JOSÉ MANUEL ABASCAL: “ROMPÍ E HICE AÑICOS LA FINAL DE 1.500 DE LOS ÁNGELES 84”
Una portentosa prestación en el momento más importante de su carrera elevaron a José Manuel Abascal al Olimpo del atletismo. Ganar una medalla en la considerada -junto a la de los 100 metros lisos- “prueba reina” del atletismo en la cita más destacada del deporte marcaron un antes y un después en la trayectoria profesional de este cántabro.
Antes de llegar al culmen de su carrera, ocurrido en la final de los 1.500m en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, este mediofondista español debutó muy joven en unos Juegos, en los de Moscú 80. Era tan inexperto que él mismo autodefine aquella experiencia como “a lo Paco Martínez-Soria. Había hecho la mínima justa, así que esos Juegos me sirvieron de experiencia y para aprender y al salir de allí, como no había quedado muy bien (había quedado en las semifinales) me dije “en la siguiente hay que hacer algo “gordo” porque si no será una decepción”, así que me empleé cuatro años a fondo para intentar hacerlo lo mejor posible y la verdad es que salió todo muy bien y conseguí la primera medalla de la historia del atletismo español en pista, en 1.500 además, que era la ´prueba reina´”.
Adentrémonos en aquel gran momento para el olimpismo español (y en realidad europeo). El mediofondo mundial en aquellos días estaba dominado por una serie de grandes atletas británicos, antes de la explosión de los africanos. Abascal vio su momento, lo agarró y lo disfrutó. Así nos cuenta el desarrollo de la final: “La carrera fue ideal para mí. Ni adrede la hubiera conseguido igual. Fue una carrera muy dura, como me interesaba a mí, muy cerca del récord del mundo; se hizo récord olímpico. La verdad es que fue la carrera perfecta para mí. Yo la aceleré bastante; la rompí y la hice añicos porque, como he dicho, había que ir a esos Juegos por lo menos a partirse el cuadro. Si luego no salía pues mala suerte, pero si alguien da todo lo que puede y se exprime a tope y llega en buena forma y tiene confianza, que fue todo ese conjunto de cosas lo que me sucedió, pues a veces tenemos nuestra recompensa”.
Sobre ese grupo de atletas de clase originarios de las Islas Británicas el atleta español nos comenta: “Los corredores británicos [Sebastian Coe, Steve Cram y Steve Ovett] eran casi imbatibles. Sólo se juntaban en los Juegos Olímpicos, en Mundiales y en Europeos. Allí los tuve a los tres; a mí me parecía casi imposible batirles pero tuve fe y uno de ellos no estuvo en su mejor momento y yo estuve en el mejor de mi vida, así que se juntaron un par de cosas que no suelen pasar, pero el que tiene fe a veces mueve montañas y yo moví allí una grande, la de Hollywood”. Batirles era harto difícil, así que el corredor español aprovechó el más mínimo resquicio que dejaron para llevarse parte del pastel: “La medalla era muy difícil. Yo llegar a la final era un premio muy grande y, una vez que llegas a la final, hay que pensar en darlo todo. Yo ataqué a falta de 600 metros y dije “hasta que me caiga de espalda”. Tuve fe y confianza en mí mismo, en mi táctica y en mi estrategia y eso fue lo que me dio el premio”.
Y es que a José Manuel Abascal le tocó lidiar con una serie de coetáneos –y no solo británicos, sino también españoles- que le pusieron complicado tener un palmarés más abultado: “Tuve muy mala suerte al coincidir con una muy buena generación de mediofondistas británicos y también de españoles. Hay deportistas que coinciden con una época de no muy buen nivel y consiguen una medalla de oro con un nivel bajo, mientras que otras tienen muy mala suerte que a lo mejor consigues un bronce, como yo, que vale mucho más que un oro”. Y como muestra, un dato que nos recuerda: “El año en que conseguí el bronce en los Juegos, pese a haber medallas por encima de la mía, el CSD y la Unión de Periodistas de España me dio el título como mejor deportistas español del año. El bronce me supo a oro y lo valoraron en la justa medida dándome ese premio”. Lo que no nos cuenta es que también se le concedió al año siguiente el Premio Príncipe de Asturias del Deporte.
No solo por su bronce olímpico (consiguió otros títulos como un bronce en el campeonato de Europa de 1982, varias platas en mundiales y europeos en pista cubierta, entre otros méritos), Abascal es considerado por muchos como un pionero del atletismo español. Al fin y al cabo consiguió la primera medalla olímpica en atletismo dentro de la pista (la anterior fue en marcha, por Jordi Llopart). Él mismo lo reconoce: “Me considero junto a José Luis González un pionero del atletismo español. Yo creo que abrimos un camino muy interesante para que luego otros deportistas, como Fermín Cacho, Casado, Higuero, Reyes Estévez, Isaac Viciosa…siguieran esa estela y nos hayan acompañado con los éxitos durante varios años. Ahora estamos un poquito decaídos pero supongo que por generación espontánea volverán porque tenemos madera y porque somos muy luchadores y el 1.500 ha marcado un hito en la historia del deporte español y ojalá que vuelva otra vez”.
Para hacernos una idea de la trascendencia que tuvo su medalla en Los Ángeles, para los que no vivieron el momento el corredor nos cuenta estas anécdotas: “Los de baloncesto me contaron que en Los Ángeles pararon el entrenamiento para ver mi carrera todo el equipo. Butragueño me ha contado que estaba concentrado con el Real Madrid en Cantabria y todo el equipo se paró para ver la carrera de 1.500, a las 4 de la mañana. Todo el mundo me jaleaba en la carrera porque me “atacaba el negro, Chesire”, que fue el cuarto y estuvo a punto de alcanzarme”. Aún le quedaba un momento olímpico imborrable por vivir al cántabro: ser uno de los portadores de la bandera olímpica en la ceremonia de inauguración de los Juegos de Barcelona 92. Fue el mejor colofón a su fructífera relación con los Juegos Olímpicos, unos Juegos que él define como “una experiencia maravillosa y cuando ganas, todavía más: todo el mundo te felicita, todo el mundo te abraza”.