FABIAN HAMBÜCHEN: “EN RÍO 2016 CUMPLÍ MI SUEÑO DE SER CAMPEÓN OLÍMPICO”
Fabian Hambüchen es uno de los mejores gimnastas que ha dado Alemania. Compitió en cuatro Juegos Olímpicos y atesoró tres medallas en ellos, una de cada metal, siempre en el aparato que era su especialidad: la barra. Pero no estamos ante un gimnasta especialista, puesto que competía en el concurso general individual, ganando valiosas medallas en Mundiales y Europeos, e incluso llegó a ganar medallas en ambos campeonatos en otros aparatos, como el salto, el suelo y las paralelas. Un gimnasta completo, pues, al que sin embargo faltó esa medalla olímpica en el concurso individual que tanto persiguió.
Con Hambüchen charlamos para hablar de sus experiencias olímpicas, que empezó desgranando de esta manera: “Mis primeros Juegos Olímpicos fueron los de Atenas, donde fui 23º. En esa ocasión fui finalista en la barra fija. Entonces era demasiado joven y sin ocasión de ganar una medalla. Cuando acudí a los Juegos de Pekín 2008 era el campeón vigente en la barra y plata en el concurso individual en el Mundial del año anterior, el de Stuttgart 2007, así que realmente buscaba la medalla en los Juegos de Pekín, también en el concurso completo. Me entristeció y enfadó al mismo tiempo el no alcanzar la medalla en esa competición. Lo mismo ocurrió en los Juegos de Londres cuatro años más tarde. En esa ocasión estaba en una buena posición para ganar la plata en el concurso individual, pero cometí varios errores y acabé en un 15º puesto. Por supuesto que me decepcionó mi actuación porque ganar una medalla en el concurso individual es algo muy grande. Ser especialista en un aparato también es muy bueno y estoy muy feliz de haber ganado medallas en un aparato pero recordando mis actuaciones en Juegos Olímpicos me apena no haber ganado ninguna en el concurso individual, pero así es la vida, el deporte, la gimnasia…Pero al fin y al cabo estoy contento con las medallas que he ganado”.
En Pekín 2008, además de llevarse el bronce en la barra, se hizo con tres “malditos” cuartos puestos: en la competición por equipos y en los aparatos de suelo y paralelas. En Londres 2012 sus puestos en general fueron peores, pero el color de la medalla que ganó subió del bronce a la plata, siempre en barra. Apuntaba sin embargo también a una medalla en la general individual pero “tuve tres errores: un ligero error en el caballo con arcos y dos caídas: en salto y en la barra fija. Cuando me disponía a realizar el ejercicio de barra, el último en mi caso en la competición individual, me dije a mí mismo que haría la rutina más difícil, aunque ya sabía que había perdido mis oportunidades de medalla”.
Para cuando disputó los Juegos de Río se encontraba en el final de su carrera y ya no pudo competir en el concurso individual, sí en el de suelo, por equipos y en la barra, donde venció: “En los Juegos de Río por fin se cumplió mi sueño. Había soñado con un oro olímpico desde los ocho años. Recuerdo haber seguido los Juegos de Atlanta 96, donde ganó un alemán en la final de barra. Después de verle le dije a mi madre que quería ir a unos Juegos y quería ganarlos. Desde entonces ése ha sido mi sueño y cuando lo cumplí en Río fue increíble. En Río no disputé el concurso completo por una lesión en un hombro pero tenía esa oportunidad de medalla en la final de barra y la cogí, convirtiendo en realidad mi sueño de siempre”.
Durante años su mayor rival (seguimos hablando de su especialidad, la barra), fue el neerlandés Epke Zonderland con quien, pese a todo, mantuvo siempre una gran amistad, más que rivalidad: “Mi mayor rival en la barra -el neerlandés Epke Zonderland- era también un gran amigo. Competíamos juntos desde 2004, cuando éramos juniors. Durante años, hasta 2012, yo era el número 1 en la barra y él el número 2, pero esto cambió en los Juegos de Londres y en los años posteriores, pero nunca dejamos de ser muy buenos amigos. Nos apreciábamos y respetábamos mutuamente. Entrenábamos juntos antes de las finales. Recuerdo en un calentamiento en los Juegos de Londres en los que estábamos él y yo en una barra entrenando y en otra todo el resto y nos dijimos que debíamos vencerles a todos. Siempre nos sentimos cercanos y nos caíamos bien. Siempre hubo fair-play entre nosotros y una auténtica amistad. Nunca nos vimos como “enemigos”, sino como buenos amigos. Por supuesto todos queremos ganar, pero nosotros lo hicimos de una manera justa, dando lo mejor de nosotros mismos, aunque dependemos de los jurados y nunca sabemos lo que va a pasar. Seguimos siendo buenos amigos y seguimos en contacto”.
Como se sabe, la gimnasia es un deporte que depende de las decisiones de los jueces. Le preguntamos si alguna vez sintió que éstos cometían una injusticia con él en algún gran campeonato: “Hubo un Mundial en 2013 en Amberes en la final de barra que Epko ganó y yo quedé segundo y, en mi opinión, el resultado no fue el justo. Muchos neerlandeses acudieron a Bélgica y parecía que Epke jugaba en casa pero si analizas los dos ejercicios considero que el mío era mejor y hasta Epko dijo esto mismo. Por supuesto no me enfadé con él, sino con los jueces, aunque aprecié su victoria, delante de su público. Sentí que Epke merecía experimentar esa sensación de ganar ante tu afición. Como éramos amigos decidí disfrutar ese momento con él. Creo que fue la única ocasión en toda mi carrera en que consideré que una decisión de los jueces no fue correcta”.
Hambüchen, que en Tokio 2020 -los primeros Juegos en los que no ha participado- realizó análisis técnicos de la gimnasia para Eurosport e incluso reportajes previos sobre cómo es la vida en Japón, nos contó una anécdota ocurrida en la cita olímpica de Atenas 2004 cuando aún era un crío de 16 años: “Mi madre me cuenta que cuando era niño un día le dije que quería correr como Carl Lewis. Un día, durante los Juegos de Atenas, estaba esperando un autobús en la villa olímpica. Estaba buscando mi ruta y vi a un hombre de pie. Me dije a mí mismo que le conocía pero no caía en quién era. Luego busqué por internet y vi que se trataba de Carl Lewis. Se lo conté a mi madre y me dijo que ese era el tipo en el que quería convertirme de niño. Era una época en la que no había selfies, pero fue muy chulo haber estado junto a Carl Lewis, aunque fuera esperando a un autobús”.
Fabian Hambüchen pudo haber cosechado incluso el doble de medallas olímpicas de las que tiene, pero hoy en día es un ex gimnasta satisfecho y feliz con lo conseguido, pues puede hacerse llamar campeón olímpico. Más que merecido.
Un comentario
Virginia
Espíritu Olímpico a tope como debe ser¡