MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 50: LA ÉPICA LUCHA POR EL BRONCE DEL BALONMANO FEMENINO EN LONDRES 2012
Un único partido puede crear afición, dar a conocer un deporte o a una selección, formar adeptos y paralizar un país. Los Juegos Olímpicos y la disputa de una medalla en ellos es motivo más que suficiente para marcar un antes y un después en un deporte, en este caso en el balonmano femenino español. Y eso que, por mor de perder la semifinal contra Montenegro, las pupilas de Jorge Dueñas no luchaban por el metal de más valor, sino por el bronce, pero justamente eso dio más valor a su victoria: perder el partido significaba irse a casa sin metal.
En los Juegos de Londres 2012 se enfrentaban el combinado de las así denominadas Guerreras contra las potentes surcoreanas, experimentadas en un podio olímpico que habían pisado en seis ocasiones desde los Juegos de Seúl 88.
La selección española venía de un trienio más que prometedor, con medallas en el Europeo de 2008 y el Mundial de 2011, lo cual las convertía en candidatas a medalla en Londres. En el torneo olímpico ambas selecciones debutaron enfrentándose entre sí y en esa ocasión, desde luego mucho más intrascendente, se llevaron el gato al agua las asiáticas. Las Guerreras, tras ese primer traspiés, continuaron su hacer por el apretado calendario olímpico con excelentes resultados, incluyendo una victoria sobre las finalmente campeonas, Noruega. Corea no iba a la zaga y, así, ambas selecciones se plantaron en las semifinales después de superar el escollo de cuartos. Semifinales que, al perder, las obligaba a luchar a las dos por una única medalla: la de bronce.
Y llega una lucha por dicha medalla a cara de perro. Un partido que acabaría siendo épico y, por esa razón, hablamos de él aquí. Las surcoreanas empezaron dominando, beneficiándose de los nervios de las hispanas. Demasiadas pérdidas de balón que provocaron una ventaja asiática que llegó a una máxima diferencia de 9-5 a falta de diez minutos para el fin de la primera parte. En ese preciso momento el seleccionador español pide un tiempo muerto, que a la postre se demostraría providencial. Tras llevar España más de cinco minutos sin marcar, endosan un abrumador parcial de 6-0 a su favor. Sin embargo, las surcoreanas no se rinden e igualan a 13 el marcador al llegar el descanso.
La segunda parte es diferente de la primera. Si en ésta empezó a dominar Corea en aquélla es España la que adquiere ventaja. De hecho, llegan a cobrar una más que rentable ventaja de cuatro goles (15-19), resultado que engañaba a aquel que pensara que la victoria ya estaba en la mano. De nuevo, las coreanas remontan desde abajo hasta llegar al empate a 23 tantos a falta de cinco minutos. Llegados a ese punto el cansancio hace mella en ambos combinados y los errores se suceden. Cualquiera podría haber ganado o perdido, era cuestión de matices, de detalles, quizás de suerte también.
Se llega así a la prórroga, a la primera de ellas, pues una no determinó equipo vencedor. Ambos equipos mostraban claramente cansancio. En esa tesitura la labor de las porteras sería fundamental, porque levantar un gol encajado requería un sobreesfuerzo que, tras tantos minutos jugados de torneo en general, se hacían muy cuesta arriba. Y en la portería fue donde resultaron excelsas las españolas. Tanto la portera titular Silvia Navarro como la suplente Mihaela Ciobanu, una veterana de 39 años que había vuelto de una retirada, realizaron una actuación espectacular. Más, si cabe, la de origen rumano, pues llegó a parar cuatro penaltis. En ella muy posiblemente estuvo la clave, al menos de los últimos minutos del encuentro. Uno de ellos propició una segunda prórroga y dos más, durante la segunda, la definitiva victoria.
Al final, incluso la victoria del bando español se llevó a cabo con no uno, sino dos goles de diferencia gracias al tanto final de Jessica Alonso a punto de finalizar el partido. La selección formada por jugadoras como Eli Pinedo (que en una entrevista con Historias de los Juegos ya había anotado que la clave quizá fuera la unión del equipo) Vero Cuadrado o Marta Mangué entre otras, una generación difícilmente repetible, puede, gracias a esta agónica victoria, cerrar sus brillantes carreras con una medalla olímpica.
Entretanto, la gente no seguidora habitual del balonmano se fue enganchando a tan emocionante partido. La tensión que se palpaba, los nervios, lo mucho que se jugaban, la igualdad, el nivel de ambas selecciones…eran demasiados factores como para no atrapar a aficionados y a los que no lo eran tanto.