MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 59: INGEMAR JOHANSSON RECIBE SU MEDALLA DE HELSINKI 52 CON 30 AÑOS DE RETRASO
Tuvieron que pasar 30 años para que el sueco Ingemar Johansson recibiera la medalla de plata que había ganado en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52. Antes de realizar una brillantísima carrera como boxeador profesional -que luego resumiremos- el púgil escandinavo, aún amateur, protagonizó uno de los momentos más polémicos de los Juegos disputados en la capital finlandesa.
Johansson, cuando aún no era apodado como “Ingo” o incluso “el martillo de Thor” acudió a cita olímpica de 1952 en la categoría de pesos pesados contando 19 años. Consiguió llegar a la final con claridad, tras ganas con contundencia los tres combates que le condujeron hasta ella. Enfrente se encontró con el estadounidense Ed Sanders, el máximo favorito. La prensa americana se había burlado del sueco, siempre sonriente, debido a una actitud previa a la final que calificaron como “demasiada relajada”, llegando a etiquetarle de playboy. El sueco optó en la final por una táctica conservadora, demasiado, pues no solo le llevó hasta la derrota, sino a la descalificación. Johansson aspiraba a dar con el momento ideal en el que colocar el que luego se convertiría en su famoso gancho de derecha, pero no llegó a tener opción de hacerlo. En el primer asalto el sueco se limitó a caminar en círculos cerca de las cuerdas del ring. En el segundo, el público ya le exigía a gritos que atacara de una vez. Por tres veces el árbitro le advirtió por pasividad, lo que llevó a su descalificación de efecto al final del segundo asalto por “tratar de evitar al contrario”. No solo se le impedía continuar con el combate, sino que no le concedieron la medalla –de plata- que le correspondía, sin poder subir al podio. Es más, a su vuelta a Suecia fue víctima de las fuertes críticas de los medios de su país que arreciaron sobre él. Su actitud fue calificada de vergonzante. Durante la transmisión radiofónica de la final el comentarista sueco Lennart Hyland le machacó a críticas. Su único defensor, Edwin Ahlquist, pasó a ser su agente cuando Johansson se pasó al campo profesional tras los Juegos. El púgil se defendió en su momento diciendo que su táctica en la final consistió en cansar al rival y que en ningún momento trató de evadir a Sanders. En su descargo hay que decir que Johansson sólo pudo entrenarse antes de los Juegos durante diez días en un campamento específico para Helsinki 52 y encima sus sparrings eran demasiado débiles. Es más, Johansson no hizo más que cumplir con las instrucciones de su entrenador, quien le recomendó dejar que Sanders fuera el agresor durante el combate.
Antes de iniciar su –ya veremos que exitosa- carrera como profesional, tanto la descalificación como las críticas afectaron mucho al boxeador sueco. Tanto, que se recluyó durante seis meses y consideró abandonar el boxeo. La historia de su “no” medalla no acaba aquí. Durante años el periodista sueco Sven Ekstrom batalló para que se le entregara finalmente. Según Ekstrom la confiscación de su plata de Helsinki 52 no se ajustaba a la reglamentación. Sólo en 1982, exactamente 30 años más tarde, le fue por fin entregada, de manos del entonces presidente del COI Juan Antonio Samaranch que, como dato curioso, cubrió como periodista el boxeo de los Juegos de Helsinki.
Como decíamos, Ingemar Johansson acabó pasándose al profesionalismo y no solo destacó a nivel europeo, sino mundial, llegando a convertirse en el quinto campeón del mundo de los pesos pesados nacido fuera de Estados Unidos. El épico combate en el que ganó el título le enfrentó a Floyd Patterson quien, nueva ironía, había ganado el oro en los Juegos de Helsinki pero en la categoría de los pesos medios. Una última ironía es que la carrera profesional de Ed Sanders, su rival en la final olímpica, pasó por muchas más trabas y decididamente por menos éxitos que la de Ingemar Johansson.
El título mundial, en plena edad de oro del boxeo (los años 50 del pasado siglo) convirtió a Ingemar Johansson en toda una celebridad: portada de las prestigiosas revistas “Life” y “Sports Illustrated”; regreso a su país aterrizando en helicóptero en medio del estadio de fútbol en Gotemburgo, donde fue recibido por 20.000 personas; intervención en cine, al lado de figuras como Sidney Poitier o Alan Ladd; persecución de paparazzi allí donde fuera…
Ingemar Johansson llegó a ser nombrado el tercer mejor atleta sueco de la historia, tras Bjorn Borg e Ingemar Stenmark. Una vez retirado del boxeo su popularidad no decayó, pues acudía a convenciones pugilistas en loor de multitud, creó su propia cerveza y ropa deportiva, abrió un bar, etc. hasta que le fue diagnosticado Alzheimer del que murió diez años más tarde.