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MOMENTOS OLÍMIPICOS MÁGICOS 52: EL DUELO DANIELA SILIVAS-ELENA SHUSHUNOVA EN SEÚL 88 Y EL MEJOR EJERCICIO DE SUELO DE LA HISTORIA

Los Juegos de Seúl 88 vivieron un emocioantísimo duelo en cuanto a gimnasia artística femenina se refiere. Cualquiera de las dos contrincantes que lo protagonizaron podría haber sido la ganadora final y, de hecho, se plantearon a posteriori algunas dudas sobre la equidad del resultado final. La entonces soviética Elena Shushunova se alzó con el triunfo individual, pero muy bien podría haberlo hecho la rumana Daniela Silivaș. En este artículo trataremos, aparte del apretado resultado final, el que viene siendo considerado mejor ejercicio de suelo femenino de la historia, aún no superado cuando han pasado 30 años del mismo y ése lo realizó Silivaș.

Ahondemos en la curiosa historia de la rumana, que inexplicablemente nunca logró ser campeona olímpica individual. Daniela, nacida en al región de la Transilvania, admiró la actuación de su compatriota Nadia Comăneci en los Juegos de Motreal. Por entonces Daniela tenía cinco años y medio. Al verla quiso apuntarse para practicar ese deporte que tanto le había fascinado a través de la pantalla del televisor. Tuvo la suerte de empezar a entrenar con el prestigioso entrenador Béla Károlyi, aunque sólo lo hizo durante unos escasos seis meses, hasta que Károlyi se marchó a Estados Unidos. Pero ello no frenó la carrera de la jovencísima Daniela. Subrayamos lo de jovencísima porque las autoridades rumanas llegaron a falsificar su edad en 1985 adelantándola en dos años para que pudiera participar en el Mundial de de Montreal. Aunque ya entonces hubo sospechas, no fue hasta el año 2002 cuando la propia gimnasta reconoció el hecho. Los oficiales rumanos le habían dado un nuevo pasaporte y le dijeron que ahora ella tenía 15 años, en lugar de los 13 reales. La treta les salió bien a las autoridades rumanas, pues ya en ese Mundial Silivaș lograría un 10 que le proporcionaría el oro en las asimétricas.

Centrémonos ya en los Juegos de Seúl. El espectador disfrutaría como nunca de un duelo en la cumbre con ejercicios a cuál más precisos. Las dos favoritas mostraban excelencia con características diferentes: la rumana en técnica y gracia artística como bailarina en el suelo y la soviética en fortaleza y acrobacias. Como resultado, una final emocionantísima hasta el último segundo, que se resolvería en el último salto, y que ofreció quizás el mejor conjunto de ejercicios de la historia. En la competición del concurso completo individual consiguieron ambas la nota máxima -10.0- en suelo. El reparto de dieces acabaría con más de ellos: uno para Shushunova en salto y otro para Silivaș en paralelas. En la rotación final la rumana iba líder, pero acabaría segunda al obtener un 9.950 –rozando la perfección- en su salto mientras que Shushunova, que saltaba después que ella, obtendría un 10, como hemos mencionado. Esa nota fue polémica, aunque en su momento ni  Silivaș ni la Federación de su país levantaron ninguna protesta. Resultó sospechosa la nota de la juez soviética –la otrora gimnasta campeona Nellie Kim- que otorgó a Silivaș un 9.8, cuando el resto de jueces le habían otorgado el 10 (tres de ellos) o 9.90 (dos jueces). Tras la ceremonia de premiación Daniela Silivaș reconoció que se veía campeona, pero no se quejó públicamente. Lo que es cierto es que si la competición se hubiera desarrollado con el nuevo sistema de puntuación hubiera sido la rumana la campeona olímpica. La potencia se había impuesto a la gracia, dentro de la perfección y dificultad de ejercicios de ambas. En el recuerdo de todos los espectadores está el contraste entre una sonriente Silivaș y una reflexiva y seria Shushunova, a menudo echando mano de la sofrología (técnica para evitar el estrés) para relajarse.

La plata final no desanimó a la rumana, que salió con más fuerza que nunca a competir las finales por aparatos. En ellas se tomó su particular venganza, ganando tres de los cuatro oros posibles (en paralelas, barra y, por supuesto, suelo) además de bronce en saltos. Con solo una edición olímpica disputada, la de Seúl 88, Daniela Silivaș batió récords: la única gimnasta –hombre o mujer- en ganar medalla en todas las competiciones olímpicas (ya que hay que sumar una plata que ganó por equipos), además de igualar el récord de Comăneci al conseguir siete notas perfectas de diez.

Las características de Daniela Silivaș destacaban aún más en el ejercicio de suelo. Su expresividad, su encanto aplicado al ejercicio más artístico de la gimnasia, unido a una rutina de gran dificultad y perfecta ejecución, hacen de su suelo de los Juegos de Seúl un modelo a seguir hasta ahora nunca superado. A su lado los mejores ejercicios actuales pierden en la comparación. Aun hoy en día el grado de dificultad de su ejercicio de suelo seguiría teniendo una altísima puntuación, según el Código. Código que, por cierto, incluye un movimiento con su nombre. El “Silivas” consiste en un doble salto mortal agrupado hacia atrás con doble rotación, salto de una gran dificultad. Quién sabe lo que hubiera sido capaz de lograr esta gimnasta si no le hubieran afectado dos hechos acaecidos tan solo un año después tras sus éxitos en los Juegos del 88: por una parte una lesión la llevó a la sala de operaciones y por otra la Revolución que se produjo en su país trajo consigo el cierre de su centro nacional de entrenamiento en Transilvania. Daniela se vio obligada a poner fin a su carrera pero siempre recordaremos su duelo con Elena Shushunova en Seúl 88 y su magnífico ejercicio de suelo.

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