DARYL HOMER, EL MEDALLISTA OLÍMPICO SALIDO DEL BRONX QUE DESCUBRIÓ LA ESGRIMA AL VERLA EN UN LIBRO
Probablemente Daryl Homer deba mucho en su vida a dos hechos, uno de ellos de lo más casual: el abrir un día, siendo un niño de once años, un libro y ver en él una imagen de un tirador de esgrima que el niño Daryl encontró “muy guay” y verse atraído por ese deporte y, por otra parte, que le haya precedido otro tirador, medallista olímpico, que tuvo al retirarse la idea de crear una Fundación para desarrollar ese deporte entre las comunidades más desfavorecidas metropolitanas de Nueva York. Porque Daryl Homer es del Bronx y afroamericano (nacido en la isla de St. Thomas, una de las Islas Vírgenes de Estados Unidos), exactamente igual que Peter Westbrook, el medallista emprendedor al que Daryl considera su maestro y que creó la Fundación Westbrook en la que aprendió Daryl Homer. Como su maestro, Homer eligió el sable “porque mi maestro Westbrook tiraba con ese arma y porque todos los chicos grandes y más guays tiraban en sable y yo quería ser como ellos”, confesó a Historias de los Juegos en una entrevista exclusiva. Daryl Homer, del que se puede decir que se ha graduado con nota en la Fundación Westbrook convirtiéndose en su alumno más aventajado tras lograr la plata individual en los Juegos de Río, sigue representando hoy en día a ese club, al que tanto le debe.
“Yo vivía en el Bronx y no había forma de practicar la esgrima por ahí cerca, pero era un niño muy curioso y me puse a leer sobre este deporte. Así que mi madre quiso que intentara practicar este deporte”, nos relata el subcampeón olímpico. Sin duda una curiosa e inhabitual forma de empezar en un deporte, la de su descubrimiento a través de un libro, forma inusual donde las haya de aficionarse a un deporte.
Antes de su medalla en Río Daryl Homer ya formó parte del equipo estadounidense en la cita olímpica anterior, quedando octavo en la competición por equipos y en un prometedor sexto lugar en la individual: “Los de Londres fueron unos Juegos para mí muy divertidos a la par que difíciles. Los contrincantes eran muy duros, como siempre pasa en una cita olímpica. Era realmente muy joven y acabé en sexta posición, así que estuve bastante contento con ese puesto”. Muy diferente fue su segunda experiencia olímpica, ya en Río: “En Río estaba muy centrado mentalmente. También me sentía muy seguro de mí mismo, no confiado en ganar, sino en competir a un alto nivel y por eso creo que gané una medalla”. No fue una medalla cualquiera. Para su país supuso mucho, pues se trataba de la primera en sable individual desde la que consiguiera en Los Ángeles 84 su propio maestro, Westbrook, “así que fue un logro especial para nosotros”. Comparando sus –hasta el momento- dos experiencia olímpicas, tan distintas entre sí, Homer comenta: “En Londres, al ser mis primeros Juegos y estar rodeado de grandes deportistas no sabes realmente qué esperar y qué hacer para tener una rutina estable, cosa que sí tenía en Río. Sabía donde estaba todo, quiénes eran todos los rivales, en qué me tenía que centrar”. Y es que el tirador norteamericano entrenó “muy duro para asegurarme conseguir una medalla. Lo principal es que no me puse a mí mismo presión sobre esta medalla”. Una presión que ahora, tras la consecución de la medalla, sí que siente de cara a Tokio 2020: “Ahora tengo un poco más de presión pero intento tomármelo con calma y no acelerarme para ser aún mejor. A mi alrededor tengo un gran equipo que me está ayudando, así que me siento muy emocionado de cara a Tokio 2020. Mi propósito ahora es ganar un oro, igualmente en la competición por equipos”.
Antes de que llegue la siguiente cita olímpica, que pillará a Daryl en plena madurez, con 30 años, Homer no puede olvidarse de los Juegos de Río, que siempre serán para él muy especiales, incluso antes de inaugurarse: “Había competido allí en la prueba test en abril antes de los Juegos y ya sentí la energía de la ciudad. Sentí que tenía en mí la energía de la ciudad y que podía competir bien con ello. Obviamente la competición fue muy, muy dura. Tuve varios enfrentamientos en los que los resultados fueron muy igualados, pero afortunadamente los fui superando. Definitivamente Río ha sido mi mejor experiencia de mi carrera hasta ahora”.
Graduado en la universidad tras recibir una beca y trabajando en una agencia de marketing y publicidad, Daryl encuentra tiempo para ser embajador de “Esgrima en las escuelas”, una ONG muy similar a la Fundación en la que creció como tirador, pues se dedica a enriquecer la vida de los estudiantes en los barrios más necesitados de las urbes. Este deportista destaca los Juegos Olímpicos como sus “experiencias más maravillosas”, diferenciando las dos –Londres 2012 y Río 2016- de una curiosa forma que nos puede sorprender: “La villa olímpica de Londres tenía una energía loca, había gente disfrazada por todos lados. En Río la villa era un poco más tranquila”. Nos esperábamos justo lo contrario.