JULIUS YEGO: EL CAMPEÓN AUTODIDACTA
Julius Yego ha logrado dos logros por los que pocos apostarían en los inicios de su práctica deportiva: conseguir la primera medalla olímpica para su país, Kenia, en lanzamientos de atletismo (como se sabe, su nación es de una larga y prolífica tradición atlética, pero nula en las especialidades técnicas de los lanzamientos) y ser popular gracias no ya a este mérito, sino a haberlo conseguido de forma autodidacta, sin entrenador durante años, sino usando un método por denominarlo de alguna forma “innovador”: internet y, más concretamente, vídeos de YouTube.
Este keniano del valle del Rift -conocido a nivel deportivo por la cantidad de corredores de larga distancia que produce- es el cuarto de ocho hermanos. Junto a ellos vivía en una zona rural, sin recursos para desarrollar una especialidad como la suya del lanzamiento de jabalina que requiere, para empezar, de material. De hecho Julius dio sus primeros pasos en el atletismo corriendo larga distancia, en concreto los 10.000, algo lógico viviendo donde vivía. Eso lo combinaba con su trabajo, primero como agricultor y mucho más tarde como policía. De adolescente también se dedicó a la ganadería y fue precisamente ese aspecto el que le llevó, indirectamente, al lanzamiento de jabalina. La explicación es más sencilla de lo que parece: cuando cuidaba las vacas de su padre tenía un tiempo libre que dedicaba a elaborar largos palos de madera, sacados de ramas de árboles. Palos que tiraba para “matar el tiempo” mientras estaba al cuidado del ganado. El lanzamiento de los palos de madera llegó a convertirse en obsesivo para él, hasta el punto de que sus padres le pidieron que se concentrara más en sus estudios, pues el joven Julius dedicaba demasiado tiempo a su físico “hobby”. Pero persistió y se convirtió en campeón junior nacional.
Llegó un momento en que Julius decidió dedicarse “profesionalmente” al lanzamiento de jabalina. Los recursos seguían siendo escasos y seguía sin contar con asesoramiento técnico alguno ni nada parecido a un entrenador. Entonces ideó una solución: aprender la técnica de los mayores campeones observándoles detenidamente en los vídeos de ellos colgados en YouTube. Las visitas a los cibercafés -huelga decir que los Yego no tenían ni ordenador ni conexión a internet en casa- eran habituales para el joven Julius. Concretamente se fijó más especialmente en dos grandísimos campeones, sus ídolos: el noruego Andreas Thorkildsen y el checo Jan Železný . Los observaba continuamente, con detalle, casi obsesivamente. Eso le valió el apodo de “Mr. YouTube”.
El método utilizado, sus repetitivas prácticas y unas indudables condiciones físicas -pese a que sólo mide 1.73, muy lejos de la media de 1.95 de la mayoría de las figuras de la jabalina- dieron resultados y las medallas empezaron a llegar: campeonatos africanos, Juegos Panafricanos, Juegos de la Commonwealth…una avalancha de oros caía a sus manos. Sin embargo, no fue hasta 2015 (año previo a los Juegos Olímpicos) cuando el autodidacta Yego dio el “campanazo”, consiguiendo ni más ni menos que el oro en el Mundial disputado en Pekín. Eso le condujo a los Juegos de Río con más garantías. Los de Río no iban a ser sus primeros Juegos, puesto que ya estuvo en los de Londres 2012, donde llegó a ser finalista, aunque ocupara el décimo puesto final. Su trayectoria en Río no fue todo lo brillante que se esperaba, ya que venía -como hemos dicho- con la vitola de campeón mundial. Empezó, no obstante, a lo grande, con un lanzamiento de 88,24 que le colocaba en un gran puesto. Pero el resto de su participación fue decepcionante: resto de lanzamientos nulos y retirada tras el quinto por lesión. Sin embargo, su primer lanzamiento le bastó para conseguir la medalla de plata que, como dijimos más arriba, supuso la primera para su país en cualquier especialidad de lanzamientos.
Se ha recalcado mucho en los medios el carácter autodidacta de Julius Yego en el aprendizaje de una modalidad que, en condiciones normales, no puede desarrollarse de manera eficaz sin ayuda técnica. Ese hecho otorga más mérito a este atleta africano. Sin embargo, habría que puntualizar. Si bien Yego empezó así, sin entrenador y lanzando palos, así como mejorando su técnica viendo vídeos en internet, llegó un momento en su trayectoria en que fue a entrenarse a Finlandia, uno de los países con mayor tradición en esta especialidad. No sólo eso, sino que lo hizo al lado de campeonísimos de la talla de Tero Pitkämäki o Antti Ruuskanen. Esa preparación de élite ayudó a mejorar su técnica, de forma indudable y como el propio Yego reconoce. Sea como sea, no deja de tener mérito por la constancia que demostró en sus inicios, donde lo tenía todo en contra, además viviendo en condiciones vitales pobres por no hablar de las que tenía para la práctica del atletismo. Casi podría ser el arquetipo de “campeón hecho a sí mismo”, si es que eso puede darse al 100%.