MAYA MOORE: LA ESTRELLA DEL BALONCESTO QUE NO IRÁ A TOKIO 2020 PARA DEFENDER LA INOCENCIA DE UN PRESO
Ha ganado dos oros olímpicos, dos oros mundiales, cuatro campeonatos WNBA, tres veces MVP en el All Stars, dos EuroLeagues, una Liga femenina, dos campeonatos universitarios (NCAA), tres ligas chinas e infinidad de trofeos individuales y líder en diversas estadísticas, amén de ser considerada por la prestigiosa revista “Sports Illustrated” como la mayor ganadora en la historia del baloncesto femenino. Sin embargo para Maya Moore el baloncesto ha dejado de ser prioritario y se ha tomado dos años sabáticos -que no suponen su retirada- para dedicarse en exclusiva a dos misiones (nunca mejor dicho): si la temporada 2018/19 se ausentó del baloncesto para dedicarse a la religión, la 2019/20 lo ha hecho para defender un caso judicial. Su retirada momentánea implica su renuncia a participar en los Juegos de Tokio, que le podrían aportar un tercer oro consecutivo.
Expliquemos mejor las motivaciones de Maya Moore, una nativa de Missouri nacida en 1989 que empezó a jugar al baloncesto “como en las películas o series americanas”: cuando sus padres instalaron una canasta en el garaje. Desde entonces su vida ha sido exclusivamente baloncesto, baloncesto y más baloncesto. No recuerda haber tenido nada de tiempo libre fuera del deporte de la canasta desde su adolescencia. Y es que, pese a ser la figura que es, su salario no llega ni a la cuarta parte de lo que ganan sus compañeros masculinos en la regular season. Maya ha tenido que jugar en varios equipos a la vez: en la liga americana (la NBA femenina) y, cuando ésta para, en equipos de otros continentes, como el Ros Casares español o equipos chinos. No se sabe si harta de un deporte, que le ha ocupado el 100% de su tiempo y esfuerzos, o desencantada de la barrera salarial que la aleja de sus colegas masculinos Maya ha dicho basta. Su primer año sabático lo dedicó a “conocer a Jesús y hacer que le conozcan” porque no es que Maya se haya aislado en un convento ni nada parecido, sino que ha ejercido el ministerio y también se ha dedicado a su familia. Según sus propias palabras, su principal objetivo en la vida pasó del baloncesto al proselitismo religioso. También hay que decir que, al fin y al cabo, en el mundo del baloncesto ya había alcanzado todos los objetivos posibles. Entre sus fines, también está participar en el Movimiento “Acabar con ello” que busca el fin de la esclavitud en los tiempos actuales. Paralelamente, colabora con UNICEF y otras causas benéficas.
Si ya sorprendió a todos con el anuncio de su primer año sabático, el segundo (justo el de la temporada olímpica) ha chocado aún más por su causa: Maya Moore se está dedicando por entero a conseguir liberar de la cárcel a Jonathan Irons, condenado a 50 años desde los 16 (en la actualidad tiene 39 años). El tal Irons fue condenado por entrar a robar en un domicilio portando un arma. Irons era pobre, vivía en un suburbio de San Luis y es negro -dato éste importante-. Fue juzgado contando 16 años como si fuera mayor de edad; todos los miembros del jurado eran blancos; no hubo testigos, ni pruebas ni huellas dactilares, de zapato, restos de ADN, de sangre ni nada que le implique. Al conocer el caso, hace ya algunos años, la jugadora de baloncesto se implicó ya que cree en la inocencia del preso. Moore ha tomado este ejemplo particular, pero su objetivo es que se cambie todo el sistema judicial.
La bicampeona olímpica, pese a la ardua tarea que se ha planteado -todo un reto en su vida, a la altura de una conquista olímpica o, posiblemente, incluso más difícil y fuera de su alcance-, no quiere hablar de su retirada, que no se plantea de momento. Ha conseguido todo en el mundo del baloncesto, pero si logra el nuevo fin que se propone, cambiará la vida de un hombre (Jonathan Irons) y quién sabe si de muchos más encarcelados en circunstancias sospechosas. Su influencia puede llegar a ser aún más destacable a la que ya ha tenido como figura deportiva mundial.
Un comentario
Virginia
No todo es deporte, y si ella prefiere otra cosa me parece perfecto. Le deseo mucha suerte en su cometido.