REGINO HERNÁNDEZ: “LA MEDALLA DE PYEONGCHANG NO ME VA A QUITAR MIS PROBLEMAS EN LA VIDA. YO SEGUIRÉ LUCHANDO”
Su nombre ya sonaba de sobra en los oídos del aficionado español y, por descontado, de los seguidores del snowboard cross en todo el orbe, pero en su país de origen se le veía, admitámoslo, más como un “escudero” de Lucas Eguibar, con un palmarés éste más abultado que el del ceutí. Porque de Ceuta viene Regino Hernández y, pese a las dificultades evidentes que podría tener para la práctica del snowboard en su localidad natal –posibilidades no escasas, sino nulas-, se dedicó a un deporte para el que, según todos los que le conocieron en sus inicios, tenía un don natural: “Desde chico siempre me han dicho que tengo un don para el snowboard y sí que es verdad que nunca he tenido que entrenar muchísimo para conseguir logros. Sí que es verdad que desde hace un par de años me di cuenta que, estando entre la élite, todos tenemos algo de ese don, así que ha sido cuando he empezado a machacarme entrenando físicamente”. Y es que, como les pasa a muchos dotados por la naturaleza, Regino reconoce haber sido un tanto vago, tal era su facilidad en este deporte.
Regino Hernández ha vuelto victorioso de los Juegos de Pyeongchang. Su medalla, la primera en snowboard para España en Juegos Olímpicos, marcó una sequía de 26 años en el deporte español en cuanto a Juegos de Invierno se refiere. De repente, ha estado presente como nunca antes en la Prensa. Y, por desgracia, es posible que nunca más se oiga hablar tanto de él si no repite medalla en otra edición olímpica. El boarder es consciente de ello: “Es lo que hay. Cuando las cosas no salen sólo los tuyos están contigo y cuando las cosas salen todo el mundo está detrás. No me da rabia que la Prensa no contara tanto conmigo. Las cosas se demuestran en la pista. Me ha venido bien porque yo no tenía presión ninguna y entonces podía ir tranquilo a la competición”. Tampoco se ha endiosado tras su medalla ni se cree un modelo a seguir, ni tan siquiera un pionero: “No me siento como un modelo a seguir. Simplemente he luchado por lo que he querido y he tenido la suerte de que lo he podido conseguir. Tampoco me siento un pionero, porque estaba antes Jordi Font, que hizo cuarto en Turín 2006 que él sí que fue un pionero del boardercross en España”. El éxito no le ha cambiado el carácter, sumamente tranquilo pese a las características de su deporte, que podrían hacernos pensar lo contrario: “Soy una persona bastante tranquila. Me suelo poner nervioso en competiciones, pero fuera de eso soy bastante tranquilo. Hay gente en mi deporte que le beneficia estar más nervioso porque se activa muscularmente y está como un poco más alerta. Eso depende de cada uno”.
No todos saben que, en realidad, Regino, pese a sus 26 años, es ya todo un veterano que en Pyeongchang ha cumplido con su tercera cita olímpica. Nada que ver los Juegos desarrollados en Corea del Sur con aquella primera ocasión, en Vancouver 2010, que le pillaron con 17 años. “Justo acababa de entrar hacía un año en el circuito de Copa del Mundo y de repente como un mes antes me dicen: “Oye, que estás clasificado para los Juegos, que nos vamos para Vancouver”. Fue como “Pues vale”. No era consciente ni siquiera de la clasificatoria que había; no sabía qué requisitos tenía que cumplir ni nada. Nadie se esperaba que me clasificase y fue toda una sorpresa. Fui para vivir la experiencia”.
Para los Juegos de Sochi Regino ya sintió la presión, que se concretó un mes antes en una competición: “en Andorra, me pudo un poco la presión de los Juegos de Sochi. Estaba un poco tocado de la rodilla. Fui al psicólogo deportivo y me dijo que lo que me pasó fue que me entró un ataque de ansiedad porque la rodilla estaba mal y sabiendo que había pronto unos Juegos mi cabeza no me dejaba ir al 100% para proteger la rodilla”.
De cara a Pyeongchang la Prensa apostaba más por Lucas Eguibar al que, por cierto, Regino vio tras su actuación “fastidiado porque se cayó y era opción a medalla clara, pero es lo que tiene este deporte”. Sin embargo, el ceutí sí que creyó en sí mismo en todo momento. “Sí que me esperaba medalla y lo dije en entrevistas previas, donde decía que estaba la opción de medalla. Era el año en que mejor estaba física y técnicamente, lo que pasa es que es un deporte en el que la suerte influye mucho, entonces de que exista la posibilidad de conseguir una medalla a conseguirla hay un mundo”. Aunque estuvo, según nos contó, “bastante tranquilo todas las bajadas en los Juegos” reconoce que no fue así en la primera bajada, que se tuvo que dirimir en la foto-finish.
Su tranquilidad se transmite en su habla, en su pensamiento. Tras la medalla, que tanta movilización ha provocado en su país, simplemente piensa en seguir entrenando y compitiendo. Sí que empieza, eso sí, a pensar en los próximos Juegos, pero afirma ser “de las personas que viven el día a día”. Su carácter tranquilo también se ve reflejado en su mentalidad, esa que le hace pensar que una medalla olímpica no le va a cambiar la vida: “Evidentemente siempre es un sueño para un deportista conseguir una medalla olímpica, pero la vida sigue. Tengo 26 años, esta medalla no me va a quitar mis problemas en la vida. Voy a tener que seguir entrenando para poder seguir viviendo, así que a seguir luchando. Yo sigo a lo mío. Por suerte tengo una familia que es muy humilde, es lo que he vivido siempre; ellos me agarran para mantenerme los pies en la tierra, así que a disfrutar la medalla este tiempo, pero con la cabeza puesta en las siguientes competiciones”. Así es Regino Hernández, el boarder impasible que devolvió la alegría a los aficionados españoles a los deportes de invierno.