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EL SÚPER SÁBADO DEL TEAM GB EN LONDRES 2012

Es el 4 de agosto de 2012. Día 8 de los Juegos Olímpicos de Londres. El primer día con una expectativa de muchas medallas en juego, en concreto 25 oros, dado el gran número de pruebas a disputarse. Hasta el momento la nación que hospeda los Juegos ha realizado una actuación que se puede calificar de decepcionante, teniendo en cuenta sus altas aspiraciones en el medallero total. Si acaso en la jornada anterior, viernes, la proyección mejoró con tres oros. ¿Abrirían esos oros la espita de lo que se avecinaba para el sábado?

Desde la mañana Sebastian Coe, el mítico ex atleta que por entonces presidía el Comité Organizador de los Juegos, había declarado a la hora del desayuno, por televisión, que el denominado Team GB tenía buenas posibilidades de múltiples medallas para esa jornada, aunque se mostró algo cauto y comedido, limitándose a la escueta frase: “Hoy puede ser un día fuerte para nuestro país”. Puede que ni él mismo sospechara lo que iba a acontecer. Poco después comenzaba la competición olímpica en el canal de Eton Dorney, donde ese día estaban previstas finales de remo, deporte en el que los británicos siempre han destacado. La embarcación masculina del 4 sin timonel, compuesta por Alex Gregory, Tom James, Pete Reed y Andrew Triggs Hodge se anotaron la primera victoria local del día. Un día que acabaría siendo épico para los británicos. Otro oro más caería en las redes locales desde las aguas cercanas a Windsor. En este caso sería logrado por Katherine Copeland y Sophie Hosking en la categoría de doble scull ligero femenino. Eton Dorney aún proporcionaría otra alegría más a los locales, aunque no estuviera envuelta en oro: Mark Hunter y Zac Purchase se convertirían en subcampeones olímpicos en la misma categoría –en su caso masculino- que sus colegas femeninas.

Foto de Getty Images

Las aguas del canal del remo ya habían proporcionado suficientes alegrías en la mañana de agosto para los seguidores del Team GB. Era el turno de otros deportes y otras sedes. Nos trasladamos al velódromo instalado en el Parque Olímpico. Durante todos los días de competición esa instalación iba a ser el corazón de una avalancha de medallas para el  equipo local, claramente la nación más poderosa en cuanto a ciclismo en pista se refiere. De entre todas las medallas conseguidas en ese deporte por los locales (diez) una caería en el que más tarde sería conocido como “Súper Sábado”, gracias al trío compuesto por Dani King, Joanna Rowsell y Laura Trott, que no sólo conseguiría el oro en su prueba de persecución femenina, sino que rompería el récord mundial por dos veces en el intervalo de dos horas. El mismísimo ex Beatle Paul McCartney cantaría una canción durante su ceremonia de entrega de medallas.

Para cuando llegaba la tarde y la gran jornada empezaba en el estadio olímpico en el llamado “deporte rey” de entre los olímpicos, el atletismo, la sensación entre el público, periodistas deportivos y expertos era de que se estaba produciendo un efecto dominó que iba impulsando al resto de deportistas británicos en liza esa jornada. Desde luego, los resultados que estaban a punto de producirse en el estadio olímpico así lo confirmaron. El contagio se produjo y tres británicos brillaron de nuevo. La primera en hacerlo fue la heptatleta Jessica Ennis. Su prestación se desarrollaba en dos jornadas. La noche del viernes Ennis durmió poco y mal, seguramente abrumada por la presión a la que se veía sometida. Su imagen estaba presente por todo el país, como reclamo de los Juegos. Lo mismo le sucedía al plataformista Tom Daley. Muchas de las esperanzas de los británicos estaban puestas en estas dos estrellas. El saltador digirió mal la presión, ¿ocurriría lo mismo con la atleta?

Foto de Tim Ireland/PA

La prueba en la que competía Jessica Ennis duraba todo el día, al tratarse en realidad de una suma de pruebas. Aún de mañana se comenzó con el salto de longitud. Desastre para la británica en su primer salto. Sin embargo, arreglaría en cierta manera la situación con un buen segundo salto, cerca de su mejor marca personal. Tras el lanzamiento de jabalina aún le quedaba la prueba de los 800m por disputar. Para entonces Ennis se debatía en la duda de poder dar al traste con su oro y, como consecuencia, con las expectativas de los espectadores in situ y de todo un país. Pero Ennis, según su entrenador Minichiello, es muy fuerte mentalmente y posee un gran espíritu competitivo, así que la británica confirmó su vitola de favorita y acabó aclamada por el estadio tras conseguir el oro.

Era el turno del saltador de longitud Greg Rutherford. No era tan favorito como Ennis ni como Farah –del que luego hablaremos-, quienes competían más o menos a la vez que él, así que se despojó de la presión. Que no sintiera tanta presión no significaba que el público no estuviera pendiente de él y le animara,. De hecho el saltador confesaría más tarde que los gritos de los espectadores tras su primer intento eran tales que, literalmente, sintió que le “elevaban físicamente”. Rutherford siguió saltando y acercándose a la cabeza, cuando no liderándola. Sin embargo, sentía que su liderato peligraba, pues las diferencias eran escasísimas. No se equivocó al temer, pues aunque finalmente se alzó con la victoria, desde hacía 40 años que no se ganaba la competición de salto de longitud con tan escasa diferencia.

Y llegó el turno de otro héroe nacional, del que se esperaba muchísimo: el fondista Mo Farah. Su entrada en el tartán coincidió con la vuelta de honor de Jessica Ennis. El atleta se dijo a sí mismo que él quería también otro oro. Coincidiendo también con los últimos saltos de la competición de longitud comenzaría la carrera de los 10.000m. La tensión se mascaba en el ambiente, tras la relajación de ver a dos de sus atletas conseguir el oro. En la carrera más larga disputada en el estadio los etíopes y keniatas parecían confabularse para copar el podio, pero Mo Farah sabía que esa carrera se iba a ganar en los últimos 200 metros, 400 a lo sumo. Y así hizo el atleta con orígenes somalíes. Farah había conseguido el sexto oro para el Team GB del día. El entusiasmo se convirtió en exultación: la de los voluntarios abrazando a perfectos desconocidos; la de Coe declarando “haber sido testigo del mayor día del deporte en su vida”; la del medallero, viendo que Gran Bretaña subía al tercer puesto tras conseguir un total –hasta ese momento- de 14 medallas de oro. La jornada pasó a llamarse, para la historia del olimpismo, el “Súper Sábado”. Y no era para menos. Antes de los Juegos de Londres 2012 las autoridades locales habían pronosticado un cuarto puesto en el medallero total y al menos un oro más que los conseguidos en los Juegos anteriores de Pekín 2008. Para el 7 de agosto ya se había superado ese objetivo, que finalizaría en un total de 65 medallas, 29 de ellas de oro (habían sido 19 en Pekín). El Súper Sábado sería votado posteriormente como el “mejor momento en la historia de los Juegos Olímpicos para los británicos”, por encima de los cinco oros del remero Steve Redgrave, los éxitos del ciclista Bradley Wiggins o el celebrado oro de Andy Murray, entre otros.

Foto de Getty Images

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