Heroínas olímpicas

TANIA CAGNOTTO: EN RÍO 2016 CONSIGUIÓ SUBIRSE AL PODIO OLÍMPICO TRAS CINCO JUEGOS Y 20 AÑOS DE TRAYECTORIA

Seguramente llevaba en los genes convertirse en una gran campeona, aunque probablemente ni ella misma ni su padre, el gran Giorgio Cagnotto (4 medallas en Juegos Olímpicos, 1 en Mundiales, 5 en Europeos) confiaba en sus comienzos en que se convertiría en la mejor saltadora de trampolín europea de la historia, hasta el momento. Es verdad que disfrutó de ciertas facilidades, como la de gozar de una excelente piscina de saltos en su localidad natal, la pequeña Bolzano del Sudtirol ya que los éxitos pasados de su propio padre y de otro gran campeón local -Klaus Dibiasi- habían facilitado la construcción de dicha instalación del máximo nivel. Tania Cagnotto, de quien estamos hablando, ya había participado en dos Juegos Olímpicos cuando aún estudiaba en el instituto (debutó en Sidney 2000 con 15 años). Esos años de instituto y aún más en los previos escolares, Tania sufrió bullying por parte de ciertos compañeros de clase debido a su baja estatura, algo que sólo se atrevió a hacer público ya retirada. Es verdad que, como es característico en los saltadores, Tania era (y es) especialmente bajita y en su niñez los médicos llegaron a diagnosticarla una leve forma de enanismo. Debido a ello tuvo que tomar en su infancia la hormona del crecimiento mediante inyecciones en la rodilla. Lo hacía siempre a escondidas; sus compañeros nunca lo supieron. Cuando se acercaban sus primeros Juegos Olímpicos el Comité Olímpico Italiano le pidió que parara el tratamiento -aunque no habría dado positivo- y así hizo. Casi mejor, porque haber crecido tan solo cinco centímetros más probablemente le habría impedido realizar ciertos saltos que lograba completar.

Pese a ser hija del gran campeón Giorgio Cagnotto su primera entrenadora fue su madre, que también había sido saltadora, aunque el gran Giorgio pronto se hizo con las riendas de su carrera. En realidad, Tania confiesa no haber sido nunca consciente del enorme palmarés de su padre; nunca le pesó la responsabilidad de igualarlo. Quizá para no presionar a la aún entonces pequeña saltadora su padre evitó mostrarle las fotos, vídeos, artículos, etc. de sus triunfos. Incluso las numerosas -e importantes- medallas ganadas por su progenitor no eran para Tania más que un objeto con el que jugar de niña. Fue Tania, por cierto, la que se empeñó en seguir los pasos de sus progenitores, ya con cinco años de edad. A tan temprana edad ya quería tirarse de la plataforma de diez metros. Papá Giorgio no quería ese futuro para su hija pero finalmente hubo de claudicar saltando a los seis años ya por primera vez desde la plataforma, aunque lo hiciera entonces aún de pie, esperando hasta la edad de diez años para hacerlo de cabeza.

Su padre, como decimos, se hizo con las riendas de su carrera, algo que al principio pesaba a la jovencísima Tania. Tenerle a su lado todo el día, como entrenador o como padre, le hacía sentirse controlada. Cagnotto padre, hay que decirlo, nunca la favoreció cuando ejerció como seleccionador nacional. Tania entrenaba como las demás y se clasificaba y era elegida si sus resultados lo merecían.

Pronto llegó su primera experiencia olímpica. Con apenas 15 años cumplidos acude a Sidney aún sin posibilidades de medalla y con los ojos de admiración y asombro al máximo. Su debut coincidió exactamente cuando su compatriota Massimiliano Rosolino acababa de proclamarse campeón olímpico en la prueba de los 200m estilos de natación. Tania se asustó al entrar en la piscina con tanto griterío de una gigantesca piscina abarrotada de apasionados seguidores y le entró terror.

Cuando adquiere la mayoría de edad entra a formar parte de la Guardia de Finanzas con sueldo incluido. Ella es otro ejemplo del apoyo económico que disfrutan tantos deportistas en Italia. Y es que ya empezaba a despuntar la calidad de esta saltadora que primero fue plataformista y más tarde trampolinista. Su gran pasión siempre ha afirmado que era la plataforma de los 10 metros y su gran amargura fue haberse retirado de la misma (demasiadas pruebas, tenía que descartarse de alguna) antes de los Juegos de Londres porque en ellos el nivel fue tal, que sus notas medias le habrían alcanzado para lograr una medalla. De hecho sus características físicas eran más acordes para la plataforma, además de proporcionarle más seguridad por su estabilidad. Por contra, aunque saltando desde una menor altura siempre le dio más miedo el trampolín debido a que cualquier pequeño error se paga.

Con sus triunfos llegan las envidias en el seno de su propio equipo, la selección italiana, que por aquella época estaba dividido en dos: los saltadores de Bolzano y los de Roma, división que se produjo desde 2004 con la entrada de los hermanos Marconi (tres) y que terminó cuando hubo un cambio generacional. Las envidias, los cotilleos a su espalda siempre afectaron a Tania.

El momento que dio un giro a su carrera, antes de llegar al colofón final del que luego hablaremos, fueron los Juegos de Londres. La bolzanina acudía en dos pruebas: el trampolín de 3 metros individual y sincro femenino acompañada de Francesca Dallapé. En ambas pruebas se esperaban sendas medallas, pero sus nervios eran tan grandes que su novio hubo de darle unas gotas tranquilizantes en un vaso. En la prueba individual perdió el bronce por 20 centésimas. Eso le provocaría un insomnio que le duraría meses, pasando las noches pensando y repensando dónde se quedaron esas 20 centésimas. Le afectó tanto psicológicamente que tardaría un año en poder ver la competición grabada. En la prueba de sincro no le fueron mejor las cosas: otro dolorosísimo cuarto puesto que le escoció durante años. Es verdad que las italianas habían fallado, pero consideraban que las canadienses, que las acabaron precediendo, lo habían hecho más. Tania era partidaria de formalizar protestas, pero no era de la misma opinión su padre y se impuso el criterio de éste. Tampoco se “aprovecharon” de la presencia de su compatriota (y amigo íntimo de la familia) Klaus Dibiasi en la Federación Internacional.

Quedarse por dos veces a las puertas de la medalla cuando confiaba en haberlas ganado desganó totalmente a la italiana, que llegó a plantearse seriamente la retirada. Subir al trampolín, sin la cabeza puesta en ello, le resultaba una auténtica pesadilla. Si continuó fue porque su decisión habría afectado a muchas personas, desde su padre y entrenador hasta, muy directamente, a su compañera del sincro. Pero lo que sí hizo fue cambiar de entrenador. En lugar de su padre se convertiría en pupila de Oscar Bertone. No era la primera vez que se encontraba fuera de las alas de papá Giorgio, pues había pasado un año en la universidad de Houston, pero el sobreesfuerzo allí debido a tanta competición le resultó negativo, así como que había pasado tres meses en Australia, entrenando sin ir más lejos junto al campeón olímpico de Pekín 2008 Matthew Mitcham. Fue allí donde pasó por una experiencia singular a la par que negativa: la Federación Australiana era contraria a su stage, impidiéndole ser entrenada directamente -en ese caso, por el entrenador Sobrino-. Encontraron una picaresca solución: una amiga italiana, ajena del todo a este mundo, le transmitía a Tania las instrucciones del entrenador, incluso copiando sus gestos mímicos.

Foto de Federnuoto

Poco después de su experiencia en las Antípodas Tania vivió el momento más terrorífico de su carrera: un accidente de moto paró su trayectoria. Le afectó también vivir la un tanto macabra situación de ver, mientras esperaba la ambulancia, cómo la rodeaban curiosos que la reconocieron y que no hacían nada por ayudarla. La lesión resultó ser seria y ponía en riesgo no solo el Mundial de Shangai sino la misma clasificación para Londres 2012. Luchadora, siguió entrenando, aunque lo que se dice saltar desde un trampolín sólo pudo hacer un mes antes del Mundial. Llegó allí tras haber realizado apenas 20 saltos desde el trampolín de 3 metros. Su empeño le hizo ganar finalmente una medalla desde el de 1 metro.

Hablemos un poco de su técnica: su fuente -declarada- de inspiración ha sido la china Guo Jingjing, a la que confiesa haber copiado. De hecho, tras los Juegos de Atenas Cagnotto cambió su técnica del presalto observándola. Le costó más de una hora al día dedicada en exclusiva a practicarlo, pero lo consiguió con creces, convirtiéndose en una de sus señas personales. De los chinos observó también sus ejercicios de calentamiento y en el gimnasio. También se han inspirado en su otrora gran rival la rusa Julia Pajalina. Otra de sus características es la concentración, que es tan importante para ella que si algo le impide concentrarse se viene abajo. Entre salto y salto tiene que estar aislada en un rincón, relajada y tranquila. En los Juegos de Río en un momento dado casi se llegó a pelear con unos voluntarios porque no la dejaban estar en el rincón que ella había elegido para abstraerse de la competición.

Tras superar el efecto devastador de los resultados de Londres Tania (y Dallapé) se pusieron en marcha para conseguir la clasificación para la siguiente cita olímpica. En el preolímpico que sirvió de prueba test en el propio Río la logran, no sin antes ser testigos de desastre tras desastre: caída del panel electrónico de resultados, de una cámara…La competición llegó a pararse. Las condiciones eran, según sus propias declaraciones, propias de un campeonato regional o de los años 70. Ya en los Juegos -donde, por cierto, se rumoreó podría haber sido la elegida como abanderada- ella y su compañera estaban serias y concentradas al máximo. Esta vez no podía repetirse lo ocurrido cuatro años antes. Tras superar el primer salto libre (el tercero de la serie) Tania ya percibió buenas sensaciones. Tras 20 años de carrera, diez medallas en mundiales y 29 en Europeos, llegaba la tan ansiada medalla olímpica, que fue además de plata.

Tras la alegría, de nuevo el desastre organizativo: la piscina del complejo de Maria Lenk se había llenado de algas y a Tania aún le quedaba la competición individual. Era como tirarse al fango, algo que le daba auténticos escalofríos. Cagnotto ya no tenía presión, una vez conseguida la medalla previa. Durante la final llegó a ocupar el segundo lugar, aunque cayó al cuarto antes del último salto. Finalmente se haría con la medalla de bronce. Era el mejor broche a su carrera, que abarcó cinco ciclos olímpicos con sus respectivos Juegos (no hemos mencionado sus dos octavos puestos en Atenas y un 5º en Pekín) y tantísimas medallas en los campeonatos internacionales del máximo nivel. Tras Río Tania Cagnotto se retiró, lo mismo que su compañera de sincro. Ambas han sido madres y ahora Francesca Dallapé insiste a la de Bolzano para volver de cara a Tokio 2020. Lo hagan o no Tania Cagnotto ya se ha convertido en la mejor saltadora italiana de la historia y una de las más queridas no solo en su país. Muchos se alegraron de que, en sus quintos Juegos, la pequeña italiana consiguiera por fin su sueño de convertirse en medallista olímpica.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *