MISSY FRANKLIN: LA LEYENDA DE LA NATACIÓN QUE PUDO SER Y NO FUE
La estadounidense Missy Franklin estalló en el mundo de la natación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 cuando contaba sólo 17 años de edad. Se convirtió en la estrella que Estados Unidos necesitaba para reemplazar en un futuro cercano a Michael Phelps. Así al menos lo vieron muchos tras ganar ella cuatro oros y un bronce en la cita olímpica de 2012. Dominadora absoluta del estilo de espalda y con resultados brillantes también en el libre, Missy Franklin era el recambio que su país necesitaba para convertirse en la nueva estrella de las piscinas. Y con 17 años todo hacía augurar que las medallas iban a caer en cascada durante bastantes años. Y eso que Missy podría no haber dado ninguna medalla a Estados Unidos si hubiera optado a competir por Canadá, cuya nacionalidad posee al ser tanto su padre como su madre de aquel país. Pero ella ya nació en California, hija de una doctora y un jugador profesional de fútbol americano y prefirió competir por su país natal.
En 2008 Franklin ya participó en los Trials para poder acudir a los Juegos de Pekín 2008, sin conseguirlo. Al fin y al cabo era por entonces únicamente una escolar de 13 años. Dos años más tarde ya ganó sus primeras medallas a nivel internacional. Pero su explosión fue, sin duda, en los Juegos de Londres, aunque pocos meses antes ya batió su primer récord del mundo. Y si en Londres 2012 deslumbró al mundo en el Mundial disputado al año siguiente en Barcelona se consolidó, ganando seis oros, lo que le hizo batir un nuevo récord: el de mayor número de oros ganados por una nadadora en una misma edición de un Mundial.
Después de sus éxitos olímpicos rechazó varias ofertas de patrocinadores y anuncios con el único fin de poder mantener el amateurismo exigido que le permitiera competir en la NCAA, esto es, la liga universitaria de su país. La recompensa fue la sucesión de medallas con su universidad, la de Berkeley. La californiana siguió batiendo récords del mundo, pero ya en el Mundial de Kazán de 2015 se vio que en vez de progresar sus resultados iban en declive. Fue un presagio de lo que le ocurriría en los Juegos de Río, donde ni siquiera pudo llegar a las finales en sus pruebas individuales colgándose, eso sí, el oro en los relevos 4×200 metros estilo libre. ¿Qué le ocurría a Missy Franklin? Básicamente dos causas que podrían explicar su mal rendimiento: lesión y depresión. La combinación de ambas provocó su temprana retirada a los 23 años. Sólo después la ya exnadadora confesaría que nunca realizó una segunda -necesaria- operación en su hombro. Por ello los dolores que aún hoy padece sólo le permiten nadar no más de media hora al día, ya a nivel amateur. Pero no fue sólo el físico el único padecimiento de Missy Franklin. Seguramente en directa relación con éste comenzó a padecer ansiedad, depresión y desorden alimenticio a raíz de los Juegos de Río, probablemente derivados de los pobres resultados en esa competición. Pidió ayuda profesional porque “nunca había estado más bajo”. Así se sentía en 2016, incluso antes de los Juegos de Río. El contraste con su rendimiento y resultados en la anterior cita olímpica era brutal. El nivel de presión que se había creado en torno a ella era alto. Llegó a tener pavor de la competición, hasta que un día se sentó ante sus entrenadores y les confesó que algo iba muy mal, sin saber exactamente el qué. El caso es que la combinación de su estado físico, que le hacía pasar por continuos dolores, y la decepción de sus resultados hicieron que dos años más tarde tomara la decisión de retirarse.
Ahora Missy se centra, además de en su hijo recientemente nacido, en la lucha para animar en las donaciones de trasplantes de hígado ya que los padece directamente en dos familiares cercanos: su padre y su tía y madrina. Ambos necesitan urgentemente de la donación de alguna persona viva, pues la lista de espera en el trasplante de personas ya fallecidas es demasiado larga y su condición está al límite, en la última etapa del fallo del hígado. La familia de Missy padece una enfermedad genética en este órgano vital. En el caso de su padre y su tía por descontado realizan diálisis, diariamente (el hígado de su padre sólo funciona en un 15%), pero sienten cansancio permanente. Así que la exnadadora pasó los reciente Juegos Olímpico de Pekín dando a conocer la cuestión de la donación de órganos, que le toca tan de lleno.
La vida de esta multicampeona olímpica podría resumirse en una continua lucha por una razón o por otra y una sensación de que podría haberse convertido en una leyenda de la natación si otros aspectos negativos no se hubieran cruzado en su vida.
Un comentario
Virginia
Que pena,del cielo al suelo en poco tiempo. Espero lo mejor para ella y su familia, esa labor de visibilizar la donación es encomiable.