a este deporte gracias a su oro olímpico.
Un comentario
Virginia
¡Ay que duras experiencias!, pero que grande y cuanta fuerza de voluntad para llegar donde llegó. Lo mejor para otras citas deportivas¡¡¡. Como siempre los políticos lo peor.