Estadios Olímpicos

ESTADIOS OLÍMPICOS 8: EL ESTADIO DE MONTREAL 76

El estadio olímpico de Montreal resultó ser uno de los más claros ejemplos de “elefante blanco” de entre las instalaciones de toda la historia de los Juegos Olímpicos. Sin haberse podido acabar a tiempo de los Juegos de 1976, con incendios, caídas de parte de su techo, goteras, escalada en su presupuesto y otros incidentes, se ha llegado a plantear incluso su derrumbe, dado además el poco uso al que es sometido.

Fue diseñado por el arquitecto francés Roger Taillibert. Una de sus mayores características es su torre inclinada, que le ha convertido en el edificio inclinado más alto del mundo con 165 metros y un ángulo de inclinación de 45 grados. Hasta 76 pasajeros pueden subir por ella a la vez en funicular para llegar al observatorio de 360º en lo alto, desde donde se puede disfrutar de una vista de toda la ciudad. Su diseño se inspiró en el pabellón de Australia de la Exposición Universal de Osaka de 1970. Sin embargo, ni la torre ni el techo retráctil, dos de los aspectos más diferenciadores del estadio, estuvieron a tiempo para los Juegos, retrasándose una decena de años, debido a una huelga de trabajadores.

 

Curiosamente, el estadio se encuentra en la avenida Pierre de Coubertin, pero el ideador de los Juegos Olímpicos no le ha dado buena suerte. Tuvieron que pasar exactamente 30 años hasta que la ciudad que albergó los Juegos de 1976 pudiera pagar hasta la última deuda de los mismos, en su mayoría causada por los costes del estadio, realizado ex profeso para la cita olímpica. Se encuentra en el Parque Olímpico rodeado de la villa olímpica, el velódromo (cuyo terreno se ha convertido en jardín botánico) y la piscina olímpica. En este estadio, además de las habituales pruebas de atletismo y las ceremonias, también se desarrollaron pruebas hípicas. Incluso pasados varios años de la cita olímpica el estadio ha seguido dando problemas. El que iba a ser el primer estadio con techo retráctil del mundo tuvo sus mayores incidentes precisamente con ese techo. Resumiendo: justo diez años después de los Juegos una gran parte de la torre se cayó sobre el techo, llegando al terreno de juego durante un partido de béisbol. Un año más tarde errores en el diseño del techo provocaron rasgaduras en el mismo que provocaron goteras durante las lluvias. Poco después se cayeron unas vigas que causaron la caída de 55 toneladas de cemento, esta vez por suerte en el exterior. El techo, que se demostró no podía aguantar fuertes vientos, fue sustituido por otro. Hubo temporadas en que no contó con el techo, debido al peligro que causaba. El nuevo techo, de color azul, no es replegable. Como curiosidad hay que decir que el techo se eleva únicamente 52 metros por encima del terreno de juego, lo que ha provocado que muchas bolas durante partidos de béisbol hayan impactado contra el mismo, lo que motivó que se pintaran en él unas lineas naranjas para separar las “bolas buenas” de las “malas”.

Si a todo ello sumamos los 700 millones de dólares necesarios para su mantenimiento anual no nos extrañará que el estadio haya sido denominado por los locales como “Big Owe”(=gran deuda) que deriva a su vez de su otro apodo “Big O” por su forma de rosquilla. Otro dato: pasó de costar los previstos inicialmente 486 millones de dólares a 1.400 millones. Si sumamos que debido a los problemas con su techo (también sufrió una caída durante una exposición de coches) que ha causado que los equipos locales de diferentes deportes (béisbol, fútbol y fútbol americano) hayan ido abandonándolo, vemos que el estadio está infrautilizado, por lo que no nos sorprenderá el hecho de que se haya hablado de su demolición. Pese a todo ello, la administración del parque olímpico ha invertido en remodelaciones, particularmente en la torre -que se ha convertido en una de los mayores atractivos turísticos de la ciudad- y, entre visitas y otros eventos que se han celebrado el complejo recibió, por ejemplo, 570.000 visitantes en 2015, doblando los del año 2011.

La piscina, que sirvió para los deportes acuáticos durante los Juegos Olímpicos

Sí, es verdad que el techo del estadio tiene 6.000 huecos y rasgaduras, que lo hacen inviable para cualquier uso en el largo invierno canadiense, pero según una encuesta que se realizó en 2009 el 95% de los encuestados (todos de Québec), manifestaron su oposición a la demolición del estadio. También es verdad que su demolición sería altamente costosa ($800 millones) ya que su implosión recubriría la ciudad de una nube de polvos tóxicos. Por tanto, los ciudadanos de Montreal se inclinan más por renovar el techo (el 81% de los encuestados). En efecto, eso es lo que las autoridades han decidido, calculando el coste de la nueva techumbre entre 200 y 250 millones de dólares. El nuevo techo será de fibra de textil, fijo y flexible, pudiendo ser desmontado en parte. Si no hay retrasos, en 2023 debería estar acabado.

Otros datos a tener en cuenta: desde su inauguración (in extremis para los Juegos) ha recibido unos 100 millones de visitas. Tiene el récord de la mayor asistencia para un partido de fútbol en Canadá: 72.000 espectadores. Además de los Juegos ha sido usado en dos citas importantísimas a nivel mundial: la II Copa del Mundo de Atletismo en 1979, donde intervinieron leyendas de ese deporte como Edwin Moses, Marita Koch y Evelyn Ashford o el Mundial de gimnasia artística de 2017. Han pasado por aquí personalidades como el Papa Juan Pablo II, el boxeador Sugar Ray Leonard o el grupo Pink Floyd (que batió el récord de asistencia en este estadio, el 6 de julio de 1977, con 78.322 espectadores en su concierto).

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