NELSON ÉVORA: “DURANTE LA FINAL DE PEKÍN 2008 NO SABÍA SI MI PADRE ESTABA VIVO. LE ESTABAN OPERANDO EN ESE MOMENTO”
La mañana del 21 de agosto de 2008 despertó violentamente al saltador portugués Nelson Évora mediante un relámpago. Ese hecho hizo que el atleta pensara que sólo podía significar un mal augurio, justo el día de la final de triple salto, para la que tanto se había preparado. Además, se puso a llover. “La lluvia justamente es mi punto flaco, es algo que me condiciona mucho. Me perjudicó en la final”, confesaría años más tarde a Rincón Olímpico. Por si fuera poco, Nelson Évora no se encontraba ese día en su mejor momento anímico y psíquico, pues su padre se encontraba gravemente enfermo, con cáncer, e iba a ser operado coincidiendo con la hora de la final de triple salto. “Para mí fue un momento no muy fácil. Yo no sabía cómo estaba. Por eso lloré como lloré. No fue por la medalla, yo no soy una persona de llorar mucho. Mientras competía yo no sabía si estaba vivo, no sabía nada”. Ya hemos desvelado que, pese a todos los signos negativos, Nelson Évora se fue de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 con una medalla ¡y qué medalla!: la de oro. “[Mi padre y yo] hicimos una promesa: si ganaba una medalla él tenía que luchar como pudiera. Mi medalla es suya, no es mía. Se recuperó muy bien y se quedó cuatro años más con nosotros”. Es una de las historias de campeones olímpicos más emotivas que se han dado.
Hablemos un poco del antes de ese oro olímpico. Nelson había nacido en Costa de Marfil de padres caboverdianos, pero se trasladó de niño con ellos a Portugal, hasta nacionalizarse portugués. Desde adolescente bate récords en distintas categorías en triple salto, aunque también ha llegado a competir en salto de longitud. “La pasión que tengo es por el triple. Lo prefiero al salto de longitud porque el movimiento es más complejo. Hay que tener un poco de todo: velocidad, fuerza, elasticidad y un buen control del cuerpo. El salto de longitud también me gusta, pero el triple más”.
Aunque sigue compitiendo al máximo nivel y ganando medallas en Mundiales y Europeos, batiendo incluso su propia marca recientemente -en 2017- el punto más álgido de su carrera tuvo lugar aquel 21 de agosto de 2008. Nelson reconoce que se “esperaba el oro. Yo estaba bien, estaba entrenando bien, aunque en los Juegos Olímpicos estaba lloviendo lo que me hacía no estar muy cómodo para saltar. Lo que importó fue ganar la medalla de oro y no la marca”. No fue coser y cantar ganar ese oro ya que la competición resultó muy difícil “porque todos estaban muy bien y todos estábamos muy cerca, a una diferencia nimia de pocos centímetros. Fue una competición muy dura, pero yo confiaba en mí”. Évora nos relata cómo fue su día, tras el violento despertar –supuesta y negativamente premonitorio-: “Cuando fui a la pista de calentamiento me quedé como 20 minutos en la lluvia intentando controlar mi cuerpo y trabajar lo máximo que podía y para olvidarme de la lluvia”.
Tras conseguir lo máximo a lo que puede aspirar un deportista, el oro olímpico, su vida no se convirtió en una fácil: “En Portugal la vida del atleta no es fácil, es más difícil que en España”. Peor aún si el atleta en cuestión se lesiona de gravedad antes de unos Juegos Olímpicos, para los que lleva años preparándose, como le ocurrió al portugués con los de Londres 2012. Preparándose para los Juegos, se lesionó de gravedad en la tibia durante un entrenamiento en el centro de alto rendimiento de Lisboa. “Fue una decepción porque yo estaba bien y quería defender el título”.
En los Juegos de Río 2016 Évora tenía puestas muchas esperanzas, quizá por ser en un país de lengua portuguesa, pero falló él y fallaron, en cierta manera, los propios Juegos. “Yo tenía problemas físicos y técnicos” y “sólo” quedó en sexta posición. En cuanto a la organización de los Juegos, a diferencia de los de Pekín, que encontró “perfecta, salvo el problema era que los chinos no hablaban ni inglés”, en Río se encontró, de entrada, con que su final, la de triple salto, se realizó por primera vez por la mañana y “eso no es bueno para saltar haciendo una buena marca”. Además, hubo fallos en transporte y en otros aspectos, según el atleta.
Nelson Évora puede haber conseguido lo máximo: el oro olímpico pero, como todo gran campeón, su ambición no se frena: “Todavía me falta un salto de 18 metros, algo que todavía sigo buscando y lo voy a conseguir”. No es en absoluto descartable que lo consiga, pues Évora dados sus resultados tanto en puestos como en marcas en las más importantes competiciones internacionales. Quién sabe si el mejor momento del portugués está aún por llegar.