CONOCIENDO AL DENIS TEN PATINADOR
La vida es injusta, ya lo sabemos. En ocasiones puede llegar a ser macabra y exageradamente cruel. Lo fue con Denis Ten, medallista olímpico de patinaje artístico al que, pese a su bronce de Sochi –que, por cierto, hizo historia al ser el primero de su país, Kazajistán, en su deporte- apenas era conocido más que por los realmente aficionados al patinaje. Injusta su muerte, asesinado a los 25 años, e injusto que se le recuerde ahora por las circunstancias de la misma, más que por sus méritos deportivos. Como muestra la cruda realidad: si ponemos su nombre en Google nos saldrán páginas y páginas de su asesinato y muy, muy detrás, sus logros –importantísimos- de su carrera.
Antes de hablar de su fin que, en realidad, es conocido lastimosamente por todos, hay que reivindicar al Denis Ten patinador. Ese chico que de niño se empeñó en ser patinador convirtiéndose, de esa forma, en un auténtico pionero en su país, a conciencia o no. Porque cuando a sus escasos cinco años de edad se empeñó en patinar sobre hielo no existía ninguna pista en ese país asiático, a lo sumo, las naturales que se formaban en cierta época del año cuando el clima favorecía la creación de hielo. Es más: no había dónde comprarse patines. Sólo estos dos datos ya nos indican la valía, el coraje, la pasión y el mérito de este joven kazajo.
Denis no gozó de material mínimamente aceptable para patinar de los cinco a los nueve años. Para mejorar se imponía salir de su país. De no haberlo hecho, está claro que no habría logrado los éxitos posteriores. Escogió bien: se marchó a Estados Unidos. Pasó sus primeros cinco años en California para pasar a entrenar posteriormente a Nueva Jersey con el mítico Nikolai Morozov.
A una edad temprana, pese a haber comenzado relativamente tarde a entrenar “como dios manda”, Ten comienza a ganar pruebas destacables. Tanto, que se convierte en olímpico en los Juegos de Vancouver cuando aún no había cumplido los 17 años. Su sola presencia fue considerada un logro para su país. Al año siguiente ganó el oro en los Juegos de Asia en la misma pista que, ironías de la vida, años más tarde tendría lugar su multitudinario funeral. En el Mundial de 2013 ya llamó la atención de forma más destacada ganando la plata, que posteriormente estaría acompañada por una medalla de bronce en el Mundial de Shangai de 2015, año, por cierto, donde ganó el oro en el prestigiosísimo campeonato de los Cuatro Continentes.
Pero su momento verdaderamente dorado llegó en los Juegos Olímpicos de Sochi, de la forma más inesperada. Antes de llegar a la ciudad rusa Denis padeció diversas lesiones. A ello se le unieron problemas con el equipo y, por encima de todo, un accidente de coche tan solo dos semanas antes de los Juegos que le dejó baldado de tal manera que apenas podía caminar. Así se presentó, no obstante, en la cita olímpica. Como curiosidad, decir que durante los Juegos usó dos botas desparejadas, tras probar hasta seis pares. En su programa corto –primero del calendario olímpico- falló en su primer salto, lo que le colocó en la novena posición. Denis no durmió nada esa noche. Pocos podían pensar, él incluido, que saldría de Sochi con una medalla al cuello. Nadie contaba con él, pero entre méritos propios por su actuación en el programa libre y deméritos ajenos el caso es que Ten se ganó la medalla de bronce, la que le dio definitivamente un hueco en la historia del patinaje.
Huelga decir que su medalla olímpica le convirtió en el personaje más popular de su país, ávido y necesitado de estrellas deportivas. Por de pronto, recibió como premio un coche. También fue Denis Ten la cara de la candidatura olímpica de Almaty para organizar los Juegos de Invierno de 2022, aunque finalmente perdiera la votación.
La siguiente cita olímpica tendría lugar en Corea del Sur y este dato suponía un empuje extra al patinador kazajo. Denis tenía orígenes coreanos. Su tatarabuelo –Min Geung-ho- fue un famoso general que luchó por la independencia de Corea del invasor Japón. A Denis le hacía especial ilusión hacer un buen papel en Pyeongchang. Estando ya en Corea del Sur preparando los Juegos sufrió una lesión en el tobillo derecho, así que no pudo alcanzar más allá de un 27º puesto en esos Juegos. El resto es carne de páginas de sucesos, por desgracia. Su absurda muerte acuchillado hasta desangrarse –hasta tres litro de sangre- por el robo de los espejos retrovisores de su coche en Almaty no tiene definición posible. El mundo del patinaje, el propio presidente del COI Thomas Bach y cualquier figura del deporte ha llorado su terrible y temprana muerte. El orgullo de Kazajistán no podrá tributar más trofeos a su país. La vida de un gran deportista, arrancada a los 25 años.