SELECCIÓN FEMENINA DE BALONMANO DE MONTENEGRO: LA MEDALLA OLÍMPICA QUE EMPODERÓ A LAS MUJERES DE UN PAÍS
El grupo de mujeres de las que hablaremos a continuación hicieron historia para su país. Una nación de apenas poco más de 600.000 habitantes, con un escaso centenar de jugadoras de balonmano alcanzaron la primera medalla olímpica para su país en cuanto a deportes de equipo se refiere. Estamos hablando de la selección femenina de balonmano de Montenegro, plata en los Juegos de Londres 2012.
Si bien es cierto que el combinado balcánico contaba entre sus componentes con dos grandísimas jugadoras, consideradas ambas entre las mejores del planeta -Bojana Popović y Katarina Bulatović -, el torneo femenino se presentaba como uno de los más completos y aguerridos de entre todos las competiciones a disputar en la edición olímpica de Londres 2012. Habían alcanzado la plaza olímpica las once mejores selecciones del mundo y muchas de ellas podrían haber logrado una medalla sin que hubiera supuesto una sorpresa para nadie. Montenegro había sido reconocida oficialmente por el COI en la cercana fecha de 2007, tras el desmembramiento de la antigua Yugoslavia y tras años de competir junto a su vecina Serbia.
La competitividad de prácticamente todos los países participantes en la máxima cita hizo que Montenegro, eventuales finalistas, las pasara canutas en su grupo previo. Conseguiría la última plaza disponible para los cuartos de final tras quedar cuarta de su grupo con dos victorias, un empate y dos derrotas. Balance poco alentador para soñar con una medalla. Los cuartos de final las enfrentaban a Francia, a la que doblegaron por tan solo un gol de diferencia. Misma diferencia con la que superaron al combinado español en semifinales (26-27). En ese encuentro ya se mostró excelsa Karatina Bulatović, logrando nueve goles. No era una excepción para la lateral derecho, ya que totalizó 53 goles en el torneo olímpico sobre 93 tiros realizados, es decir: un 57% del tiro. Pero es que Bulatović no estaba sola en el equipo, no era ni mucho menos la única estrella del conjunto montenegrino. Su compañera Bojana Popović fue la segunda mejor goleadora de Londres 2012, con 46 dianas que suponían un porcentaje aún mejor de acierto en el tiro: el 60%. Ambas serían elegidas en el equipo ideal olímpico como las mejores laterales de entre todas.
Tenemos al equipo montegrino ya en la final, ante las todopoderosas noruegas. El sueño de la pequeña nación mediterránea acabó aquí, puesto que no pudo doblegar a las nórdicas, aunque a falta de 9 minutos para el final aún conseguían igualar el marcador a 20 goles. Entonces se produjo la suspensión de Bulatović , lo que propició que las noruegas se escaparan con tres tantos de diferencia 26-23. Daba igual. Las montenegrinas habrían perdido el oro olímpico pero habían entrado en la historia de su pequeño país y desataron su inmensa alegría en la cancha. En cuanto el partido acabó las jugadoras se pusieron camisetas con el nombre de Bojana Popović , la indiscutible líder del equipo pero su mayor logro estaba por llegar: las consecuencias de esa primera medalla olímpica por equipos para Montenegro.
Para empezar, se hicieron acreedoras de un apodo bien merecido: las “Leonas”. El recibimiento de vuelta a casa fue masivo; ya se habían convertido en las nuevas heroínas del país. Desde este éxito olímpico (una medalla de plata que definitivamente sabía a oro) el mundo del deporte femenino empezó a cambiar en Montenegro: muchas mujeres se iniciaron en la práctica del balonmano. Ése es el mayor logro del conjunto montenegrino entrenado por Dragan Adzić . Claramente estas jugadoras habían conseguido un gran avance con una consecuencia gigantesca: habían empoderado a sus compatriotas. En su caso la medalla olímpica tuvo más valor por las consecuencias que produjo y lo que supuso para sus compatriotas -principalmente sus conjéneres- que por el éxito deportivo en sí. No solo habían conseguido cambios en el deporte femenino de su país y en el papel de las mujeres en Montenegro, sino que se habían convertido en un símbolo más de su entera nación, hombres incluidos, por supuesto. Pocas veces una medalla olímpica produjo un cambio tan grande en un país.