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RUBÉN LIMARDO: EL CAMPEÓN OLÍMPICO QUE REPARTE COMIDA RÁPIDA

Ser campeón olímpico y héroe nacional en un país ávido de éxitos en la máxima cita deportiva mundial por lo escaso de los mismos como es Venezuela no ha librado a Rubén Limardo de tener que ganarse la vida, en plena preparación de los Juegos de Tokio 2020, trabajando como repartidor de comida rápida. Su situación saltó a la opinión pública el 9 de noviembre de 2020 al publicar el propio Limardo en su cuenta de Twitter este mensaje esclarecedor: “Si estás en Lodz-Polonia y pides UberEats es posible que tu comida la entregue un campeón que decidió no rendirse jamás”, acompañada de una foto de Limardo sobre su bicicleta de trabajo y pertrechado con la correspondiente mochila de reparto de comida.

No es solo la peculiar situación provocada por la pandemia mundial la que ha llevado a este campeón olímpico (oro en esgrima en la modalidad de espada individual en los Juegos de Londres 2012) a tener que ganarse el pan de esta manera. Rubén, padre de familia, es víctima desde hace años de la grave crisis que padece su país, Venezuela. Desde hace casi dos décadas se vio forzado a salir. Su tío Ruperto Gascón estudió las posibilidades y escogió para su sobrino como país de destino Polonia con el fin de mejorar su calidad de vida y de entrenamientos. ¿Por qué un país tan en principio distinto del natal? Porque se encuentra en el centro de Europa, es heredero de la gran escuela soviética de esgrima, se encontraba en pleno despegue de su propia escuela nacional en este deporte y porque la vida en él no era tan cara. Rubén, por cierto, no es el único componente de la selección venezolana de esgrima que se trasladó a esa ciudad industrial polaca. En total son unos veinte componentes; entrenan juntos y todos ellos son repartidores. Se han visto obligados porque las ayudas como deportistas de élite apenas les llegan desde su país; ni siquiera los premios por haber conseguido medallas -como en los recientes Juegos Panamericanos de Lima 2019- han tenido su compensación prometida. Para poder seguir entrenando, aunque no sea con dedicación plena dadas las circunstancias, han tenido que acudir a este trabajo, indudablemente precario.

Foto del Twitter de Rubén Limardo

No es que Rubén Limardo estuviera acostumbrado a la “buena vida” en su Venezuela natal cuando aún vivía allí. Proviene de una familia humilde que decidió adoptar a cuatro de sus hijos, los hermanos de Rubén. Quizás por eso Rubén haya abrazado el espíritu de sus padres y le haya servido de inspiración para crear una fundación que tiene como finalidad ayudar a los jóvenes a desarrollarse en su deporte, la esgrima. A eso dedica gran parte de su tiempo en Łódź, donde lleva un club para niños.

Limardo consiguió en los Juegos de Londres la primera medalla de oro para su país tras una gran pausa que duró 44 largos años. Se puede afirmar, por lo tanto, que hizo historia en su nación. No fue una sorpresa, ya que se dedicaba a este deporte desde los 14 años y a los 16 ya formaba parte de la selección nacional. Vivió en los de Pekín 2008 sus primera experiencia olímpica, aunque aún no estaba maduro por entonces para un gran resultado. De niño tuvo que sufrir las burlas de sus compañeros escolares, que no entendían por qué no se dedicaba al béisbol (el deporte más popular en Venezuela) y que le provocó vivir una adolescencia y juventud privado de fiestas, lleno de entrenamientos. El sacrificio final fue tener que salir de su país y buscar una mejoría en su prestación deportiva en Europa. Todo con las miras puestas en el sueño olímpico, colmadas en la edición de 2012. Los hermanos de Rubén también son tiradores de esgrima, y con buen nivel. Sin ir más lejos disputó contra su hermano Jesús la final de los Juegos Panamericanos. El nuevo sueño es competir junto a ellos en Tokio 2020.

Foto de Ian Walton/Getty Images

También pasó Rubén por una etapa en la que entró en la política, aunque lo hiciera de puntillas. Le convencieron para que se presentara en 2015 a las elecciones legislativas y fue elegido como diputado suplente, aunque nunca llegó a incorporarse. Si entró en el mundo de la política (aunque más bien “le metieron” más que hacerlo de motu propio) fue con el objetivo de ayudar al deporte apoyando proyectos, principalmente encaminados en la iniciación de los niños al deporte. Limardo reniega ahora de esa etapa, que le parece un error. Desencantado de ese aspecto, ya no quiere saber nada de la política.

Sí que quiere resaltar el hecho de que los deportistas venezolanos tienen que hacer un doble esfuerzo en su preparación deportiva, incluso perteneciendo a la élite olímpica. Su tuit ha llamado la atención sobre una situación posiblemente desconocida para muchos. Lo ha logrado, pues ha tenido una respuesta de miles de interacciones y la prensa mundial se ha volcado en su caso, como mismamente estamos haciendo aquí. El ejemplo de Rubén Limardo sirve para que pongamos en valor el esfuerzo de los deportistas olímpicos y que nos concienciemos de que ganar un oro en unos Juegos no es garantía de nada, ni siquiera de poder entrenar como es debido.

Foto de AFP

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