JUAN ANTONIO CORBALÁN: “EN MOSCÚ 80 TENÍAMOS QUE HABER JUGADO LA FINAL, PERO UN PÉSIMO ARBITRAJE NOS LO IMPIDIÓ”
Juan Antonio Corbalán es mucho más que un medallista olímpico. Su medalla, conseguida junto a sus compañeros del equipo español de baloncesto, además de hacer historia abrió camino a otras posteriores de generaciones siguientes. Como contó a Historias de los Juegos en esta entrevista, en su época España no estaba acostumbrada a los éxitos deportivos. De su histórica generación, a la que también pertenecieron sus compañeros de club Fernando Romay, Juanma Iturriaga y José Luis Llorente entre otros, nos cuenta: “Es una parte muy bonita haber pertenecido a la generación a la que pertenecí, porque no nos podemos olvidar que España no siempre fue como es ahora y hubo una temporada en que para España con salir al extranjero era más que suficiente. Yo fui de esa generación que logró borrar esa frontera, que logró salir al extranjero sin el complejo que históricamente atenazaba a todo lo español. Me siento muy contento y orgulloso de haber contribuido a ´ quitarnos un poco el pelo de la dehesa ´, que España lo tenía y mucho”.
El que fuera histórico base del Real Madrid tuvo un estreno olímpico viviendo una experiencia fuerte, de esas que no se pueden borrar de la cabeza: los Juegos de Múnich 72, viviendo de cerca los dramáticos hechos que en ellos acontecieron: “Aquellos Juegos tuvieron la versión más mala de la incursión terrorista con el ataque a la villa olímpica por parte de los fedayines y con la muerte de los atletas israelíes. No pasé miedo; lo vi junto a muchos compañeros desde la plaza de la villa olímpica. La casa de los israelíes estaba a unos 200-300 metros. Podíamos ver a los soldados, que estaban encaramados en los tejados”. Independientemente de la tragedia de aquellos Juegos, no hay que olvidar que se disputaron en 1972 y, en lo concerniente a España, en periodo franquista aún, con lo que eso implica: “Aquellos Juegos, a medida que te vas yendo hacia atrás en el tiempo, empiezan a tener más importancia porque era prácticamente la única posibilidad que teníamos los deportistas de poder salir al extranjero, de entender que había otro mundo además del mundo cerrado en el que vivíamos, en la dictadura de Franco”.
A la siguiente cita olímpica no pudo acudir porque España fue eliminada por Brasil. En este sentido, Corbalán hace hincapié en lo difícil que era clasificarse por aquel entonces para unos Juegos Olímpicos: “Yo viví una época en la que no era fácil clasificarse. Ahora parece que todo el mundo puede acceder a unos JJ.OO. En nuestra época nuestro gran trofeo era ganar el preolímpico y si lo ganabas, te clasificabas y podías ir. Pudimos ir haciendo mucho trabajo y España en esa época hizo una mejora enorme. Al final los Juegos Olímpicos se convirtieron en el elemento de referencia que marcó un poco la excelencia de nuestra vida deportiva”. Los de Moscú 80, que chocaron a tantos deportistas occidentales al disputarse en una Rusia aún soviética, fueron para el base como se los esperaba: “Nosotros habíamos ido ya muchas veces a la URSS jugando con el Real Madrid ante el TSKA, por lo tanto el efecto de misterio que tenía para el resto de los deportistas para mí no lo era. Moscú era una parada del Metro que cogía todos los años. Yo sabía que aquello iba a estar bien. Creo que fueron unos magníficos Juegos Olímpicos. La única historia es que allí ya se empezó a ver una rivalidad con los boicots pero cada año que pasaba era un peldaño que se subía hacia la integración total, como luego afortunadamente ha sido”. En el aspecto estrictamente deportivo Juan Antonio Corbalán se lamenta del resultado final de España: “En Moscú 80 nosotros debidos haber jugado la final pero tuvimos un arbitraje pésimo contra Yugoslavia y nos quedamos jugando el bronce contra la Unión Soviética, con la que perdimos, pero estuvimos a punto de ser medalla en aquellos Juegos”.
De todos es conocido el resultado favorable que supuso para el combinado español la siguiente cita olímpica, con medalla de plata final como algo que, a fin de cuentas, no era sino el premio a toda una generación que se la había ido ganando competición tras competición: “El éxito de la medalla en Los Ángeles fue fantástico para nosotros y fue un premio. Fue como la guinda a un pastel. El pastel ya estaba hecho; llevábamos quedando cuartos mucho tiempo en muchos campeonatos y aquello fue lo que supuso para nosotros esa guinda al pastel. Sin medalla hubiera tenido el mismo trabajo y el mismo mérito. Con medalla, además de trabajo, estaba bonito el pastel”. De la tan comentada medalla de Los Ángeles 84 añade: “La medalla olímpica pesa de una forma importante porque aunque los Juegos Olímpicos son cada cuatro años, es verdad que todos los ciclos estaban como iluminados por ese año en que había unos nuevos Juegos Olímpicos. Todos nosotros los teníamos siempre muy presentes”.
Es paradójico que el ex jugador madridista, que tantísimas copas había logrado con su club, haga hincapié en su discurso de la importancia de la experiencia olímpica: “Es algo que te deja una huella imborrable. Hay pocas cosas en el mundo que se equiparen al deporte, sólo la ciencia y algunas cosas de altísimo rango, y dentro del deporte todo palidece al lado de lo que es el olimpismo. El olimpismo es primero un mensaje de valores. Vamos a poner valores entre interrogaciones, pero yo creo que hay un buen fondo de valores. Hay un mensaje de convivencia, de forma de vida que es la competición noble como estímulo para la mejora de cada uno de nosotros. En definitiva, el deporte para mí tiene un elemento muy importante que es socializar tu experiencia con tus equipos y tus adversarios y tratar de mantener una forma de vida que contribuya a tu salud y a tu felicidad. Por lo tanto, para mí el olimpismo ha sido una parte importante del deporte y el deporte es, desde mi punto de vista, algo vital, que la sociedad nunca reconocerá bastante”. Viniendo estas palabras de alguien que procede de un deporte tan profesionalizado y de un equipo acostumbrado a los triunfos tienen mayor valor.