JOSÉ LUIS LLORENTE: “LOS JUEGOS OLÍMPICOS SON ALGO CASI ANECDÓTICO PARA UN JUGADOR DE BALONCESTO”
Tres ediciones de los Juegos Olímpicos, muy distintas entre sí, y una medalla de plata en su segunda experiencia olímpica forman parte del amplio palmarés de José Luis Llorente, un miembro más de una exitosa saga de deportistas de élite (“el primero en dedicarse no al fútbol, sino al baloncesto”), y copartícipe de una generación inolvidable de baloncestistas (“tuvimos la suerte de coincidir y juntarnos una serie de buenos jugadores”) que, contrariamente a lo que se suele considerar, recalca “no es verdad que mi generación fuera pionera en el baloncesto español porque antes de nosotros la selección de baloncesto hizo ya muchas cosas. En los años 70 ya se ganó una plata en el Eurobasket de Barcelona, etc. y hay que tener en cuenta que en aquella época había tres selecciones que eran casi inalcanzables [EE.UU., URSS y Yugoslavia] y hoy en día solo existe una, que es EEUU”. Pero lo que no puede negar es que su generación fue la primera que ganó una medalla olímpica, algo que han continuado generaciones posteriores en algo que parece ya dado por descontado.
La plata de Llorente y sus compañeros se conquistó en Los Ángeles 84. Su experiencia allí fue diametralmente opuesta a sus primeros Juegos, en Moscú 80, donde vivía en “una villa más bien tirando a austera, una villa un poco soviética, un poco triste”. Sin embargo, junto sus compañeros, hicieron por disfrutar de esos días, llegando a agotar los anteojos y binoculares en las tiendas para poder espiar a las deportistas que habitaban el edificio de enfrente, como ya nos contó en otra entrevista Juanma Iturriaga. En Moscú España quedó cuarta, en un hacer que iba en constante progresión y que culminó en la plata de Los Ángeles. Como nos podemos imaginar, la vida en la villa olímpica de la ciudad californiana nada tuvo que ver con la soviética de cuatro años antes: “Reflejaba el estilo de vida americano. Entonces nos llamó un poco la atención porque todavía España estaba poco “colonizada” y entonces estábamos –afortunadamente- poco arrollados por la globalización. Había conciertos, música en directo -que era muy de agradecer- y además con grupos muy buenos, y luego teníamos una sala de cine espectacular que proyectaba películas constantemente en una sala con una calidad extraordinaria que no tenían, ni hoy en día, las salas aquí. La verdad es que lo pasamos bien porque había mucho ambiente”.
En el aspecto deportivo “Joe” Llorente nos reconoce que “sí que esperábamos llegar a la final. Teníamos muy buen equipo y muy maduro además, bastante experto a pesar de que era bastante joven. Habíamos estado muy bien en el preolímpico. El equipo venía ya de tres o cuatro años de hacer muy buenos resultados”. Además, les favoreció el cuadro que les tocó, hasta llegar a las semifinales que ganaron ante Yugoslavia. La final, ante el siempre poderoso equipo de Estados Unidos, que para más inri actuaba de local, fue otro cantar. El exbase madridista nos confiesa que “dimos por perdido el partido antes de la final, no explícitamente, pero perdimos toda la concentración y toda la tensión. Entonces había muy poco contacto con el baloncesto de Estados Unidos y estábamos muy poco acostumbrados a jugar con sus jugadores”. No fue oro, pero a esa plata se le dio un valor extraordinario, por varias razones, como nos numera el propio jugador: “En aquella época no ganábamos a casi nada. Aunque sí es verdad que teníamos buenos resultados a nivel de clubes, no teníamos una selección que tuviera éxito de forma constante. Tampoco ganábamos muchas medallas olímpicas, aunque es verdad que había menos especialidades. Algunas en las que hemos conseguido medallas más tarde no existían aún (tenis, ciclismo…). Otro factor que creo que incidió mucho en la repercusión fue que el baloncesto se estaba convirtiendo en aquella época en el deporte preferido de los jóvenes. Era el deporte que se relacionaba con la modernidad, la universidad, las mujeres iban a verlo, etc.”.
Tras el abrumador éxito en los Juegos del 84 José Luis Llorente tuvo la suerte de vivir una tercera experiencia olímpica, en Seúl 88, de carácter bien distinto: “La competición fue bastante buena en su primera fase y un desastre la fase final. Jugamos un partido para meternos en semifinales con Australia y perdimos, así que tuvimos que ir a jugar del 5º al 8º puesto. Teóricamente habíamos hecho lo difícil, ganando a Brasil, que venía de haber ganado a EEUU en los Juegos Panamericanos en el 87”. Si bien en lo deportivo Llorente no guarda tan buenos recuerdos de Seúl 88, en lo anecdótico sí que vivió una experiencia singular: “En Seúl la URSS ganó por primera vez a Estados Unidos en baloncesto y nosotros estuvimos después con Chechu Biriukov, compañero nuestro del Real Madrid, en la fiesta de la URSS. Bebían lo que pillaban, hasta agotar existencias. En teoría no te dejaban pasar, había vigilancia y no podías entrar en el edificio de la URSS pero le metimos un rollo y nos colamos cuatro o cinco. Había también nadadores, las chicas del baloncesto…Estuvimos bebiendo vodka y luego nos fuimos a dormir la mona a nuestra habitación. Ellos llevaban de juerga desde la mañana, porque su partido había sido por la mañana”.
Muchos de los deportistas a los que Historias de los Juegos ha entrevistado han confesado que los Juegos Olímpicos han sido su aspiración máxima deportiva. No es la opinión particular de Llorente, debido a una razón de peso: “los JJ.OO. tienen un peso sentimental muy grande y de prestigio, pero luego en realidad en la historia de un jugador de baloncesto los Juegos es algo casi anecdótico, porque es una competición que dura muy poco y un jugador de baloncesto no se prepara como un atleta, un nadador o un gimnasta, específicamente para los Juegos. Nosotros nos preparamos para la temporada y, si me apuras, hoy para el partido del domingo. Tenemos constantemente competiciones de clubes”. Y apostilla: “Los Juegos Olímpicos es un regalo extraordinario, que si sale bien es imborrable y aunque no salga bien siempre, te llevas el recuerdo de una gran experiencia de haber vivido con deportistas de todos los países”.
Una vez retirado, José Luis Llorente no solo ha ejercido una profesión que estudió mientras era aún jugador –“los jugadores teníamos claro que tendríamos que seguir currando cuando nos retiráramos, algo que les sigue pasando al 99% de los deportistas”-, sino que ha llegado a publicar un libro, “Espíritu de remontada”- que nos define como “acerca de cómo generar la motivación, la energía propia. Está basado en lecturas, en psicología, también yo cuento cosas, claro. No es esencialmente autobiográfico pero también cuento cosas mías y cosas de mis compañeros, cosas relacionadas con el deporte”. Seguro que aprenderemos mucho de su lectura, dado el tremendo caudal de experiencias vividas por este triunfador del baloncesto.