MOMENTOS OLÍMPICOS MÁGICOS 48: LOS 800m MASCULINOS EN MÚNICH 72, LA CARRERA MÁS EMOCIONANTE DE LA HISTORIA
En los Juegos Olímpicos ha habido carreras emocionantes con inesperado ganador final y luego está la final masculina de los 800 metros de los Juegos de Múnich. En ella toda la emoción y la sorpresa del ganador final se elevan a la enésima potencia. No puede darse una combinación tan explosiva. Será difícil que esos factores sean superados en el futuro. Vean el vídeo de la final. Véanlo varias veces incluso, porque a veces uno llega a pensar que en el siguiente visionado no ocurrirá lo mismo, ya que no puede repetirse semejante locura, no. El deporte tiene estas cosas pero ¿puede llegar a estos extremos?
Vayamos por partes. El máximo favorito previo a la carrera era el soviético Yevgeni Arzhanov. No en vano no había perdido una carrera de esa distancia en cuatro años. Junto a él también entran entre los favoritos otros europeos y, además, dos keniatas –Mike Boit y Robert Ouko-, que empezaban a destacar también. Fueron ellos precisamente los que dominaron la carrera y, a falta de 200 metros, tenían serias aspiraciones para repartirse los dos metales más preciados. Pero el soviético no podía dejar escapar la ocasión y les supera llegando desde una sexta posición a falta de alrededor de 300 metros. Superar a los tres europeos que le precedían pareció coser y cantar. Mostró así un poderío que hizo pensar que el oro –hasta ese momento africano- pasaría a manos de Arzhanov, pues finalmente supera a los dos keniatas con la misma facilidad que a los tres europeos. En ese momento aparece en séptima posición un corredor estadounidense que parecía no estar en la lista de favoritos de nadie, y eso que en los trials celebrados meses antes había igualado el récord del mundo. Se trataba de un tal Dave Wottle. Su distancia favorita no era ni tan siquiera la de 800m, sino la más larga de los 1.500. No se veía con capacidad para esprintar, no era lo suyo. Con 21 años por entonces se apuntó a la carrera más corta de la media distancia en las pruebas de clasificación de su país sólo como consejo de su entrenador para practicar la velocidad. El propio Wottle no se veía con ninguna posibilidad en los 800m frente a la pléyade de especialistas europeos.
Wottle no pareció tomarse con mucha seriedad la preparación para los 800m que, tras ganar con esa fabulosa marca en los trials de su país, iba a correr finalmente en los Juegos de Múnich. En el ínterin entre las pruebas clasificatorias y los propios Juegos Dave Wottle se casó y realizó su luna de miel, que casi acabó poco antes del comienzo de la gran cita deportiva cuatrianual. Al fin y al cabo, hasta los expertos pensaban que no pasaría de de la primera ronda.
Volvemos a la carrera, pero seguimos centrándonos a partir de ahora y hasta el final en el corredor americano. En su contra también estaba una tendinitis en sus rodillas que le hacía no estar en su mejor forma. Se quedó a la cola del grupo durante la carrera, en el último puesto. Nos habíamos quedado en que ocupaba la séptima posición a falta de unos 200 metros para el final. Tras superar al que iba inmediatamente por delante de él le cuesta hacer lo mismo con el siguiente corredor. Quedan menos de 200 metros y sigue sexto, con un hueco entre el cuarto y el quinto, por si fuera poco. En la curva logra ponerse cuarto. Por delante el soviético y los dos keniatas. Llega la recta final y Arzhanov coge delantera. Todos le ven ya como el campeón olímpico. Consigue hacer un hueco con la pareja de keniatas. Cuarto sigue Wottle. Todo hace pensar que así quedarán los puestos finales. Cada vez quedan menos metros para que la situación pueda variar pero, esperen, Wottle parece que había guardado fuerzas para el final, a pesar de no ser un velocista puro. Supera a un keniata –Ouko- y se iguala al otro –Boit-. La distancia entre Arzhanov y Boit se ha reducido, pero es lo suficientemente grande como para asegurarle al europeo la victoria, ¿o no? En un sprint final épico David Wottle da el do de pecho y no solo supera a Boit, sino que consigue hacerlo también con Arzhanov, lanzándose los dos en la línea de meta, con tanto impulso que el europeo cae al tartán. En realidad, parece que han empatado, aunque no, no compartirán el oro. La diferencia final entre ambos, a favor del americano, es de 3 milésimas.
Nadie, absolutamente nadie, se esperaba ni tan siquiera un podio de Wottle. Él el primero. Tanto es así que, cuando escucha el himno de su país desde el cajón más alto mantiene puesta en su cabeza su característica gorra, algo por lo que fue criticado como falta de respeto. Otros muchos pensaron que se trataba de un gesto de protesta por la guerra de Vietnam. No nos hagamos películas, la razón es mucho más banal: Dave no se esperaba ganar, no se esperaba subir al podio y la sorpresa no le hizo reaccionar. Confesó más tarde que ni se dio cuenta de que llevaba puesta la gorra.
Ahora Wottle se dedica a visionar una y otra vez la carrera en cientos de gimnasios de escuelas y de Rotary Clubs de su país. Quizá aún no está seguro de haber ganado esa tremenda carrera con el final más increíble de la historia olímpica. De momento.