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TREVOR MOORE: EL REGATISTA OLÍMPICO QUE DESAPARECIÓ EN EL OCÉANO

La historia que leerán a continuación –si tienen el detalle de concederle unos minutos a este texto- sí, trata de un deportista olímpico, como todas las historias de este espacio, pero en esta ocasión se trata también de una historia de misterio, misterio aún no resuelto. Su protagonista es el regatista olímpico Trevor Moore, olímpico en Londres 2012 en vela, en la clase 49er. Allí, de 20 participantes, acabó el 15º, aunque sus aspiraciones previas eran mucho mejores. Junto a su compañero -Erik Stotck- había conseguido buenos resultados en la temporada previa a los Juegos. Sin embargo, Moore se lesionó en un hombro poco antes de la cita olímpica. Aunque consiguió competir en la que finalmente sería su única participación en JJ.OO. no pudo alcanzar los esperanzadores resultados que auguraba antes de su lesión. Trevor estaba realmente ilusionado con sus primeros Juegos, en los que por fin no se representaría a él solo, sino “a mi país [Estados Unidos]”.

Trevor Moore estaba convencido de que los de Londres 2012 no iban a ser sus únicos Juegos, pero le costó encontrar pareja para participar en los de Río. Cuando, pasados unos años, por fin desistió, vendió su barco –llamado Wendy en honor a su fallecida madre- pero no se alejó del mar, dedicándose a dar clases de navegación. En esos meses su vida cambió también en lo personal, pues conoció a la que se convertiría en su prometida y con la que realizó planes de boda.

Entonces, en un día de junio de 2015, Trevor Moore desapareció de la faz de la tierra. O habría que decir del mar, porque ese día el exolímpico, de entonces 30 años, partió con su bote “por un rato”, como le dijo a su novia esa mañana, pero ese rato se convirtió en toda la eternidad.

Era común en Moore que saliera solo con su bote. Pescaba atún o simplemente disfrutaba de un rato de soledad. Al fin y al cabo siempre había amado el mar y la navegación. Era algo que llevaba en su alma. Era donde se sentía bien, a gusto. Incluso se había declarado a su novia en un bote. El mismo en el que desapareció, tres meses más tarde. El tiempo era bueno, sin lluvia y con una ligera brisa el día en que desapareció. Hacia las cinco de la tarde se descubrió su bote, en un embarcadero cercano a Dinner Key Marina, Florida. Estaba misteriosamente cerca –menos de media milla- del punto de partida donde el regatista había salido esa mañana. En el bote se encontraba su chaleco salvavidas y otras pertenencias, claramente abandonado.

Obviamente hubo una gran movilización para buscarle. Los profesionales del rescate dieron con algunas pistas, en concreto con la ruta que había realizado durante ese día el bote. Y eso es lo más misterioso, pues había navegado erráticamente y en zigzag para acabar casi donde había iniciado el recorrido. Se determinó que, tras abandonar el club de vela desde donde partió, se dirigió en dirección sur viajando entre doce y quince nudos de velocidad hasta Soldier Key. Los investigadores, mediante datos de GPS, llegaron a la conclusión de que, en cierto momento, el bote realizó un drástico giro en U y desaceleró hasta los dos nudos. El resto del recorrido, hasta casi donde partió, lo realizó en zigzag. Este extraño comportamiento es lo que sorprendió a los expertos. Según el oficial Lorenzo Veloz, las posibilidades de que una barca a la deriva recorra millas en el mar y vuelva casi a su punto de partida son prácticamente nulas. Pero lo que más extraña es la experiencia y capacidades de Moore al frente de una embarcación.

Lamentablemente, esta historia acaba aquí, sin final. El misterio persiste puesto que, aunque ya hace mucho que la búsqueda del regatista olímpico acabó, sin éxito, y que incluso su familia llevó a cabo su funeral, su cuerpo nunca apareció.

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