OKSANA MASTERS, LA PARATLETA QUE NACIÓ CON MALFORMACIONES A CAUSA DE CHERNOBYL, MEDALLISTA EN JUEGOS DE VERANO Y DE INVIERNO
Los atletas paralímpicos siempre nos ofrecen historias impactantes y humanas que nos tocan la fibra y la de Oksana Masters, una de las más grandes estrellas de entre todos los atletas paralímpicos del mundo, no es una excepción. Ha competido en las cuatro últimas ediciones de Juegos Paralímpicos, con la salvedad de que dos han sido en Juegos de verano y dos en los de invierno. Desde Londres 2012 no ha faltado a la cita ni con los Juegos ni con el podio, aunque en Río “sólo” pudo llevarse un cuarto puesto.
Pese a que nació en Ucrania tres años después de la tragedia de la central de Chernobyl su cuerpo nació afectado por las radiaciones. Eran múltiples las malformaciones de Oksana al nacer: tenía seis dedos en cada pie; cinco en las manos pero palmeados y sin pulgares; una pierna era más larga que otra; tenía un único riñón; le faltaban huesos en sus piernas y, finalmente, su rodilla izquierda padecía de lo que se denomina en términos médicos como tibia hemimilla. Lo costoso de los tratamientos que necesitaba causó el abandono de sus padres. Así, Oksana pasó de orfanato en orfanato –hasta tres- durante los primeros siete años de su vida, sufriendo auténticas penalidades de pobreza, frío, hambre…Las condiciones no eran las mejores para una niña. Entretanto, veía pasar a múltiples parejas que parecían tener intención de adoptarla, mas ello no acabó de fructificar. Sí lo hizo una profesora estadounidense, que esperó dos años y medio hasta poder llevarla a su país. Sufrió las penalidades de una burocracia a la que, para su desgracia, pilló en un momento de endurecimiento y alargamiento del proceso. Pero Gay Masters no se dio por vencida y, gracias a ello, Oksana es hoy la campeona que es –como ha reconocido en múltiples ocasiones la deportista-.
A los trece años empezó a interesarse por el deporte, en concreto por el remo. La práctica deportiva le proporcionaba una sensación de libertad que hasta entonces no tenía. El control de su cuerpo también pasaba a ser suyo. Entre tanto, sufrió varias operaciones: primero le amputaron una pierna y luego la otra, con un intervalo de cinco años, debido a los dolores que le producían sus malformaciones. También le operaron las manos hasta lograr que dos de sus dedos funcionaran como pulgares.
En 2011 conoció al que se convertiría en su pareja de remo. Al instante, en cuanto se juntaron en una misma equipación, se notó la conexión entre ambos, hasta el punto de parecer que llevaran remando juntos toda la vida. Sólo un año más tarde ya ganaron su primera medalla paralímpica, un bronce en los Juegos de Londres 2012.
Durante los inviernos Oksana, una apasaionada del deporte en general, se dedicaba a entrenar su cuerpo practicando esquí de fondo, algo por otra parte natural si tenemos en cuenta que ambos deportes trabajan los mismos músculos. Mejoró tanto que acudió a cita de Sochi 2014 donde de nuevo subiría al podio, esta vez en dos ocasiones, puesto que Masters participó no solo en las tres pruebas de esquí de fondo, sino que también lo hizo en las tres de biatlón, su tercer deporte. De Sochi se fue con una plata y un bronce (ambos en esquí de fondo).
Debido a una lesión de espalda Oksana tuvo que dejar el remo pero no se iba a conformar con dejar de practicar deporte en verano. Se pasó al ciclismo y con él sería de nuevo paralímpica en los Juegos de Río 2016. Según declara ella misma, siempre busca salirse de su zona de confort y desde luego que lo consigue año tras año con nuevos retos. Aunque en Río no cumpliera con su tradición de llevarse a casa una medalla –“ganando” la más despreciada de ellas, la llamada de chocolate al alcanzar un cuarto puesto- Oksana ya se preparaba para su siguiente reto: Pyeongchang 2018. En la localidad surcoreana es donde se ha destapado a lo grande –si no lo hubiera hecho ya antes-, consiguiendo dos oros, dos platas y un bronce, en distintas modalidades del esquí de fondo y del biatlón. En Pyeongchang, aparte de dedicarle medallas a su madre, artífice de sus logros, según Oksana, ha podido disfrutar la experiencia paralímpica junto a su pareja, uno de sus compañeros de equipo paralímpico, Aaron Pike, junto al cual desfiló por primera vez en una ceremonia de inauguración.
La filosofía de Oksana Masters parece sencilla, aunque no tan fácil de aplicar si no se dispone de la determinación de esta singular deportista que nos dice que “no importa el cuerpo que tengas, es el espíritu lo que te lleva a llegar donde quieras. Quiero demostrar que es así”. Un lema que se resume en esta otra frase suya, tan inspiradora: “Realmente estoy convencida de que si soñamos algo podemos alcanzarlo”. Oksana Masters, una nada ordinaria deportista extraordinaria.