CARLOS LLAVADOR: “MI PROGRESIÓN DA ESPERANZAS DE MEDALLA EN TOKIO 2020”
Considera que es un “privilegio” ser el primer español clasificado para unos Juegos Olímpicos en el deporte de la esgrima desde Pekín 2008. Carlos Llavador se lo ha trabajado a base de bien. Ha tenido que hacer de todo para autofinanciarse sus participaciones en campeonatos. Una vida de sacrificios que, afirma, le ha compensado: “Cuando conseguí mi primera medalla pensé que por lo menos todo el sufrimiento había merecido la pena. Nunca pensé en dejar la esgrima, pese a las trabas económicas, porque estaba lo suficientemente enamorado de la esgrima”. Los de Tokio tendrían que ser sus segundos Juegos Olímpicos, pero no pudo estar en Río 2016 por esas mismas trabas económicas a las que hay que sumar las burocráticas y el hecho de que, simplemente, no creían en él. Nos cuenta su calvario: “Para poder estar en los Juegos de Río el ciclo de clasificación comenzó en 2015. Por entonces la federación no me financiaba las competiciones. Me planteé ir a buscar unos puntos importantes de cara a la clasificación directa en la prueba del Grand Prix de China sin ir al preolímpico, porque al final el preolímpico es una competición dura, que sólo vale si ganas y es muy complicado. Vi en el calendario que el Grand Prix de China coincidía con el campeonato de España y a nosotros ese campeonato nos da muchos puntos para la beca de la Comunidad de Madrid, que al final es una fuente de financiación vital para nosotros”. Ahí comenzó su lucha contra la burocracia: “Fui a la federación a ver si se podía cambiar el calendario para yo poder asistir a China y me dijeron que era imposible. Decidí asegurar la única fuente de financiación que tenía en ese momento. Fue una reunión dura, con palabras directas y que dolían”. De esta forma, Llavador se quedó con la beca de la CAM pero sin los puntos internacionales para ir a los Juegos Olímpicos.
Las tornas cambiaron en cuanto Carlos empezó a ganar medallas internacionales: “Después llegó el campeonato de Europa sub 23, que decidí probar. Hice unas camisetas para, en caso de subir al podio, subir con ella ya que si la federación española no me estaba pagando, ya que me lo financiaba yo todo, ir con mi camiseta. Quedé tercero y a partir de ahí la federación cambió un poco su visión. Además se creó como un movimiento brutal con la camiseta, que estaba muy demandada; todo el mundo me quería apoyar, más que a nivel económico era un apoyo moral que era muy importante porque aunque veía que de cara a la federación no era tan importante, el resto de la esgrima, amigos, etc. sí que creían en mí. A las dos semanas fui al Europeo absoluto y conseguí otro bronce. Además no estaba seguro de acudir a ese campeonato porque era en Suiza y costaba mucho. A partir de ahí fue un antes y un después; se cambiaron las tornas y fue cuando empezaron de repente a pagarme todas las competiciones y con un entrenador, cuando hasta entonces yo viajaba solo y pagándomelo yo. Resultó que quedé el primer europeo que no clasificó para Río. Yo competí en ocho competiciones, en vez de las diez posibles que clasifican”.
A este tirador de esgrima especialista en florete le pasó lo que a muchos: que están con los deportistas cuando ganan, pero no apuestan por ellos ni reciben las ayudas necesarias cuando lo necesitan: “Mi caso ha sido un poco raro, porque en vez de crear una estructura y luego poder subir el nivel tuve que demostrar el nivel para que me creasen esa estructura. Estas circunstancias, si consigues seguir, te fortalecen aún más”. Como vemos, Carlos recibió el apoyo de su entorno (incluso un profesor suyo de inglés le pagó el viaje a Italia para que mejorara en su esgrima) y de sí mismo. Durante demasiado tiempo no pudo viajar para competir en todas las pruebas porque simplemente su presupuesto, pagado por él mismo, no le llegaba. Ni hablar de viajar acompañado de su entrenador. Pero su amor hacia la esgrima le empujó a hacer todos esos sacrificios. “He tenido incluso que dormir en portales para seguir compitiendo en esgrima”, nos confesó. Afirmación terrible pero que da aún más valor al ver hasta dónde ha llegado. Porque Carlos ha ganado un bronce mundial en 2018 y el ya mencionado bronce europeo. No debería ser así, pero durante un tiempo este madrileño ha sobrevivido en el deporte gracias a “las becas de la Comunidad de Madrid, siendo junior. Gestionándolas bien fueron las que permitieron que pudiese apostar por mí mismo. Esa fue la clave en mis comienzos. Una vez que conseguí esas dos medallas en los Europeos ya cambié de cara a los ojos de la federación y Consejo Superior de Deportes para que pudiese gastar dinero para competiciones”.
Acudir a Italia, cuna de campeones en su deporte, para mejorar ha sido clave en su carrera, también para su moral: “En España nos ponemos un techo nosotros mismos, no sé si por no estar acostumbrados a tener a gente que esté ganando competiciones, entonces no sabes hasta qué punto el nivel que tienes es alto o no. Una vez que llegué a Italia y empiezo a entrenar con el entrenador de Daniele Garozzo y me reciben con los brazos abiertos, me dicen “Tú entiendes la esgrima. Eres bueno”. Con el apoyo de gente que tiene un nivel alto te refuerza más si tenías dudas porque piensas “si esta gente, que son campeones olímpicos, creen que soy bueno…” te sube la moral muchísimo y luego también la mentalidad que tienten allí, ganadora. Allí das todo y hay una intensidad en los entrenamientos que en España no existe”.
A Tokio 2020 va con la confianza de un bagaje previo que permite ser optimistas: “He conseguido en los últimos años medallas importantes, ganar en la Copa del Mundo, así que hay una progresión que da esperanza y ánimo a buscar buenos resultados en Tokio, sobre todo la medalla”. Considera que es más duro llegar hasta unos Juegos que probablemente el campeonato en sí, porque el proceso es difícil y es entonces cuando más presión siente si las cosas no salen perfectas. “Parece que los Juegos Olímpicos es el único objetivo que puedas tener”, aunque, reconoce que “es importante para deportes como el nuestro el tener presencia en Juegos Olímpicos”. Porque los Juegos tienen ese algo especial que los distingue del resto de competiciones: “Soy consciente que el hecho de hacer una medalla en los Juegos no tiene nada que ver con otro tipo de medallas. Sí que es verdad que la medalla en un Mundial es más complicada, pero siempre está la opción de que al año siguiente hay otro Mundial. En cuatro años vista no sabes dónde vas a estar. Sí que tienen eso de especial, de ser cada cuatro años, de ser la competición más seguida y es muy exclusiva”. Promete luchar por lo máximo en Tokio en un deporte que “me eligió a mí, no yo a él”. Si de lucha se trata, Carlos Llavador ya lleva más de medio camino hacia el podio hecho, pues su vida como deportista ha sido eso: lucha, lucha y más lucha. Todo por amor a la esgrima. Merece recompensa.
Un comentario
Virginia
¡Qué no habría hecho si desde el principio le ayudan y le facilitan las cosas!, en otro país seguramente sería una figura pero aquí lo pasaba mal gastando su dinero, una pena. Le deseo lo mejor en Tokio.