ÁRON SZILÁGYI, BICAMPEÓN DE ESGRIMA: “FUE DURO ACOSTUMBRARME A SER CAMPEÓN OLÍMPICO”
Practica un deporte rey en su país, Hungría. Ofrecer a sus compatriotas los últimos oros olímpicos individuales de su especialidad le han supuesto en parte un alivio por la presión a la que es sometido en su país, en parte una quasi obligación cumplida. Estamos hablando de la esgrima y del –de momento- bicampeón olímpico en sable masculino: Áron Szilágyi. En una entrevista exclusiva a Historias de los Juegos, confesó la presión que siente, ya que “la esgrima tradicionalmente ha sido el deporte con más éxitos para Hungría y nos gustaría seguir con esta tradición. A la sociedad húngara le gusta mucho el deporte en general, no solo esgrima, que tiene un lugar muy destacado en mi país. Hay muchos practicantes, tenemos éxitos en los Juegos Olímpicos”.
Szilágy empezó en la esgrima con György Gerevich, su mentor y entrenador durante casi nueve años, hasta que falleció en 2008. Curiosamente, el padre de éste era el mayor ídolo de Áron: “Nunca llegué a conocerle porque murió en 1992. Fue siete veces campeón olímpico, uno de los mayores y más famosos tiradores de esgrima de siempre”. Debutó muy joven en un torneo olímpico, quizá demasiado joven, aunque siempre conlleva algo de positivo esa prematura experiencia: “Cuando fui a los Juegos de Pekín sólo tenía 18 años. Supuso un gran honor para mí formar parte del equipo nacional de Hungría, ya que siempre es uno de los equipos más fuertes. Veníamos de ganar el Mundial del año previo, en 2007, sin embargo no fuimos capaces de hacer un buen resultado en Pekín, acabando séptimos en la prueba por equipos. Yo, personalmente, acabé en el puesto 14º o 15º [fue 15º], así que sentí que no estuvo mal la experiencia, pero quería más, quería mejores resultados individuales para los siguientes años, así que esos años, hasta los Juegos de Londres, significaron para mí básicamente un desarrollo de mis habilidades en esgrima”.
Y llegaron los Juegos de Londres y con ellos el primer oro. Sobre él pesaba ser el único húngaro clasificado en sable, algo cuanto menos inusual. Además, el equipo no había logrado clasificarse: “Por una parte fue una pena que el equipo no lograra clasificarse para los Juegos de Londres. No pudimos hacerlo sólo por un puesto, pero por otra parte yo me clasifiqué para mis segundos Juegos, lo que me hizo feliz y tener una enorme motivación. Hice todo lo que pude para mi preparación individual”. No fue tan inesperado su oro. En los dos Mundiales previos a los Juegos, celebrados en 2010 y 2011, había acabado en sexta posición, así que el tirador húngaro “sentía que podía conseguir un buen puesto, pero quería más, quería una medalla y estaba convencido de que tenía la capacidad para conseguir una y cuando pasé los cuartos de final no quería parar, iba ya camino de una medalla”. En su devenir olímpico superó al entonces campeón olímpico, el chino Zhong Man hasta llegar a la final, que le enfrentaría al italiano Diego Occhiuzzi. Szilágyi nos narra en primera persona cómo fue esa singular final: “Quise salir ofreciendo una esgrima muy ofensiva, quería dominar el encuentro y así hice. Mi oponente estaba un poco como hipnotizado por estar en una final, mientras que yo fui capaz de controlar el enfrentamiento y me puse 7-0. Por supuesto, tras conseguir ese parcial él quiso mostrar un juego fuerte y se vino arriba y el encuentro se igualó, pero mi ventaja previa del 7-0 me permitió salir victorioso de la final, con 15-8”.
Los de Londres 2012 fueron los Juegos Olímpicos favoritos para el húngaro ahora que ya ha vivido tres: “en primer lugar porque allí gané mi primer oro y porque se trató de unos Juegos realmente europeos y me sentí como en casa. Había muchos espectadores húngaros que me animaron y disfruté cada momento de esos Juegos”. También supusieron un cambio radical en su carrera. El propio campeón nos reconoció que “fue bastante duro acostumbrarse al hecho de que yo era campeón olímpico. Mis rivales querían con más fuerza que antes vencerme y mostrar lo mejor de sí, pero eso también supuso para mí una motivación. Era consciente de que no podía permitirme tener un mal día, tenía que dar siempre lo mejor de mí mismo y creo que eso mejoró mi juego”.
Un cuatrienio totalmente diferente al anterior para el húngaro. Si en la Olimpiada que fue de Pekín a Londres aprendió de sus errores, en el siguiente ciclo olímpico debía no bajar la guardia y mantenerse. Sin embargo, se lo tomó con cierta tranquilidad: “No sentía una presión especial previa a Río. Sabía que tenía que concentrarme simplemente en mi preparación y en mi juego. No quería escuchar voces desde fuera diciendo que yo debía ganar. Estaba a un 100% del control de mí mismo. Tuve en Río encuentros muy duros, más que en Londres. En Río hubo más lucha que esgrima, no fue un juego agradable. Me quitó mucha energía ganar cada encuentro. Después me sentía como si hubiera corrido una maratón”.
No quiere que pare la buena racha. Está motivado para llegar hasta Tokio 2020 “y conseguir allí un buen resultado, ganar mi tercer oro, algo que no ha conseguido nadie antes, pero antes tengo otros campeonatos, como Mundiales o Europeos, así que me lo tomo todo paso a paso”. Lo conseguirá o no en un deporte, el suyo, que califica el propio bicampeón como “muy complicado. Tienes que estar en una excelente forma física, también mentalmente; tu técnica tiene que ser muy buena, así como que tienes que estar muy preparado tácticamente. Se trata de cuatro ingredientes. Tienes que tener control de todo”.
Actualización: Áron Szilágyi ganó un nuevo oro olímpico, esta vez en los Juegos de Tokio 2020, así como una medalla de bronce por equipos.
Nueva actualización: En los Juegos de París 2024 Szilágyi ganó una nueva medalla, esta vez la plata por equipos.