TEGLA LOROUPE: LA CORREDORA CAMPEONA DE LA PAZ
Hemos comprobado en estas páginas que muchos grandes campeones lo son fuera de las pistas. La keniata Tegla Loroupe lo es y a incluso mayor escala a como lo fue cuando disputaba carreras de atletismo. Puede que su desarrollo posterior a su carrera profesional, donde veremos que está totalmente involucrada en causas humanitarias, proviniera de sus orígenes. Tegla, nacida el valle del Rift -prolífico en corredores de larga distancia-, nació en el seno de una familia polígama donde le tocó vivir con 24 hermanos, fruto de los cuatro matrimonios -contemporáneos- de su padre. Si ya nos podemos imaginar la dureza de la vida que le tocó llevar más lo haremos cuando sepamos que nadie la apoyó en sus deseos, desde pequeña, de dedicarse al atletismo, algo que se le había dado muy bien desde que de niña tenía que correr 20 kilómetros hasta la escuela. Ya en el colegio se dio cuenta de su potencial ya que ganaba a los chicos. Su padre opinaba que debía dedicarse a las tareas del hogar, como todas las mujeres de su entorno y, hasta que formara su propia familia, trabajar de niñera. Sólo su madre la apoyó. La federación keniata tampoco la apoyó, pues consideró que era demasiado pequeña y delgada. Pero Tegla no se achicó y empezó a ganar carreras campo a través. Lo hacía descalza y tardó un año en poder pagar sus primeras zapatillas para correr. Aun así, Tegla seguía corriendo descalza, probablemente por estar ya acostumbrada a hacerlo de esa manera. Descalza ganó medallas en Mundiales y otras competiciones internacionales.
Uno de sus mayores éxitos fue ganar la maratón de Nueva York en 1994 (hito que repetiría al año siguiente). Se convirtió en la primera africana en hacerlo, ella, que provenía de un país con multitud de campeones masculinos pero que había dejado de lado el atletismo femenino. De repente, Tegla Loroupe se convirtió en un ídolo en su continente, en un modelo a seguir. Más tarde, como veremos, aprovechó eso para encauzarlo en buenas causas. Pero antes tenemos que ver su recorrido profesional. Tegla siguió ganando maratones prestigiosos por todo el mundo y en el año 2000 acudió a los Juegos Olímpicos de Sidney siendo una de las favoritas (ya había participado en las dos ediciones anteriores, en la prueba de los 10.000m), pero la suerte le fue esquiva. Se presentaba tanto para correr la maratón como la carrera de los 10.000 metros pero Tegla sufrió una fuerte intoxicación alimentaria la víspera de la maratón. Pese a ello la corrió, acabando en 13º lugar y, al día siguiente, la carrera en pista de los 10.000 metros, finalizando quinta. En ambos casos corrió descalza. Si corrió, según afirmara posteriormente, fue porque tenía un sentimiento de obligación como esperanza para las mujeres de su país.
Aparcamos su carrera profesional, que contó con más victorias, para centrarnos en el recorrido vital posterior que abordó Tegla. Desde niña, habiendo nacido en una zona en conflicto, tuvo el sueño de buscar la paz. Puede que suene un poco cursi, pero Tegla no se limitó a soñarlo, sino a tratar de hacerlo realidad. Ella vio que el deporte podría ayudarla a alzar su voz por la paz en su tierra. Si al principio se encontró con la oposición de muchos porque no entendían que “una chica abandonara sus obligaciones familiares”, con sus triunfos y logros en el deporte, Loroupe vio que éstos influían grandemente en su tribu. En 2003 creó la Peace Foundation que a su vez lanzó la Carrera por la Paz, una carrera de 10 km en la comunidad que le vio nacer, Pokot. Se ha convertido en una carrera anual en la que se reúnen tribus en conflicto. El día de las carreras no se ven como enemigos. Esta iniciativa ya ha logrado varios hitos importantes: las muertes tribales se han reducido a cero y dos de los guerreros más buscados de Kenia han dejado de luchar. No acaban aquí los esfuerzos de esta atleta por pacificar su zona. También ha creado la Academia para la Paz Tegla Loroupe, una escuela dedicada al deporte y la educación. Los que se gradúan también trabajan para defender la paz en sus zonas porque se considera que la educación es el camino hacia la paz.
Las Naciones Unidas han prestado atención a los logros de esta corredora y la han nombrado Embajadora del Deporte de la ONU. No se ha limitado, pues, a intentar pacificar su zona, sino que ha extendido su foco de atención a los conflictos en Darfur, en Egipto, Turquía, China, Sudán…
Actualmente Tegla Loroupe está centrada en los refugiados. Creó, con el inestimable apoyo del COI, el Equipo Olímpico de Refugiados que participó en los Juegos de Río. Loroupe los lideró allí, lo mismo que hará en Tokio, donde actuará como Chef de Mission del Equipo de Refugiados, ya plenamente asentado. Mientras tanto, trabaja para que esos atletas refugiados puedan entrenar, encuentren patrocinadores, etc. Los refugiados, en palabras de Tegla Loroupe, “son personas cuyo talento se está desperdiciando. Están atrapados, han tenido vidas muy duras y aun así siguen en pie”.
¿Seguimos contando hasta qué punto está involucrada esta atleta en causas humanitarias? Es miembro del club “Campeones por la Paz”, compuesto por deportistas de élite que sirven por la paz a través del deporte; es embajadora de la Copa del Mundo de los Sintecho; ha sido incluida en el proyecto Olímpicos por la vida, que se dedica a promocionar la paz; ha sido nombrada por la ONU como Persona del Año en 2016, así como el premio “Héroe de la Comunidad”, entre otros galardones. En definitiva, Tegla Loroupe dedica su vida a apoyar la paz, la prosperidad y el avance económico de las comunidades de Kenia, de África y de otros lugares del mundo, con especial dedicación a las mujeres con el fin de que se incorporen a la vida profesional fuera de sus casas por medio de la educación.
Un comentario
Virginia
¡Qué vida más dura y que gran atleta a pesar de los palos en la rueda!, seguro que los políticos de su país quieren la foto con ella pero luego poca cosa, ojalá me equivoque.