ALFONSINA MALDONADO, LA AMAZONA PARALÍMPICA QUE LUCHÓ POR ESTAR EN UNOS JUEGOS: “HASTA EL DÍA ANTES DE RÍO NO TENÍA DINERO PARA VIAJAR”
La protagonista de hoy puede que sea una de las deportistas más vocacionales y con más coraje y amor por el deporte de todas las tratadas hasta ahora. El deporte y el sueño de acudir a unos Juegos fueron, literalmente, el impulso de su vida, lo que la empujó a superar todos los agudos dolores a los que se sometió diariamente durante años. Su historia personal es extremadamente dura, estén prevenidos, pero tuvo la recompensa de tener un final feliz. No es extraño que su libro autobiográfico se titule “El desafío de vivir”, porque su vida, día a día y desde los apenas seis meses de edad, ha sido una lucha constante. Se llama Alfonsina Maldonado, es uruguaya, tierra de caballos, y se dedica a la hípica en la modalidad de doma. Ella misma nos cuenta su historia: “Me quemé cuando tenía seis meses [debido a una vela que se cayó en su cuna y a consecuencia de ello perdió su mano izquierda]. Estuve 32 días en coma en un principio; viví cinco años en un centro de cuidados intensivos, me ponían 15 días en coma y otros 15 no; me sometían a cuatro raspajes al día, que suponían en un quemado de una hora y media de dolor a dos. Estuve en tratamiento hasta los 21 años. Siempre cuento cómo un niño es capaz de sobrevivir a eso en una sala de aislamiento sin que nadie te pueda tocar ni ver y vivir cinco años en un lugar donde todos los niños que viven allí están graves, donde te despiertas y duermes escuchando llantos y niños agonizando. Es realmente muy duro afrontarlo y es un proceso muy largo, en el cual toda tu vida lo vas a tener que trabajar. Ello ha marcado mi carácter muchísimo, lo tengo que trabajar diariamente porque tú no sabes por qué te están haciendo daño, entonces te vuelves un poco agresivo, hasta con tu entorno, entonces es muy difícil trabajar esa agresividad”.
Aunque está acostumbrada a dar conferencias y cuenta su trágica historia personal ya casi de carrerilla, Alfonsina tiene que pararse en algún momento mientras rememora los peores momentos de su carrera: “Para llegar a Londres y a Río tuve que vender de todo. Cada vez que iba a Uruguay juntaba dinero en los semáforos, vendí gorras, subasté camisetas, se hicieron rifas, recibí donaciones hasta de Rusia, osea, infinidad de cosas. También tenía un montón de páginas de recaudación; hicimos conferencias, cenas, meriendas…hicimos de todo y más para llegar a los Juegos de Río y llegamos”. Alfonsina siempre encontró demasiadas dificultades para conseguir los fondos necesarios que le permitieran acudir a las grandes citas deportivas. Por ello se queja de la complejidad extra que deben padecer los atletas paralímpicos: “A la hora de pedir patrocinadores el deportista paralímpico tiene muchas más dificultades que el olímpico, lo cual aún no entiendo por qué sucede, porque las disciplinas y pruebas son las mismas y tiene que hacer más conciencia sobre eso: que hacemos lo mismo”. Sin embargo, la amazona sudamericana aprecia un cambio en la actualidad: “Ahora estamos digamos en una ola donde esta información está llegando y se le comienza a dar más importancia al deportista paralímpico, de lo cual estoy agradecida”.
La uruguaya escogió el deporte ecuestre porque “llevo la hípica en mi sangre, corre por mis venas. Vivo en el campo”. Iba a la escuela a caballo y la perspectiva de convertirse en amazona olímpica la salvó en sus peores momentos: “De niña ya le decía a mi médico que yo tenía claro en que iba a ser amazona olímpica. Lo decía para curarme, porque me ataban. Yo estaba atada y para no atarme el médico me decía “Los atletas olímpicos no lloran” y yo asimilaba que, como iba a ser una atleta olímpica, no iba a llorar”. Superados sus peores momentos de salud, Alfonsina se centró en cumplir su sueño. Sus esfuerzos no bastaron para poder debutar en los Juegos de Londres 2012, faltándole dos escasos puntos para acceder, algo que considera “doloroso, pero también uno tiene que entender que el nivel es altísimo y que para llegar a unos Juegos los recursos tienen que ser suficientes y que el deportista tiene que llegar en las mejores condiciones posibles”.
Sí que pudo cumplir su sueño en Río 2016, aunque no lo lograra precisamente sin dificultades: “imagínense que hasta el día antes yo no tenía el dinero para viajar. Ojalá que en el futuro las instituciones nos ayuden más pero no se puede llegar a unos Juegos donde 48 horas antes de embarcar a tu caballo no están los fondos para embarcarlo, donde no tienes los fondos para viajar tú misma; es una locura. Llegué a Río y cuando entré en la pista me quedé en estado de shock de la emoción que tenía; no podía creer que estaba allí”. Todo ese estrés influyó negativamente en su prestación deportiva: “Monté muy bien hasta el día anterior, pero luego la emoción me desbordó. Cuando tienes infinitas dificultades para comprarte la ropa, etc, es inimaginable todo lo que hemos hecho. Es imposible no emocionarse y creo que no podría haber sido de otra forma”. El haber estado presente en los Juegos Paralímpicos de Río le sirvió al menos para “decirle a la gente “sí se puede”. No son las mejores condiciones, eso también hay que decirlo, porque no se puede llegar en esas condiciones. Es todo un aprendizaje; lo importante es todo el camino que hiciste para llegar”.
Pero si algo tiene claro es que no va a repetir el estrés y los esfuerzos sobrehumanos en el futuro. Aunque aspira y desea estar en Tokio 2020 “esto no lo vuelvo a hacer, porque uno se levanta a las 5 de la mañana, se entrena y está en las caballerizas hasta las 9 de la noche para luego entrar a una pista y quedarte en estado de shock…Una vez sí, pero las próximas no puede suceder. Aspiro a poder estar en Tokio en condiciones normales, de un deportista que llega como debe llegar. Un deportista no puede llegar en este estado de estrés, no es bueno. Me estoy esforzando para conseguir fondos para ir a Tokio y llegar en las condiciones en las que hay que llegar. Lo que sí quiero es que, si se llega a Tokio, los últimos cuatro meses yo pueda estar dedicada a entrenar y no pensando que 48 horas antes me avisen de que no hay fondos para embarcar, eso no puede suceder. No renunciaría porque no está en mi genética renunciar, pero hemos aprendido y estamos haciendo todo lo posible para que no se repita”.
Superar serios problemas médicos y dolores agudos ya es una prueba que sacó con nota Alfonsina Maldonado. Llegar a competir en unos Juegos también ha sido otro logro. Servir de ejemplo y admiración lo tiene ganado con nota. Ya solo le queda poder continuar dedicándose a lo que le gusta sin tener que dedicarse a la búsqueda de patrocinadores (que perdió en un 100%, por cierto, en un momento dado de su carrera). Se merece llegar a Tokio 2020 con total tranquilidad y demostrar únicamente su valor en la pista.