Entrevistas

LUISA ÁLVAREZ IGLESIAS, PIONERA DEL PIRAGÜISMO ESPAÑOL: “LAS PALISTAS NO GOZAMOS DE LA MISMA PLANIFICACIÓN QUE LOS HOMBRES DE CARA A BARCELONA 92”

Luisa Álvarez Iglesias es toda una pionera del deporte femenino español, tanto en su faceta como deportista olímpica como como entrenadora, también de un equipo -en su caso, piragüismo- durante unos Juegos Olímpicos. No es de extrañar que haya sido una de las primeras personas en entrar en el selecto Salón de la Fama del piragüismo español. Hay que avisar de antemano que las piragüistas españolas no participaron en una edición olímpica hasta los Juegos celebrados en 1992, en Barcelona. Allí estuvo nuestra protagonista, así que la experiencia fue doblemente positiva para esta asturiana: “Aparte de ser en mi país fueron los primeros Juegos en que se permitió la participación de mujeres”. Sin embargo, estar allí requirió un esfuerzo doble para ella y para el resto de palistas españolas: “Fue muy duro porque no teníamos una planificación como los chicos de años y en cuatro años conseguimos meternos en los Juegos en una final de K2 y en semifinales quedamos fuera por diez décimas. Cambió el viento de una semifinal a otra y quedamos fuera, pero peleando por la final. Entonces no creíamos que pudiéramos llegar porque, año tras año, en el campeonato del mundo, nos exigían estar como mínimo entre las ocho primeras. Así que tuvimos que jugárnoslo todo todos los años y al final pudimos clasificarnos para los Juegos”. Así que ya tenemos la primera dificultad que les diferenció respecto a sus compañeros masculinos: menor tiempo de preparación. La segunda, el material: “Las piraguas que no querían los chicos eran las que nos dejaban a nosotras en la preparación para Barcelona 92. De hecho, tuvimos que competir en Duisburgo para clasificarnos para el preolímpico en una K4 que nos dejó el equipo ruso porque nuestra federación tenía dos K4: con la que competían y una de repuesto, y no nos dejaron la de repuesto”. Y la tercera, las diferencias en los entrenamientos, ya que para el equipo masculino se contrataron a dos entrenadores internacionales, en este caso llegados de Hungría, mientras que las chicas se tuvieron que “conformar” con un entrenador sin experiencia a nivel internacional.

Equipo femenino, entrenador, médico y fisio de Barcelona 92. Foto cedida por Luisa Álvarez Iglesias

Luisa luchó especialmente para cumplir su sueño de ser olímpica, pues había dejado la práctica del piragüismo años antes -a Barcelona 92 acudió con 30 años-, desencantada con la federación: “Llevaba ganando tres años consecutivos todos los campeonatos de España, regatas internacionales…y no me concentraba el equipo nacional. Cuando ya estuve cinco años así lo dejé, con 21 años, que es cuando están en la creme de la creme”. Así que Luisa se dedicó a entrenar en un club a palistas, tanto mujeres como hombres y luego, de cara a la preparación de los Juegos “en casa”, se creó el Plan ADO, por el que se trajeron a los citados entrenadores húngaros. “Yo de casualidad fui a Trasona, Asturias y allí estaba el jefe de los entrenadores húngaros en España y le pregunté qué iba a hacer él de cara a las mujeres en Barcelona 92. Le pregunté al seleccionador en qué se iba a basar para elegir a las piragüistas. Yo era consciente de que me iba a tener que pegar con chicas de 19-20 años y me dijo que iba a llevar a las cinco mejores. Entonces empecé a entrenar en el centro de alto rendimiento de Trasona, sola, con los chicos y ya al año siguiente, en el selectivo, me metí en el equipo nacional entre las cuatro primeras. Fue todo gracias al Plan ADO”. Subrayando el poco tiempo que tuvo el equipo femenino para preparar los Juegos, a diferencia de los hombres, hay que decir como dato que el primer Mundial en el que participaron las españolas fue tan solo en 1990, en Polonia. “Casi fue más duro clasificarnos para los Juegos, al no tener una base preparada. En cuatro años plantear meterte dentro del preolímpico y clasificarnos para los Juegos, nadie daba un duro por nosotras y, sin embargo, allí estuvimos; lo conseguimos”.

Como entrenadora en Atlanta 96. Foto cedida por Luisa Álvarez Iglesias

Después del logro de participar en el debut olímpico del piragüismo femenino, Luisa Álvarez Iglesias consiguió otro hito: ser entrenadora olímpica -en Atlanta 96- del equipo masculino español. El recorrido de ser ex deportista a olímpica entrenando nos lo hace la propia protagonista: Yo ya había conseguido mi meta, que era haber ido a unos Juegos Olímpicos. Entonces colgué la pala y empecé a entrenar en el centro de alto rendimiento de Trasona al equipo que había allí de canoa, de chicos y chicas. Desde allí se puso en contacto conmigo Patxi Perurena, que entonces era presidente de la federación española, si me interesaba estar como ayudante de Alexander Nikanorov porque lo dejaba Carlos Prendes. A mí en un principio me dio bastante miedo porque habíamos sido amigos y compañeros un mes antes y ponerme de entrenadora de ellos y encima una chica…Al principio fue un tira y afloja, sobre todo en canoa, porque entonces no había mujeres en canoa, sólo en kayak. Todos los piragüistas estaban todo el día evaluándome. Empezamos en octubre y en enero ya nada, ya iba a misa lo que decía”. Y en Atlanta 96 consiguió todas las metas que se había propuesto, al lograr todas las embarcaciones diploma olímpico: “El trabajo era para ocho años, de tal forma que pretendíamos meter a todos en finales en Atlanta y lo más cerca del podium para en los siguientes Juegos ya medallas. Conseguimos las metas que nos propusimos, tuvimos muchos cuartos y quintos y puestos y para el siguiente ciclo olímpico tuvimos muchos cambios: a Alexander le fichó otro equipo nacional, tuvimos cambio de presidente, se reestructuró todo y se fue todo un poco al traste el programa que habíamos iniciado. Me trasladaron al equipo femenino y luego, por una decisión desde los despachos de hacer un equipo yo no estuve de acuerdo en que se hiciera un equipo de esa manera, echando fuera a mujeres que estaban por delante de otras que se iban a quedar y presenté mi dimisión, justo antes de los Juegos de Sidney”. Y es que un rasgo de Luisa siempre ha sido luchar por lo justo y no tolerar lo injusto. Si desde la federación le querían imponer las seleccionadas, ella no estaba por la labor. Si eso conllevaba no estar en los Juegos de Sidney, no se estaba. Después volvió a entrenar en el centro de alto rendimiento a hombres y mujeres hasta que lo dejó “porque cambiaron el sistema”, pasando a entrenar en clubes.

Cuando entró en el Salón de la Fama, siendo la única mujer

Siguiendo con el machismo en el deporte, Luisa se lamenta: “Desde mi caso no ha vuelto a haber mujeres entrenadoras. No se volvió a repetir mi caso, por desgracia, y estamos hablando del 96. No se contempla que la mujer pueda entrenar al hombre, cuando el hombre sí puede entrenar a la mujer”. También le apena el cambio, a peor, en el piragüismo femenino español desde que ella lo dejó: “Cuando lo dejé el equipo potente era el femenino y ¿dónde está ahora el equipo femenino? Creo que se debe a que no se ha trabajado como se debería. Estamos a tiempo, porque todavía hay chicas de mucho valor, pero se necesita apoyo”.

3 Comentarios

  • Luz María García

    Esto sí que es un ejemplo de lucha por la igualdad, esfuerzo y dignidad. Una historia increíble. En todos los sentidos. En vez de tanto ministerio, publicidad y manifestaciones, mejor se evitaban estas situaciones.

  • Virginia

    A pesar de todas las trabas, no ayudas e impedimentos destacó, ¿que hubiese hecho con los mismos recursos que los chicos?, pero claro, una mujer, ¿que iba a hacer?. Pues mucho para vergüenza de tantos que nos consideran morralla. Muy grande esta deportista.

  • Luisa

    Esa espinita siempre me quedará, ¿ a donde hubiera podido llegar con los mismos medios y facilidades que los hombres del piraguismo? y es un pensamiento que me crea mala leche.

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